viernes, 29 de agosto de 2008

El caso Gustavito Rudy (Parte 2)

También llamado "el pequeño Gustavo" (Parte 1)

El tratamiento

Primeras elucubraciones teóricas

Me preguntaba cómo encarar el tratamiento del pequeño Gustav. Él no era, desde luego, mi primer paciente, yo sí era su primer analista, aunque este dato no tenga, tal vez, tanto peso teórico. Ubicar a un bebé de tan corta edad en una estructura psicopatológica me parecía complicado; mucho mejor sería ubicarlo en un moisés, pero yo no lo tenía, y no podía solicitárselo a la madre. Hubiera sido como pedirle a un paciente adulto que trajera a las sesiones su propio diván. [Esto, si lo pensamos, no estaría del todo mal. El paciente se sentiría más cómodo en su propio diván. El principal problema sería el transporte, pero todo analista que se precie podría contratar algún fletero de su confianza que se transformaría en "transportador terapéutico". Dejamos abierta la cuestión para un próximo congreso]

Pero, volviendo al pequeño Gustav: ¿habría ya atravesado el estadio del espejo? ¿Sería necesario proteger el diván con alguna cobertura plástica, dado que Gustavito no controlaba sus esfínteres? ¿Cómo actuaría en su estructura el pasaje de la babysitter a mí? ¿Cómo se manifestaría la organización oral? ¿Jugaría el chupete un rol fundamental en la transferencia? ¿Tendría el pequeño Gustav edad suficiente para ser neurótico?

¿Cómo interpretar sus berrinches, su llanto, sus quejas? ¿Como un rechazo al pecho bueno? ¿Como un reclamo a la madre que no vuelve a buscarlo y me deja aquí desesperado cui¬dando a Gustavito? ¿Como una manifestación de "angustia por sentirse abandonado"? ¿Como una emergencia esquizoparanoide? ¿Como una manera de sobrevivir como sujeto barrado frente a lo inexorable de la castración?

Tantas incógnitas me parecieron demasiado para un solo bebé. Podría decir que todas juntas abarcaban más espacio que lo real del cuerpo del pequeño. De modo que decidí enfrentarme a lo que viniese, y dejar que el juego de identificaciones del pequeño Gustav se pusiera en marcha, se desplegara en el tratamiento. Me tranquilicé, dejé sobre la mesa la mamadera que estaba tomando y me aboqué a esperar al pequeño Gustav.

Las primeras sesiones

Gustavito comenzó a concurrir puntualmente a su tratamiento traído por su madre, quien lo depositaba en mis brazos. Ella hacía, de vez en cuando, algún comentario sobre lo dormido que podía estar el bebé, y me pedía que lo protegiera del excesivo frío.

Yo asentía con la cabeza, en silencio, y pensaba en lo acertado de ciertos artículos teóricos que sostenían que "son los padres, de alguna manera, los que estructuran el deseo de sus hijos; los padres no son, tampoco, los generadores de su propio deseo, sino los abuelos; éstos a su vez han sido introducidos en la cultura por los bisabuelos y éstos por los tatarabuelos; se llega, finalmente, a una descendencia que se estructura a partir de un deseo primitivo, tal vez el deseo, según la teoría de Darwin, de algún simio". [Por la cual es posible que el objeto del deseo primitivo haya sido una banana]

Gustavito no parecía tener hambre, sueño o frío, no al menos como sensación transmisible. Más bien se acurrucaba dócilmente, o dormía, hasta que luego, sin que aparentemente mediara absolutamente nada, irrumpía en llanto.

Intenté interpretar su llanto por el lado de la angustia. Jamás pensé que el llanto de un bebé pudiera angustiarme tanto. "Tal vez debería revisar mi propio análisis", me dije con certera lucidez. Pero la resistencia se interpuso y terminé revisando los pañales del pequeño Gustav. No había nada. Es decir, algo había, pero era lo que tenía que haber. Gustavito no había atravesado ningún tipo de castración. Además, no era lacaniano. Era muy pequeño para poder seguir alguna línea psicoanalítica.


El pequeño Narciso, quiero decir el pequeño Gustav, provocaba diversos impulsos en los que lo rodeaban. Y en este ca¬so quien lo rodeaba era yo. Impulsos de protegerlo, alimentarlo, contemplarlo, alzarlo, gritarle para que se callara, y todos ellos cubrían, de alguna manera, su propio deseo, impidiéndole que se manifestara, actuando a la manera de la represión.

Comencé a preguntarme (otra vez) cuál era mi lugar. [Lo de "comencé" no es cierto. Yo siempre me interrogo acerca del lugar del paciente, del analista, del lugar donde dejé mi llavero, etc] Yo soy psicoanalista, pero fui contratado como niñera. Ahora bien, ¿acaso no somos los analistas una suerte de "niñera" de nuestros pacientes? ¿Acaso no los "cuidamos", no "sacamos a pasear los aspectos infantiles dormidos en lo inconsciente"? ¿No se dice que los pacientes "crecen" en nuestra compañía? El alivio que puede producir una interpretación, ¿no puede, de alguna manera, asimilarse al cambio de pañales, al ser descubiertos, reconocidos y "puestos afuera" elementos internos?

Entonces, ser la niñera del pequeño Gustavo era, de alguna manera, ser su analista, y ser su analista era ser su niñera. Había que ayudarlo a conectarse con su deseo, a ponerlo en marcha, a atravesar su fantasma que tal vez, del susto, no lo dejaba dormir.

Le comuniqué todo esto al pequeño Gustav, pero él siguió durmiendo profundamente tal como lo venía haciendo desde hacía un rato. Seguramente yo no me había dado cuenta, metido como estaba en mis propios pensamientos. El narcisismo (de él, claro) se volvía a hacer presente.

Me preguntaba si este quedarse dormido así, profundamente, tenía que ver con mi interpretación, si era una regresión relacionada con la puesta en marcha de sus defensas frente a lo angustiante de mi discurso, o si era, finalmente, mi tono de voz monocorde.

El análisis del pequeño Gustav continuó así durante varias semanas. Gustavito en lo suyo, y yo cuidándolo. Aprovechaba sus ratos de tranquilidad para leer, [Esto es muy común entre las babysitters] por ejemplo, algunos textos como "Psicoanálisis y maternaje", que me aportaron elementos teóricos, pero no resolvieron las incógnitas que, de alguna manera, seguían pesando en el tratamiento. ¿Cómo llegar a lo inconsciente del pequeño Gustav? ¿Cómo sacarlo de su narcisismo e inscribirlo en el deseo? Y, lo más grave, ¿qué hacer si se ponía a llorar desconsoladamente como a veces hacía?

Algunas sesiones más tarde ocurrió un hecho imprevisto, nuevo, sorprendente, que sólo un analista experimentado podría haber supuesto (y yo, lamentablemente, no lo hice). Gustavito, el pequeño Gustav, dijo "gu-gu".

Cualquier ser humano con un mínimo grado de sensibilidad se derrite frente a los primeros balbuceos de un bebé. Pero yo no era cualquier ser humano, era la niñera y, más aún, era el psicoanalista del pequeño Gustav, por lo cual en primera instancia interpreté el "gu-gu" como un impactante éxito terapéutico: se había roto el narcisismo y no había quien lo arreglara. Gracias a mi espera, a mi continencia frente a su incontinencia, Gustavito rompió la barrera represiva y dijo "gu-gu".

Pero como la completud no existe, aquí tampoco mi éxito había sido completo. [Menos mal, pues si hubiese sido completo, se habría desvirtuado el concepto de la inexistencia de la completud]

Gustavito había intentado comunicarse, decirme que su nombre era Gustav, pero el bloqueo resistencial que aún perduraba le impidió pronunciar su nombre completo limitándose a la primera sílaba: "Gu".

—Gu-gu —decía.
—Sí —le respondía yo—, te llamas Gustav, eres el pequeño Gustav, pero aún no puedes decirlo, y por eso dices "gu-gu". Tal vez pronto puedas vencer las dificultades y decirme tu nombre.

El pequeño Gustav reafirmó mi señalamiento repitiendo "gu-gu", al tiempo que emitía un sonoro y oloroso impacto por vía anal.

"Comenzamos a entendernos", pensé mientras reflexionaba acerca del lugar donde podía haber dejado el desodorante que había comprado a raíz de otro caso. [Se trata de "El hombre de los chanchos".] “¡La teoría se fusiona con la clínica dando lugar a la técnica!”, exclamé con total certeza delirante. Lo certero de mi exclamación me hizo dudar de la misma. ¿Y si "gu-gu" quería decir otra cosa? [Es un método para prevenir la psicosis que he creado: consiste en dudar sistemáticamente frente a cualquier certidumbre, hasta descartarla; lo llamo "Método del descarte".]

—¡Gu-gu-o! —dijo el pequeño Gustav, reafirmando, de alguna manera, mi duda. ¿Y esa "o" que antes no estaba y ahora está? ¿Será una especie de Fort-Da? ["Notá-acatá", según la traducción española de Antonio Machado y Ballesteros] En eso estábamos cuando llegó la madre a buscarlo, por lo que di por finalizada la sesión.


Desarrollo posterior del tratamiento

En las sesiones siguientes intenté verificar, a través del pequeño Gustav, varios postulados teóricos del psicoanálisis. Lo coloqué frente a un espejo para ver cómo reaccionaba, pero el pequeño siguió durmiendo sin darle trascendencia alguna al episodio, negando, renegando, en fin, dejando de lado los postulados teóricos de Lacan.

Intenté pesquisar la angustia del octavo mes, pero el pequeño todavía no tenía ocho meses de edad, por lo que me resultó imposible. Me preocupaba la posibilidad de que tuviera algún objeto transicional, pero, si eso ocurría, debía de ser fuera de los límites de mi consultorio. Tampoco se evidenció muestra alguna de pasaje a la posición depresiva (o sea que el pequeño no era lacaniano, pero tampoco kleiniano). En cuanto a la posibilidad de un Edipo temprano, sería muy difícil de verificar pues el pequeño Gustav siempre fue muy apegado a su mamá.

Éste es uno de los casos en que los analistas nos sentimos particularmente frustrados. Los pacientes no se esfuerzan para confirmarnos la validez de nuestras teorías, y, eso es muy malo para la práctica. Hay pacientes que insisten en ser distintos de lo que los textos indican, son pacientes rebeldes, heterodoxos, que no se identifican con ningún caso de Freud, Klein o Lacan, [Hubo, según refiere la bibliografía, el caso de un neurótico obsesivo que se identificó con "El hombre de las ratas"; "El hombre del hombre de las ratas", así se lo llamó, sabía de memoria los "Original Records" de Freud, y los repetía. Además, se enojaba con su analista pues éste no le interpretaba lo mismo que Freud. Se trataba, obviamente, de un caso de "obsesión por los obsesivos". Aparentemente también hubo un caso de "fobia a los fóbicos", pero no fue escrito] y el analista lo único que puede hacer para calmar su frustración es aumentarles los honorarios.

El pequeño Gustav seguía en lo suyo. Dormía, lloraba, se hacía pis y caca y decía "gu-gu", o "gu-guo", o hasta "gu-au", lo que me hizo pensar en un matiz de fobia a los perros, pero no hubo posteriores datos que lo confirmaran. Algunas veces el pequeño Gustav parecía interesarse por algo, ya que movía la cabeza en uno y otro sentido, pero finalmente llegué a la conclu¬sión de que no se trataba de nada en particular.

Si el pequeño Gustav estaba como buscando algo, pero no se trataba de nada concreto, era nuevamente mi lugar, como analista que era, el de investigar qué buscaba. ¿Se trataría de la madre? ¿Del padre que lo separara de una madre simbiótica? ¿Del objeto transicional? ¿Del objeto a? ¿Del chupete? Tamaña duda clínica me hizo interrogarme seriamente sobre la analizabilidad del pequeño Gustav, de los bebés, de los niños, y hasta sobre la mía propia, lo que me llevó a consultar de urgencia a mi analista, quien afirmó que yo era analizable, y me preguntó si yo intentaba parecer inanalizable para evitar pagar sus honorarios. Frente a tal respuesta, decidí seguir escuchando al pequeño Gustav, porque, si yo era analizable, ¿por qué él no lo iba a ser?

Por lo demás, Gustavito no asociaba nada. Sus "gu-gu", "gu-guo" y " gu-au" no remitían a ningún sitio. Lo que sí se fue notando a lo largo de las sesiones fue cierta sensibilidad ante la llegada de su madre, a la que saludaba haciendo pis, caca, llorando o haciendo "gu-gu".

Estos "gu-gu" con los que Gustavito saludaba a su mamá son clara prueba de su estadio narcisista. Si consideramos mi hipótesis de que "gu-gu" era una manera, bloqueada por la resistencia, de decir su propio nombre; entonces, al llamar a la mamá con su propio nombre (de él), demostraba un estadio simbiótico, indiscriminado, donde él es "gu-gu" y la mamá tam¬bién es "gu-gu", siendo ambos, por lo tanto, una sola persona.

Ahora, claro, si no consideramos mi hipótesis como verdadera, todo esto termina siendo falso. Los caminos por los que nos conduce la elucubración teórica son, como se ve, variados.

Un colega me señaló, oponiéndose a mi planteo, que si el pequeño Gustav usaba el "gu-gu" cuando llegaba su madre, era, justamente, para marcar una diferenciación. "Yo 'gu-gu'; tú no 'gu-gu'; ¿tienes tú cosita de hacer pipí?" [ Algo influido por el caso Juanito, tal vez.]

Otro eminente colega me sugirió que, en realidad, el "gu-gu" era una manera de llamar mi atención, de pedirme que operara como padre, estructurando la castración.
Opté por no consultar más eminentes colegas.

Reconocí que, frente a una situación tan compleja, todo lo que debía hacer era permanecer a la expectativa, en atención flotante, esperando alguna disrupción en el discurso por la que emergiera el deseo inconsciente del pequeño Gustav.

Mal que me pese, el discurso del pequeño era por demás coherente, o no, pero las incoherencias eran indistinguibles del resto: yo no podía saber cuándo Gustavito, queriendo decir "gu-gu", decía "gu-guo" cometiendo un fallido, y cuándo, por el contrario, ese "gu-guo" era exactamente lo que quería decir. El discurso del pequeño no era fácil de comprender, era apenas algo más fácil de comprender que el mío.

Cuando el pequeño Gustav llevaba ya varios meses de tratamiento, y se comenzaban a notar los efectos (en mi consultorio), un día la madre concurrió sola en el horario de la sesión, y me comunicó que Gustavito no vendría más, ya que ella había cambiado sus horarios y se quedaría a cuidarlo. Me abonó los honorarios, me dio las gracias, y se fue.

Yo me quedé pensando en lo frecuente de este tipo de episodios. "Cuando empieza a notarse la mejoría en los niños, los padres los sacan del tratamiento."


Epicrisis

Me he interrogado varias veces [Esta costumbre de interrogarme a mí mismo en diversas circunstancias, aun en aquellas en las que hay otras personas, me ha traído cierta fama de psicótico.] acerca de las circunstancias de la interrupción del tratamiento del pequeño Gustav. "La madre eligió la simbiosis, permanecer atada al pequeño manteniendo el vínculo simbiótico-narcisista-indiscriminado" fue una de mis primeras hipótesis. Esto me dio, de alguna manera, una idea diagnóstica que me hizo pensar en la gravedad del caso, aunque, debí reconocerlo, atenuada por la edad (del pequeño), que aún no había pasado los siete meses y cuyo contacto con la madre podía ser beneficioso para él, aunque no para mí, ni para mi propio narcisismo, que se sintió algo herido.

Si la madre de Gustavito elige el encierro frente a la apertura a la cultura, ¿por qué su anterior pedido de tratamiento? ¿O se trataba sólo de un pedido de cuidado tal como el que ella había manifestado? Podría ser que no hubiera nada detrás de todo el transcurso del tratamiento, de mis conclusiones y hasta de mi propia salud mental, por lo que finalmente descarté esta hipótesis. [No sin antes encontrar elementos teórico-clínicos que me permitieran tal descarte. He decidido no extenderme en exponer esos elementos de trabajo]

Decidí volver a reflexionar sobre el abandono. Tal vez realmente el cambio en el horario de trabajo de la madre tuviera un peso mayor que el que yo le otorgaba.

Tengo que destacar, en ese caso, la fragilidad de ciertas demandas de análisis, en pacientes como éste, en los que, en realidad, no hubo demanda manifiesta. La madre no la verbalizó, y el pequeño Gustav aún no disponía de un lenguaje verbal lo suficientemente amplio como para hacerlo por sus propios medios. En situaciones como ésta se puede discernir lo delicado de ciertos vínculos. El pequeño Gustav, si la madre no lo trae, no viene. Está totalmente determinado por el Otro o, en este caso, por la Otra. Él había llegado a través de un agujero, una carencia, la producida por la falta de la niñera. La falta lo trae, al provocar un síntoma, al romper la completud de la madre que no puede hacerse cargo. Luego la madre resuelve la situación, rellena la falla, vuelve al estado de completud, ocluye la angustia, y entonces el tratamiento del pequeño se transforma en síntoma, en señal de algo que ocurrió. "¿Para qué voy a llevar a Gustavito al tratamiento si lo puedo cuidar yo?", dice la madre, obviando, como dije, que el tratamiento del pequeño fue más que un simple "cuidarlo" [Muchas madres de adolescentes, y aun de adultos, razonan de igual manera invitando a sus hijos a permanecer a su lado. "¿Quién te va a interpretar mejor que tu mamá?", les dicen. Estos casos, sobre todo si las madres tienen éxito, suelen ser más graves que el de Gustavito; por lo demás, resulta desagradable ver a un adulto siendo amamantado (aunque sea a mamadera).]. La madre evita, así, el recuerdo de su propio agujero, de la posibilidad de estar en todas, de la castración, finalmente. Se apoya en su motivo manifiesto, válido, pero en este caso sólo como excusa, como medio para tapar el deseo del pequeño Gustav, de ocluir su "gu-gu" que no llegó a ser “Gustav” (ni ninguna otra palabra), su propio nombre, su identidad. La resistencia parecía haber ganado la batalla, lo que me produjo una sensación de enojo y frustración.

Vi un par de veces más al pequeño Gustav, en el pasillo. Ha pasado un largo tiempo desde su tratamiento. Gustavito gateó, caminó, y ahora habla, corre y juega, por el pasillo.
Aparentemente da muestras de independencia, aunque a veces es un tanto insoportable.






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miércoles, 27 de agosto de 2008

Biografía de Jacques Lacan

Lacan Jacques
Nacido Jacques-Marie (1901-1981)
Psiquiatra y psicoanalista francés
Entre los grandes intérpretes de la historia del freudismo, Jacques Lacan es el único que le dio a la obra freudiana un esqueleto filosófico y la sacó de su anclaje biológico, pero sin caer en el espiritualismo. La paradoja de esta interpretación innovadora consiste en que reintrodujo en el psicoanálisis el pensamiento filosófico alemán del que Sigmund Freud se había distanciado voluntariamente. Esta poderosa contribución ha hecho de Lacan el único verdadero maestro del psicoanálisis en Francia, lo que le ha valido mucha hostilidad. Pero si bien algunos de los que lo despreciaron con ferocidad han sido injustos, él presentó el flanco a la crítica al rodearse de epígonos que hablaban en jerga y contribuyeron a oscurecer una enseñanza por cierto compleja, y a menudo enunciada en un lenguaje barroco y refinado, pero perfectamente comprensible (al menos hasta 1970).
Lacan padecía inhibiciones de escritura, y necesitó ayuda para publicar sus textos y transcribir el famoso seminario que dio en público entre 1953 y 1979. Nueve seminarios sobre veinticinco han sido "establecidos" y publicados por su yerno, Jacques-Alain Miller, entre 1973 y 1995. El seminario vigésimo sexto, de 1978-1979, es "silencioso", puesto que Lacan ya no podía hablar.
Jacques Lacan escribió aproximadamente unos cincuenta artículos, provenientes en general de conferencias: de ellos, treinta y cuatro (los más importantes) fueron reunidos por el editor François Walil en 1966 en una obra imponente de novecientas páginas, titulada Écrits, a la cual hay que añadir las "variantes" realizadas en 1994 por Ángel de Frutos Salvador. Un gran artículo de Lacan, publicado en 1938, fue editado como libro por Jacques-Alain Miller en 1984 (Les Complexes familiaux); otro, "L'étourdit", apareció en la revista Scilicet, fundada por el propio Lacan. Finalmente, hay dos entrevistas, una realizada por Robert Georgin para la radio-televisión belga ("Radiophonie"), y la otra por Jacques-Alain Miller para una película del servicio de investigación de la ORTF realizada por Benoit Jacquot (Télévision). Jacques Lacan escribió un solo libro, su tesis de medicina de 1932, publicada con el título De la psychose paranoiaque dans ses rapports avec la personnalité, en la cual relata el caso de Marguerite Anzieu.
Sus otros artículos, así como sus numerosas intervenciones en coloquios o en la École freudienne de Paris (EFP), están dispersos en diversas revistas. Su correspondencia es casi inexistente: doscientas cuarenta y siete cartas catalogadas por Élisabeth Roudinesco en 1993.
La obra de Lacan está traducida a dieciséis idiomas, y a Joël Dor se le debe la mejor bibliografía del conjunto de los títulos, publicados e inéditos.
Jacques Lacan reinterpretó casi todos los conceptos freudianos, así como los grandes casos (Herbert Graf, Ida Bauer, Serguei Constantinovich Pankejeff, Ernst Lanzer, Daniel Paul Schreber), agregando sus propias conceptuafi zaciones al corpus psicoanalítico.
Hay dos diccionarios de conceptos lacanianos: uno en inglés, realizado por Dylan Evans, y el otro en castellano, de Ignacio Garate y José Miguel Marinas. Algunos de los más bellos comentarios de la obra de Lacan han sido escritos por filósofos: Louis Althusser (1918-1990), Jacques Derrida, Christian Jambet, Jean-Claude Milner, Bernard Sichére.
Nacido en París el 14 de abril de 1901, en una familia de vinagreros de Orleáns (los Dessaux), Jacques-Marie Émile Lacan provenía de la burguesía media católica y bien pensante. Lo mismo que a sus otros hermanos, además del primer nombre le pusieron el de la Virgen María. Lacan fue renunciando progresivamente a él en sus diversos escritos del período de entreguerras. El padre, Alfred Lacan (1873-1960), era un hombre débil, abrumado por el poder de su propio padre, Émile Lacan (1839-1915). En cuanto a la madre, Émilie Baudry (1876-1948), más intelectual, estaba totalmente volcada a la religión. De este clima familiar más bien trivial, el joven Lacan se llevó una impresión de horror.
Después llegaron una hermana (Madeleine), nacida en 1903, un hermano (Raymond), muerto a temprana edad, y finalmente Marc-François (1908-1994), que iba a sentir un gran afecto por Jacques. En 1929, Marc-François ingresó como monje en la orden de los benedictinos, en la abadía de Hautecombe, situada en las orillas del lago del Bourget.
Después de estudiar en el colegio Stanislas, Lacan rompió con el catolicismo. A los 16 años admiraba la Ética de Baruch Spinoza (1632-1677). Un año más tarde se hizo nietzscheano, y después, durante algún tiempo, lo fascinó Charles Maurras (1868-1952), de quien adoptó el esteticismo y el gusto por la lengua. Finalmente se interesó por la vanguardia literaria. Alfred Lacan deseaba que su hijo mayor lo sucediera en los negocios y le diera un impulso decisivo al comercio de mostaza; no comprendía ni aprobaba su evolución. Émilie Lacan, por su parte, ignoraba todo de la vida que llevaba su hijo, fuera de los caminos de la religión y del conformismo burgués.
En el París de la década de 1920, donde aspiraba a la gloria, se comparó con Rastignac, frecuentó la librería de Adrienne Monnier y a los surrealistas, asistió con entusiasmo a la lectura pública del Ulises de James Joyce (1882-1941) y se vinculó a escritores y pintores. Interno en el Hospital Sainte-Anne, donde era alumno de Henri Claude al mismo tiempo que su amigo Henri Ey, se orientó hacia la psiquiatría, siguiendo la enseñanza de Georges Heuyer (1884-1977), Georges Dumas (1866-1946) y Gaétan Gatian de Clérambault, cuyo estilo dejó en él una fuerte impresión. En junio de 1932 comenzó su análisis didáctico con Rudolph Loewenstein y, al final del año, publicó su tesis sobre la historia de una mujer criminal (Marguerite Anzieu), que él consideró un caso de paranoia de autocastigo (el caso "Aimée").
Magnífica síntesis de todas las aspiraciones freudianas y antiorganicistas de la nueva generación psiquiátrica francesa de la década de 1920, el trabajo fue inmediatamente saludado como una obra maestra por René Crevel (1900-1935), Salvador Dalí (1904-1989), y particularmente por Paul Nizan (1905-1940), quienes apreciaron la utilización por Lacan de los textos novelescos de la paciente, y la fuerza doctrinaria de su posición respecto de la locura femenina. Al año siguiente, en la revista Le Mínotaure, Lacan dedicó un artículo al crimen cometido en Le Mans por dos domésticas (las hermanas Papin) que asesinaron a sus patronas.
En ese acto, de intenso salvajismo, él vio una mezcla de delirio à deux, homosexualidad latente, pero ante todo la emergencia de una realidad inconsciente que se sustraía a las propias protagonistas. En ese drama Jean Genet (1910-1986) basó una pieza de teatro, Les Bonnes, y Claude Chabrol una película, sesenta años ulterior a los hechos: La Cérémonie.
Si bien fuera del ambiente psicoanalítico francés se lo estimaba como a un brillante intelectual, Lacan sufría en cambio porque no lo reconociera la Société psychanalytique de Paris (SPP), donde no se tomaban en cuenta sus trabajos, y su inconformismo irritaba.
Su análisis con Loewenstein duró seis años y medio, concluyendo en el fracaso y con una desinteligencia duradera entre los dos hombres. Finalmente Lacan logró ser titular en 1938, gracias a la intervención de Édouard Pichon. Éste reconoció su genio y quiso hacer de él, a pesar de su hegelianismo, el heredero de una tradición "francesa" del freudismo: Lacan nunca obedeció a ese mandato.
En 1934 se casó con Marie-Louise Blondin (1906-1983), de sobrenombre Malou, hermana de su amigo Sylvain Blondin (1901-1975). En el viaje de bodas por Italia, Lacan descubrió con arrobamiento la ciudad de Roma, de la que se enamoró, lo mismo que Freud. Pero la ciudad antigua lo apasionaba menos que la Roma católica y barroca. Pasaba horas contemplando los éxtasis de Bernini y la arquitectura de las iglesias y los monumentos.
Desde el principio, ese matrimonio había sido un malentendido. Malou creía casarse con un hombre perfecto, cuya fidelidad estaría a la altura de sus propios suenos de felicidad. Ahora bien, Lacan no era ese hombre ni lo sería nunca. La pareja tuvo tres hijos: Caroline (1937-1973), Thibaut y Sibylle.
En 1936 Lacan se inició en la filosofía hegeliana en el seminario que Alexandre Kojève (1902-1968) dedicó a la Fenomenología del espíritu. Conoció a Alexandre Koyré (1892-1964), Georges Bataille (1897-1962), Raymond Queneau (1903-1976), y después frecuentó la revista Recherches philosophiques y participó en las reuniones del Colegio de Sociología. De esos años de gran riqueza cultural y teórica extrajo la certidumbre de que la obra freudiana tenía que ser releída "a la letra" y a la luz de la tradición filosófica alemana.
En 1936 se cruzó por primera vez con la historia del freudismo internacional, al participar, en Marienbad, en el Congreso de la International Psychoanalytical Association (IPA). Allí presentó un trabajo sobre el estadio del espejo, pero al cabo de diez minutos de exposición Ernest Jones le cortó la palabra. Más tarde viajó a Berlín, donde asistió a los juegos olímpicos. El triunfo del nazismo provocó en él una sensación de repugnancia.
En 1938, por pedido de Henri Wallon (1879-1962) y Lucien Febvre (1878-1956), hizo el balance muy sombrío de las violencias psíquicas propias de la familia burguesa en un artículo de la Encyclopédie française. Constatando que el psicoanálisis había nacido de la declinación del patriarcado, llamó a revalorizar la función simbólica del padre en un mundo amenazado por el fascismo.
En 1937 se enamoró de Sylvia Maklès-Bataille (1908-1993). Separada en esa época de Georges Bataille, de quien seguía siendo esposa, ella había interpretado un papel en la película de Jean Renoir (1894-1979) titulada Une partie de campagne. Era madre de una pequeña, Laurence Bataille (1930-1986), que sería una notable psicoanalista.
Proveniente de una familia judía rumana, Sylvia Bataille se había integrado al alegre equipo del grupo Octubre, con Jacques-Bernard Brunius, Raymond Brussiéres y Joseph Kosma. Guiados por Jacques (1900-1977) y Pierre Prévert, los octubristas querían renovar el teatro popular, inspirándose en Bertolt Brecht (1898-1956) y Erwin Piscator (1893-1966). La hermana mayor de Sylvia (Bianca) estaba casada con el poeta surrealista Theodor Frankel; la menor (Rose) se casaría con André Masson (1896-1987), y la tercera (Simone) iba a ser esposa de Jean Piel, director de la revista Critique.
Cuando estalló la guerra, Sylvia se refugió en la zona libre. Cada quince días Lacan la visitaba. En París, él interrumpió toda actividad pública, recibiendo sólo a su clientela privada. Sin ser resistente, puso claramente de manifiesto su hostilidad a todas las formas de antisemitismo. Lo horrorizaba el régimen de Vichy y todo lo relacionado, de cerca o de lejos, con la Colaboración.
Durante los dos primeros años de la guerra se preocupó sobre todo por su vida privada. En septiembre de 1940 su situación era insostenible. Le anunció a su mujer legítima, encinta de ocho meses, que Sylvia, su compañera, también esperaba un hijo. De inmediato Malou le pidió el divorcio, y dio a luz en plena crisis de depresión, el 26 de noviembre, a una niña a la que bautizó Sibylle: "Cuando yo nací -escribió esta última en 1994-, mi padre ya no estaba. Incluso podría decir que él ya estaba en otra parte cuando fui concebida [ ... ]. Soy el fruto de la desesperación, algunos dirán del deseo, pero yo no les creo." Ocho meses más tarde, el 3 de julio de 1941, Sylvia dio a luz al cuarto vástago de Lacan, Judith, inscrita en el registro civil con el apellido Bataille. No iba a poder llevar el de su padre hasta 1964. Esta imposibilidad de transmitir el apellido sería una de las determinaciones inconscientes de la elaboración del concepto lacaniano del nombre-del-padre.
A principios de 1941 Lacan se instaló en el 5 de la rue de Lille: siguió viviendo en esa casa hasta su muerte. En diciembre, el divorcio disolvió su matrimonio con MarieLouise Blondin; en 1943 Sylvia se instaló en el 3 de la rue de Lille, con sus dos hijas: Laurence y Judith. En julio de 1953, divorciada de Georges Bataille desde agosto de 1946, se casó con Jacques Lacan en la alcaldía de Tholonet, cerca de Aix-en-Provence. Durante muchos años, por pedido de Malou, Lacan no les reveló a los hijos de su primer matrimonio la existencia de un segundo hogar donde él criaba a dos niñas, la suya y la de Bataille. Este enredo tendría consecuencias dramáticas para las dos familias.
"El objetivo de Lacan -ha escrito Jacques-Alain Miller- no era reinventar el psicoanálisis. Por el contrario, ubicó el inicio de su enseñanza bajo el signo de un «retorno a Freud»; sólo se preguntó, a propósito del psicoanálisis, en qué condición es posible." Lacan comenzó ese retorno a los textos de Freud en 1950, basándose a la vez en la filosofía heideggeriana, los trabajos de la lingüística saussureana y los de Lévi-Strauss. De la primera tomó el cuestionamiento infinito sobre el estatuto de la verdad, del ser y de su develamiento; de la segunda, extrajo su concepción del significante y de un inconsciente organizado como un lenguaje; de la enseñanza de Lévy-Strauss, dedujo la idea de lo simbólico, que utilizó en una tópica (simbólico, imaginario, real: S.l.R.), así como una lectura universalista de la prohibición del incesto y del complejo de Edipo.
Al revalorizar el inconsciente y el ello en detrimento del yo, Lacan enfrentó a una de las grandes corrientes del freudismo, la Ego Psychology, de la cual su ex analista se había convertido en uno de los representantes, y que para él era una versión edulcorada y adaptativa del mensaje freudiano. Solía llamarla "psicoanálisis norteamericano", y le opuso la peste, es decir, una visión subversiva de la teoría freudiana, centrada en la primacía del inconsciente. Como en el período de entreguerras, Lacan continuó anudando fuertes relaciones fuera del ambiente psicoanalítico: con Roman Jakobson (1896-1982), Claude Lévi-Strauss, Maurice Merleau-Ponty (1908-1961).
Gracias a Jean Beaufret (1907-1982), que era analizante suyo, conoció a Martin Heidegger (1889-1976).
En la SPP, Lacan atrajo a numerosos alumnos fascinados por su enseñanza y deseosos de romper con el freudismo académico de la primera generación francesa. Empezó entonces a ser reconocido como didacta y también como clínico. Su sentido agudo de la lógica de la locura, su enfoque original del ámbito de la psicosis y su talento le aseguraban, junto a Françoise Dolto, un lugar de privilegio a los ojos de la joven generación psiquiátrica-psicoanalítica.
En 1951 Lacan compró una casa de campo, la Prévóté, situada en Guitrancourt, a unos cien kilómetros de París. Allí se refugiaba los domingos para trabajar, pero también recibía a pacientes y organizaba reuniones. Le encantaba interpretar comedias ante sus amigos, disfrazarse, bailar, jaranear y a veces ponerse ropa extravagante. En esa casa coleccionó una cantidad considerable de libros que, con el transcurso de los años, terminaron por constituir una biblioteca inmensa, cuya simple consulta da la medida de su pasión por el trabajo intelectual. En un ambiente que daba al jardín había una mesa llena de objetos de arte. En la galería contigua al único salón, colgó el famoso cuadro de Gustave Courbet (1819-1877) titulado El origen del mundo, que había comprado por consejo de Bataille y Masson.
Como todos los demás países, después de la Segunda Guerra Mundial la Francia freudiana entró en la era de los conflictos, las crisis y las controversias. La primera escisión francesa se produjo en 1953, en torno a la creación de un nuevo instituto de psicoanálisis y de la cuestión del análisis profano. Agrupados alrededor de Sacha Nacht, los partidarios de la corporación médica se oponían a los universitarios liberales que rodeaban a Daniel Lagache y sostenían a los alumnos del instituto indignados por el autoritarismo de Nacht.
Discutido a lo largo de esta crisis por su práctica de las sesiones de duración variable (o sesiones cortas), que cuestionaba el ritual de la duración obligatoria (cuarenta y cinco-cincuenta minutos) impuesto por las normas de la IPA, Lacan se alineó con los universitarios. Por cierto, era favorable al análisis profano, pero no compartía ninguna de las tesis de Lagache sobre la psicología clínica. Recusando cualquier idea de asimilación del psicoanálisis a cualquier psicología, consideraba los estudios de filosofía, letras o psiquiatría como las tres mejores vías de acceso a las formación de los analistas. De tal modo retomaba el programa diseñado por Freud en el Congreso de la IPA de Budapest, en 1918.
Violentamente hostil a Lacan y asustada por la agitación de los alumnos, Marie Bonaparte, aunque favorable al análisis profano, brindó su apoyo al grupo de Nacht, provocando de tal modo la partida de los liberales y de la gran mayoría de los alumnos. Lagache fundó entonces la Société française de psychanalyse (SFP, 1953-1963), donde se encontraron Lacan, Dolto, Juliette Favez-Boutonier, así como los principales representantes de la tercera generación psicoanalítica francesa: Didier Anzieu, Jean Laplanche, Jean-Bertrand Pontalis, Serge Leclaire, François Perrier, Daniel Widlócher, Jenny Aubry, Octave Mannoni, Maud Mannoni, Moustapha Safotran. Con la excepción de WIadimir Granoff, todos ellos estaban o habían estado en análisis o control con Lacan. En el primer congreso de la SFP, que se reunió en Roma en septiembre de 1953, Lacan presentó un trabajo notable, "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis" (o "Discurso de Roma"), en el cual expuso los principales elementos de su sistema de pensamiento, derivado de la lingüística estructural y de influencias diversas, filosóficas y científicas. Allí elaboró varios conceptos (sujeto, imaginario, simbólico, real, significante) que iba a desarrollar a lo largo de los años, enriqueciéndolos con nuevas formulaciones clínicas, y después lógico-matemáticas: forclusión, nombre-del-padre, matema, nudo borromeo, sexuación.
Gracias a su amigo Jean Delay obtuvo un anfiteatro del Hospital Sainte-Anne. Durante diez años, dos veces por mes, dio allí su seminario, comentando de manera sistemática todos los grandes textos de la obra freudiana y generando de tal modo una nueva corriente de pensamiento: el lacanismo. El "Discurso de Roma" se publicó en el primer número de La Psychanalyse (la revista de la SFP). Todos los años Lacan hacía entrega a esta revista de sus mejores conferencias, que eran una especie de condensación de los temas del seminario. También hizo publicar en ella artículos de Martin Heidegger, Émile Benveniste, Jean Hyppolite (1907-1968) y muchos otros.
Durante diez años, la enseñanza de Lacan le permitió a la comunidad feudiana francesa experimentar un desarrollo considerable: "nuestros mejores años", dirán los ex combatientes de este grupo en crisis y de ese movimiento en busca de reconocimiento.
Al abandonar la SPP, los fundadores de la SFP habían perdido, sin advertirlo, su afiliación a la IPA. A partir de 1953 se iniciaron negociaciones con el ejecutivo central para que ese segundo grupo francés fuera también incorporado. En esa época nadie soñaba con emanciparse de la legitimidad freudiana, y Lacan incluso menos que los otros. Respaldados por él, Granoff, Leclaire y Perrier formaron una "troica" cuya tarea era negociar la incorporación de la SFR Después de años de discusiones e intercambios, el comité ejecutivo de la IPA negó a Lacan y Dolto el derecho de formar didactas. Las razones eran complejas. Se reprochaba a Lacan la transgresión de las reglas técnicas, en particular las que determinaban la duración de las sesiones. En el caso de Dolto, el rechazo se basaba en parte en su manera de practicar el psicoanálisis de niños, pero también cuestionaban su formación didáctica: en esa época, en efecto, los alumnos de René Laforgue habían sido invitados a realizar un nuevo análisis.
La segunda escisión (una "excomunión" según Lacan) del movimiento psicoanalítico se produjo en el invierno de 1963. Fue vivida como un des, ;tre por todos los miembros de la SFP, tanto por los alumnos como por los negociadores: Leclaire, Lacan, Granoff, Pierrier (y Pierre Turquet por Gran Bretaña).
En 1964 se disolvió la SFP y Lacan fundó la École freudienne de Paris (EFP), mientras que la mayoría de sus mejores alumnos se volvían a encontrar junto a Lagache en la Association psychanalytique de France (APF) reconocida por la IPA. Obligado a mudar su seminario, Lacan, gracias a la intervención de Louis Althusser, fue acogido en una sala de la Escuela Normal Superior (ENS) de la rue d'Ulm, donde pudo continuar su enseñanza.
En un artículo de 1964, Althusser dibujó un bello retrato matizado de Lacan. Captó muy bien las grandezas y debilidades del personaje, su rigor teórico, su dolor en los combates: "De allí la pasión contenida, la contención apasionada del lenguaje de Lacan, que sólo puede vivir y sobrevivir en estado de alerta y prevención. Lenguaje de un hombre asediado y condenado por la fuerza abrumadora de las estructuras y las corporaciones a adelantarse a sus golpes, a fingir al menos que los devuelve antes de haberlos recibido, desalentando al adversario para que no lo aplaste bajo los suyos [ ... ]. Tenía que enseñar la teoría del inconsciente a médicos, analistas o analizados, y Lacan, en la retórica de su palabra, les dio el equivalente mimado del lenguaje del inconsciente que, como todos saben, es en su esencia última Witz, juego de palabras, metáfora, frustrada o exitosa: el equivalente de la experiencia vivida en la práctica de ellos, fuera como analistas o como analizados."
En la ENS, Lacan conquistó un nuevo auditorio, el de una parte de la juventud filosófica francesa, a la cual Althusser confió la misión de trabajar sus textos. Entre esos jóvenes se encontraba Jacques-Alain Miller, que en 1966 se casó con Judith Lacan. Él se convertiría en el redactor de los seminarios de su suegro, su ejecutor testamentario e iniciador, en 1975, de una corriente neolacaniana en el interior mismo de la EFP.
En 1965, impulsado por Frangois Wahl, Lacan fundó la colección "Champ freudien" en Éditions du Seuil y, al año siguiente, el 15 de diciembre, publicó sus Écrits. La obra presenta las huellas de su difícil elaboración: reescritura del propio Lacan, correcciones múltiples de Wahl, comentarios de Miller. Lacan recibió por fin la consagración esperada y merecida: en quince días se vendieron cinco mil ejemplares, antes de que aparecieran las reseñas bibliográficas en la prensa. Se iban a vender más de cincuenta mil ejemplares de la edición normal, y la venta como libro de bolsillo batiría todas las marcas para un conjunto de textos tan difíciles: más de ciento veinte mil ejemplares del primer volumen, más de cincuenta mil del segundo.
En adelante, Lacan fue reconocido, celebrado, odiado o admirado como un pensador de envergadura, y no sólo como un maestro del psicoanálisis. Su obra fue leída y comentada por numerosos filósofos, entre ellos Michel Foucault (1926-1984) y Gilles Deleuze (1925-1995).
Incluso antes de la aparición de la opus magnum, Lacan viajó a los Estados Unidos, invitado al simposio sobre el estructuralismo que en octubre de 1966 organizaron René Girard y Eugenio Donato en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore: "En Baltimore -escribió Derrida" me habló del modo en que pensaba que sería leído, en particular por mí, después de su muerte [ ... ]. La otra inquietud (que él me confió) concernía a sus Écrits, que aún no habían aparecido pero cuya publicación era inminente. Lacan estaba preocupado, un poco descontento , me pareció, de quienes en Seuil le habían aconsejado reunir todo en un solo gran volumen [ ... ]. «Ya verá, me dijo, haciendo un gesto con la mano, eso no va a sostenerse»." Lacan volvió a los Estados Unidos en 1976, para dar una serie de conferencias en las universidades de la Costa Este. La lectura de su obra siguió limitada a los intelectuales, las feministas y los profesores de literatura francesa.
Enfrentado al gigantismo de la EFP, Lacan trató de resolver los problemas de formación introduciendo el pase, nuevo procedimiento de acceso al análisis didáctico. Aplicado en 1969, provocó la salida de un grupo de analistas que se oponían a él (Perrier, Piera Aulagnier, Jean-Paul Valabrega), quienes formaron una nueva escuela: la Organisation psychanalytique de langue française (OPLF) o Quatrième Groupe. Esta escisión, la tercera en la historia del movimiento francés, marcó la entrada de la EFP en una crisis institucional que desembocó en su disolución el 5 de enero de 1980, y después llevó a la dispersión del movimiento lacaniano en una veintena de asociaciones.
En 1974 Lacan asumió la dirección, en la Universidad París-VIII, en el departamento de psicoanálisis fundado por Serge Leclaire en 1969, de una cátedra del "Champ freudien" que confió a Jacques-Alain Miller. Alentó entonces la transformación progresiva de su doctrina en un sistema cerrado, mientras se empeñaba en hacer del psicoanálisis una ciencia exacta basada en la lógica del matema y la topología de los nudos borromeos.
Afectado de trastornos cerebrales y una afasia parcial, Lacan murió el 9 de septiembre de 1981 en la clínica Hartmann de Neuilly, después de la ablación de un tumor maligno de colon.
En una oportunidad, Lacan, a modo de confidencia, le había dicho a su amiga María Antonietta Macciocchi: "¡Ah querida, los italianos son tan inteligentes! Si pudiera elegir un lugar para morir, querría terminar mis días en Roma. Conozco todos los rincones de Roma, todas las fuentes, todas las iglesias. .. Y si no fuera Roma, me contentaría con Venecia o Florencia: estoy bajo el signo de Italia."




Diccionario de Psicoanálisis. Elisabeth Roudinesco y Michel Plon

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martes, 26 de agosto de 2008

La familia. Lacan. Resumen

Publicación realizada por la cátedra de Psicopatología en el aulavirtual

La estructura familiar y la patología. El Complejo de Edipo y el complejo de Castración como estructurante y etiológico. La represión. La renegación. La forclusión.

Consideraciones Generales

El tema de la familia humana que es el objeto de nuestro interés hoy, ha sido abordado a lo largo de la historia desde diferentes perspectivas que abarcan desde su descripción literaria hasta la sistematización de las estructuras del parentesco, consideradas también desde distintos enfoques,
A) Sociológico
B) Antropológico
C) Psicológico.

Y ello ha tenido como consecuencia tanto el valorizar las reglas de la alianza y la filiación, que son sus funciones simbólicas, como también el de establecer por ejemplo, los orígenes míticos del poder paterno, del patriarcado o del matriarcado y sus efectos.
Con la finalidad de aunar criterios podemos definir el concepto de familia en términos generales como: el conjunto de personas unidas entre sí por el matrimonio y el lazo de la filiación.

La relación de implicación existente entre la familia y la sociedad, lo que es lo mismo que decir que: no hay familia sin sociedad, nos da respuesta a las sucesivas transformaciones a las que se ve sujeta.

Así, podemos distinguir 3 grandes periodos en la evolución de la familia:

1) la familia tradicional: sirve ante todo para asegurar la transmisión de un patrimonio; los casamientos se arreglan entre los padres sin tener en cuenta la vida sexual y afectiva de los futuros esposos.
2) La familia moderna: se convierte en el receptáculo de una lógica afectiva, y sanciona a través del matrimonio la reciprocidad de sentimientos y deseos carnales.
3) La familia contemporánea: que une por un período de extensión relativa a 2 individuos en busca de relaciones íntimas o expansión sexual.
Pero esta relación de implicación también nos permite deducir qué sujeto se corresponde con cada período de la evolución de la familia en la historia, homologándolo al inconsciente en tanto que instancia transindividual.

Sin embargo, y aún cuando es posible trazar el cuadro de su recorrido evolutivo, esta estructura se sostiene de los caracteres simbólicos invariantes que señalamos más arriba:
1) la alianza
2) la filiación.

La estructura edípica de la familia

En los inicios del siglo pasado, y a la luz de los grandes mitos, Freud tomó en cuenta no sólo la declinación de la soberanía del padre sino también el principio de lo que podemos designar como “una emancipación de la subjetividad”.
La invención de la familia edípica tuvo gran impacto sobre la aprehensión de las relaciones internas de la familia contemporánea en el siglo XX.
En cierto sentido, esa invención fue el paradigma del advenimiento de la familia afectiva contemporánea, porque al hacer de ésta una estructura psíquica universal, explicaba un modo de relación conyugal entre los hombres y las mujeres que ya no se basaba en la coacción ligada a la voluntad de los padres sino en una elección libremente consentida. La novela familiar freudiana supone que el amor y el deseo, el sexo y la pasión, se inscriben en el núcleo de la institución del matrimonio.
De este modo, la familia afectiva se apoya en una organización de las leyes de la alianza y la filiación que, a la vez que postula la prohibición del incesto como la ley que da origen a las estructuras del parentesco dando lugar a las líneas del linaje, y la organización de las generaciones; también lleva a cada hombre a descubrirse poseedor de un inconsciente, y en consecuencia, distinto de lo que cree ser.
El Complejo de Edipo, tal como fue conceptualizado por Freud, dió cuentas de un sujeto culpable de desear a su madre y querer matar al padre, definiéndolo como el actor de un descentramiento de su subjetividad.
Freud inventa entonces una estructura psíquica del parentesco que inscribe el deseo sexual en el corazón de la doble ley de la alianza y la filiación, privando de este modo a la vida orgánica de su monopolio al diferenciar el deseo sexual de las llamadas prácticas carnales.

La familia según Lacan

En 1938, en el momento en que Freud tomaba a Moisés para demostrar que el monoteísmo debía su poder a la instauración de una ley del padre consecutiva de un asesinato reprimido, Lacan publicó una síntesis del estado de la familia en vísperas de la guerra. En ella mezclaba consideraciones clínicas sobre el complejo de Edipo y la psicopatología de las relaciones entre padres e hijos con un análisis de las distintas teorías psicoanalíticas, antropológicas y sociológicas que permitían entender su status y evolución.
Asociando las tesis de Durkheim y tomando en cuenta los avances kleinianos traza el cuadro de la familia nuclear moderna. Inspirado en una tesis de la biología que sostiene que la pertenencia de un individuo a un medio debe pensarse como la interiorización de éste en la vivencia de aquel, define a la familia en primer término como “un conjunto de relaciones biológicas sublimadas por la relación social”.
Este punto de vista, lejos de ser ajeno al psicoanálisis, es fundamental, puesto que esta reflexión sobre la esencia de lo social, no es otra cosa que lo que luego designará en su álgebra con la letra “A”, y que denomina “gran Otro”, y que es una forma de decir que lo social se anticipa sobre lo que se cree individual.
Así, considera que la familia se organiza de acuerdo a complejos: un conjunto de representaciones inconscientes (imagos) marcadas por los polos de lo paterno o lo materno. Al margen de esta pertenencia, que caracteriza la organicidad social de la familia, no es posible ninguna humanización del individuo.
Lacan pensaba la familia como un todo orgánico considerando que la declinación de la imago paterna daba cuenta del estado de la sociedad europea en vísperas de la guerra. Estaba convencido que la antigua soberanía del padre había desaparecido y que la revalorización del padre sólo podía ser simbólica.
Veía en el interdicto de la madre la forma concreta de una moral “cerrada”. Su expresión era el complejo del destete, porque restablecía, en la forma de una “imago del pecho materno”, la relación nutricia interrumpida. La existencia de esta imago domina el conjunto de la vida humana como una invocación de la nostalgia por el todo; y explica en la mujer la permanencia del sentimiento de maternidad.
Pero cuando esa imago no se sublima para permitir el lazo social, entonces, se vuelve mortífera y puede manifestarse en conductas suicidas en el sujeto.
Así, sitúa la función de apertura del lado de la autoridad paterna, cuya expresión es el Complejo de Edipo, porque introduce una interposición que separa al niño de la madre.
En 1956, en el Escrito “Función y campo de la palabra y el lenguaje”, Lacan da cuenta de la complejidad de la estructura familiar a partir de considerar la importancia del lenguaje en lo que llamamos “el universo humano”. En esta perspectiva relee la invención de Freud y da al funcionamiento del inconsciente una articulación racional.
¿Qué nos enseñan las leyes del lenguaje con respecto a la familia? Teniendo en cuenta los aportes de Levy Strauss y sus estudios sobre las estructuras elementales del parentesco y las leyes que las rigen, Lacan deduce que los intercambios que se producen a nivel de dichas estructuras responden a una combinatoria precisa puesto que responden a las leyes del número.
Entonces, al introducir un principio formal que dice que el parentesco está regido por una ley que responde a la ley del número, deduce la estructura del Complejo de Edipo como una respuesta subjetiva a esa combinatoria simbólica.

El Complejo de Edipo, y el Complejo de Castración.

El complejo de Edipo considerado en principio como una estructura constituida cumple con una función normativa en:
1) la estructura moral del sujeto
2) en la relación con la realidad
3) en la asunción del sexo.

Intentaremos ahora articular el complejo de Edipo al complejo de castración por la puesta en función de la metáfora paterna, al mismo tiempo que vamos a considerarlo según el grafo del deseo, lo que nos permitirá pergeñar una teoría de la constitución del sujeto del inconsciente.
Con esa finalidad vamos a tomar como referencias:
1) “El Seminario V. Las formaciones del inconsciente” en el que Lacan, establece la lógica de la estructura edípica desarrollando su dialéctica, y ordenándola en tres tiempos.
2) El Escrito “Sobre una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” en el que acuña la fórmula lógica de la “metáfora paterna”.
3) El Escrito “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en el que desarrolla su “grafo” del sujeto del inconsciente.

Por otra parte hemos ordenado este desarrollo teniendo en cuenta que cada tiempo del Edipo se caracteriza por la “asunción” por parte del sujeto de una determinada posición en su constitución, y en consecuencia es posible articularlo con una determinada etiología psicopatológica, así como a un determinado mecanismo.

Primer tiempo: Asunción del deseo de la madre, DM/ x, ingreso a la dialéctica del “ser”:
En este primer tiempo la operación que se efectiviza es la de la asunción del “deseo de la madre” (DM), por la puesta en función de la “simbolización primordial” cuyo ejemplo princeps es el juego del Fort-Da, en el que se representa que es en la alternancia de la presencia-ausencia como se produce la transmutación de la cosa en la emergencia del significante.
De allí que el “ser”, el objeto primordial que es la madre es elevada al rango de sujeto partiendo del “principio que no hay sujeto si no hay significante que lo funda”.
En esta instancia algo se subjetiviza, se abre una dimensión por la cual “se inscribe virtualmente lo que la madre desea objetivamente”, y esta inscripción virtual que no es otra cosa que una interpretación, aquella que el sujeto hace del deseo del Otro, de ese primer Otro que es la madre en tanto la ha simbolizado, nos reenvía grafo y a la primera ecuación de la metáfora paterna.

Localizamos este primer tiempo en el piso inferior del grafo, en el lugar del código (A) al deseo de la madre (DM), y su respuesta (x) en el lugar del significado al sujeto (s(A))

(Primer tiempo de la metáfora)




A partir de aquí el niño que ingresa en la estructura como profundamente sometido a la ley incontrolable del DM no tiene otra forma de satisfacerlo que ocupando el lugar del objeto de dicho deseo; que no es otro que el falo elevado al rango de significado, como efecto del significante. Esta es la identificación primordial por la que el sujeto asume el DM y que instala al sujeto en la dialéctica del ser, que en lo que concierne al sexo si no se franquea, da origen a la serie de las identificaciones perversas, en las que tanto el fetichismo como el travestismo se convierten en su expresión paradigmática.




Segundo tiempo: Asunción de la privación de la madre, Nodal y negativo. Ingreso a la dialéctica del tener

Esta asunción que se instala como el núcleo de lo que Lacan despliega bajo la rúbrica del segundo tiempo del Edipo, y como la consecuencia de la posición interdictora del padre actúa en diversos planos y articula el Complejo de Edipo al Complejo de Castración.
El complejo de castración cumple en este nivel con su función nodal; pues la amenaza de mutilación que reenvía al sujeto al imaginario del cuerpo toma su valor en la medida en que se anuda al impacto que le produce la percepción visual de la falta de pene de la madre.
La interpretación que el sujeto hace del papel desempeñado por el padre en el hecho de que la madre no tenga falo, es aquí esencial. Si el padre castra a la madre de lo que ella no tiene, entonces se está en el nivel de la privación que eleva al falo al rango de símbolo y lo instala en la dimensión de ser el significante de la falta de pene de la madre. Operación en la que se verifica que el pasaje del falo al simbólico está motivada por su incidencia real, que al mismo tiempo que denuncia la intrusión del goce fálico pone en obra la transformación del falo imaginario en simbólico.
La asunción de esta privación tiene un doble efecto, pues al mismo tiempo que conmueve la posición del niño como súbdito y lo desprende de esta identificación; lo liga a la primera emergencia de la ley, pues el sujeto al interrogar al Otro, se encuentra con el Otro del Otro, en la medida en que la madre ya no depende del objeto de su deseo sino de un objeto que el Otro tiene o no tiene, instaurando la dialéctica del tener en la que el padre se hace preferir a la madre.
En lo que concierne al sexo, la castración así considerada instala una antinomia interna en la que se traduce no solo la aporía freudiana, sino una antinomia estructural que hace que el Hombre en sentido genérico asuma su sexo al precio de una amenaza de mutilación o al precio de una privación.
Este tiempo es correlativo del punto de la metáfora en el que se “anudan” la primera ecuación: (DM/x) con el término metafórico propiamente dicho.
Su importancia, tal como ya lo hemos indicado es la de elevar el falo imaginario (φ) al rango de falo simbólico (Φ), al mismo tiempo que la de hacer ingresar al sujeto en la dialéctica del tener, paso necesario para la efectuación de la metáfora paterna.



Grafo: piso superior, subrayado del punto de articulación de la metáfora. S (A barrado). Φ.


Tercer tiempo: Asunción del sexo. Formación del Ideal del Yo. Normativización de la realidad.

Momento terminal del Edipo que conduce a la formación del ideal del yo, y en el que se constatan los efectos disimétricos del complejo de castración en lo atinente a la identificación sexual, así como en su relación a la realidad.
Este tiempo del Edipo, regido por la puesta en función del significante del Nombre del Padre, es decisivo en la constitución de lo que Lacan designa como “metáfora paterna”.
Pues en el niño nos encontramos en presencia de una hiancia, como efecto de la función interdictora del padre a partir de la cual se ha hecho preferir a la madre. Es aquí que se plantea toda la cuestión del Edipo invertido cuyo resultado supone el pasaje a la categoría de mujer.
La solución que Lacan aporta es la de convertir al padre en una metáfora cuyo efecto es el de desanudar de su conexión léxica el significante de la madre con el significado del falo en su valor metonímico, significante que pasa entonces a la categoría de significado, y simultáneamente el significante del Nombre del Padre entra en posesión del objeto en “forma de falo”.
La potencia del padre se revela entonces en su sentido genital, para dar lo que está en juego en la privación fálica. Se abre aquí para el niño la vía de la asunción del tipo viril en la que el amor al padre se anuda a la identificación ideal por la que encuentra la solución terminal, y lo que ello significa: “que en cuanto viril un hombre es siempre más o menos su propia metáfora”, lo que quiere decir que para el hombre asumir tener un pene significa “ser idéntico a su padre”.
En cuanto a la niña si bien asume sin dificultad la privación por la que el padre se hace preferir a la madre, aún cuando de modo residual siempre queda lo que se llama “penisneid”, que es el modo de la incidencia del falo imaginario como falta, como el objeto del que está privada; el problema se plantea al nivel de la metáfora correlativa de la identificación ideal. La falta de este significante identificatorio decisivo en la asunción del sexo hace que las verdaderas mujeres siempre tengan “algo de extravío”, así como el “acceso a algo más primitivo e instintual” “que la sitúa en una relación directa con el objeto no ya de su deseo sino de su necesidad”. Lo que abre el interrogante en lo que concierne a la asunción del sexo en el sujeto femenino pues algo de lo real escapa a la operación de la significantización.
En cuanto a lo que se refiere a relación con la realidad, a partir de este momento, el sujeto estará provisto de una “significación”, que no es otra que fálica, y que condensada en el algoritmo del fantasma constituye aquello que Freud dió en llamar “realidad psíquica”.
Grafo: completo fórmula del fantasma.




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lunes, 25 de agosto de 2008

Entrevista a Silvia Bleichmar

-Habiendo estudiado sociología y psicología en Buenos Aires emigró luego a México, realizando posteriormente el Doctorado en Psicoanálisis en la Universidad de Paris VII, bajo la dirección de Jean Laplanche, ¿Por qué lo eligió a Laplanche como su director de tesis?
-En los comienzos de los años ‘70 cuando me aproximo al pensamiento de Lacan (toda mi generación de alguna manera lo hace) también accedo al vocabulario de Laplanche. Pero en realidad, el artículo de él que a mi me tocó significativamente fue el de el Coloquio de Bonneval “el debate sobre el realismo del inconsciente y la represión originaria”. En el año ’72, ’73 yo estaba comenzando la práctica con niños y me daba cuenta que el estructuralismo me planteaba una imposibilidad. Abandonada la idea de un inconsciente existente desde los orígenes, aparecía como posible determinar las condiciones de la estructura del Edipo como condiciones de partida de fundación del inconsciente del niño, pero al mismo tiempo era difícil definir cuando era el momento de comienzo de un análisis infantil. Es decir, a partir de que momento yo podía pensar que un niño era plausible de análisis. Cuando leí el texto del Coloquio de Bonneval me impactó la forma en que Laplanche toma el concepto de represión originaria, toma la idea de dos sistemas que se diferencian. Yo estaba trabajando mucho con la metapsicología freudiana, tenía una dedicación fuerte a la metapsicología, no solamente a los textos de 1914 y 1915, si no al capítulo VII. Estaba en nosotros la impronta de todo el pensamiento epistemológico francés, de Bachelard, de Canguilhem y por supuesto Althusser también. Entonces cuando leo el texto de él y Leclaire sobre la represión originaria me conmociona mucho. Al llegar a México ya leía sus textos, pero todavía no sabía muy bien en que posición estaba. Me conecto con gente de la embajada francesa y me entero que él está en Paris VII, por lo tanto decido que quiero hacer algo con él en París VII y le pido que dirija mi tesis, pensando todavía que era el más freudiano de los lacanianos. Cuando me encuentro con él iba con este pensamiento, y no imaginaba que había roto con Lacan, no tenía idea de toda la historia que estaba detrás y él me dice bromeando: no, yo soy el más lacaniano de los freudianos! En realidad cuando lo voy a ver y le explico porqué quiero hacer la tesis con él, denota mucha reticencia al comienzo porque yo no había estudiado en la universidad francesa y le digo que en realidad me encuentro en un momento de impasse teórica del psicoanálisis de niños, le explico qué lo que plantea Maud Mannoni a mi me resulta insatisfactorio porque no me permite encontrar los determinantes intrapsíquicos del niño, le explico en que momento estoy y él se entusiasma. Inclusive me empieza planteando cuales son los obstáculos y termina hablando en plural de los que tenemos que resolver para que yo pueda hacer mi tesis y me facilitó mucho la posibilidad de hacerlo, en el sentido de que me permitió ir a hacer exposiciones permanentes a París, a desarrollar temas para que se me diera por cumplido el ciclo previo a la tesis en lugar de cursar.
Hay una elección, no llego azarosamente a él. Llego pensando en una línea que tiene que ver con un rescate del freudismo desde una postura que está atravesada por el pensamiento epistemológico francés de los años ’60. Luego lo voy conociendo muy bien y me entero que fue compañero en la Ecole Normal de Foucault, de Althusser, es decir que tuvo una formación dentro de todo ese movimiento. Inclusive fue fundador de Socialismo y Barbarie junto con Castoriadis, formaron parte de todo ese grupo de intelectuales. Hay un pensamiento que yo siento que es muy riguroso en él, un pensamiento muy sólido, y cuando lo veo por primera vez y conozco las problemáticas que relataba antes y que no conocía vuelvo en el avión leyendo El Inconsciente y el Ello y me impacta mucho porque ahí veo las polémicas que están en juego y el debate con el estructuralismo.

-Que era una temática que a usted también la preocupaba.

-Si, me preocupaba mucho porque no le veía salida. Inclusive, cuando llego a México formo parte de un grupo lacaniano, de argentinos -cordobeses en particular- también había uruguayos, y recuerdo una discusión con un colega que fue muy graciosa, en la cual él me decía que no existía el psicoanálisis de niños y yo bromeando le dije: bueno, pero al menos decime que existimos los psicoanalistas de niños porque tengo miedo que soples y yo desaparezca. Me iba encontrando con un problema que era la insatisfacción que me producía el estructuralismo. Recuerdo que me pasé mucho tiempo tratando de entender bajo que materialidad se transmitía desde la mirada de la madre la representación unificada del retículo que constituía el yo, el moi. Entonces se lo planteaba a mis amigos lacanianos y me volvían a explicar el estadío del espejo tal cual y me llevó veinte años o más, pero un día a través de El Proyecto encontré una forma que es el soporte material del mensaje dado a través de la economía libidinal y desarrollé todo lo que está en La fundación de lo Inconsciente. Pero fue un interrogante que me planteaba por cuanto yo venía de una postura materialista por lo tanto mi pregunta era ¿cual es el soporte material del mensaje?, ¿cómo se constituye esto?, ¿a través de que vías se transmite? Y lo resolví desde una vía no lacaniana muchos años después. Cuando digo lo resolví me refiero a que encontré una explicación satisfactoria para mi interrogante, eso no quiere decir que lo solucioné para la humanidad. Lo resolví para mi y hoy tengo una respuesta que me es satisfactoria, es coherente teóricamente y me es útil en la práctica, y que tiene que ver con el modelo que desarrollé a partir de El Proyecto tomando la idea de como la mirada del otro se expresa en mensajes libidinales que implican posibilidad de producción de vías de ligadura de la libido.

-El vínculo con Laplanche no se redujo al período de tesis si no que se prolongó en un trabajo fecundo, ¿Qué rescataría de su formación con él?

-El encuentro con Laplanche fue muy importante para mí, y continuó durante todos estos años, si bien hay puntos en los cuales no tengo coincidencia fuerte con él en la actualidad. Sobre todo en el modelo con el cual el maneja la teoría traductiva y la teoría del mensaje enigmático, que hemos discutido mucho donde ahí se abren ciertas diferencias.
De mi formación con él rescataría muchísimo. En primer lugar el rigor freudiano, Laplanche es un hombre que no solo a mi, si no a mucha gente le enseñó a leer Freud de una manera muy fecunda que es leyendo la obra como una obra en contradicción y llevar las aporías y hacerlas chirriar hasta el final, tomarla como una obra para trabajar y no como una obra para concluir. Esto es fundamental. En segundo lugar fue siempre enormemente respetuoso del pensamiento del otro. En mi caso la tesis fue llevada con mucho respeto. La defensa de tesis en la Universidad francesa es un momento difícil porque uno está sentado en una mesita, el jurado adelante y el público atrás como si fuera un juicio de verdad, es horrible. Yo estaba muy tranquila, porque además como no trabajaba en Francia, si no que venía de otro lado no se me jugaba más que el narcisismo. Para otra gente están en riesgo más cosas, para mí solo el narcisismo. El jurado estaba compuesto por Fedida, Jean Lui Lang y Laplanche estaba como jurado y tutor. El día que defendí mi tesis fue muy gracioso porque primero levantó todo mi desarrollo y después él me hizo un planteo. Me dijo que yo usaba alternativamente dos o tres modelos de la constitución psíquica y de los determinantes y si no pensaba que ya era hora de abandonar los tiempos del Edipo. A lo cual le contesté que no iba a abandonar nada que no supiera por qué, y no tuviera con que reemplazarlo. Fue muy gracioso porque me hizo un gesto como de Touchè y pasaron muchos días, yo me fui a Italia con mi marido y mis hijos a pasear, después nos fuimos a pasar la navidad con él a Pomar donde el tiene su chateaux viñatero. A la mañana siguiente el nos acompañó a la estación de tren (recuerdo que hacía mucho frío) y en el momento de despedirnos me abrazó y me dijo: ¿no es hora de abandonar los tiempos del Edipo? Y yo le contesté: ¡No le dije lo que pensaba! Me lo dijo en serio y yo también le contesté en serio.
Sobre todo para mi fue un sostén muy fuerte en el exilio porque mi soledad era mucho mayor y después cuando volví a la Argentina traduje las Problemáticas, traduje bastante de la obra de él al castellano. Acá había quedado sepultado, era solo el autor del diccionario o del vocabulario. El vínculo se mantuvo a través de los años y en este momento mi obra tomó un camino bastante independiente, pero hay una referencia muy fuerte y sigo pensando que es uno de los pensadores más importantes del psicoanálisis post Lacan, creo que no son tantos los que han producido cosas importantes después de Lacan. Piera Aulagnier, él, Green, los Mannoni, sobre todo Octave, pero no hay tantos pensadores grandes post Lacan. Y posiblemente él junto a Piera hayan sido los dos más sólidos, más fuertes de distintas maneras.
Ha sido una enseñanza de mucho rigor, me ayudó mucho a diferenciar rigor y dogmatismo. Él es un espíritu muy libre, estudió medicina y filosofía, su tesis sobre Hölderlin es anterior, es su tesis de filosofía, en esa época ya era paciente de Lacan y después estudió medicina, de manera que tiene un pensamiento fuerte.

-En el año 1985 dirigió el proyecto de UNICEF de asistencia a las víctimas infantiles del catastrófico terremoto de México en setiembre de ese mismo año, ¿Cuáles fueron los efectos que en forma más recurrentes pudo observar en los niños?

-Justamente Laplanche vino a cerrar conmigo ese proyecto, es decir cuando terminó, cuando nadie quería viajar a México porque persistía el miedo por posibles nuevos terremotos, él viajó y participó del cierre de este proyecto conmigo y con mis alumnos. Dio dos conferencias y estuvo en el cierre donde yo trabajé, reformulé una serie de cuestiones respecto del traumatismo. Efectivamente, dirigí un proyecto de UNICEF para los niños del terremoto y fue un proyecto de enorme intensidad que consistió en un trabajo con la población y simultáneamente un curso de formación para la gente que iba a trabajar con la población, es decir que hicimos conjuntamente formación y asistencia.
A partir del terremoto de México repensé el concepto de neurosis actuales. El concepto de situación desencadenante en psicoanálisis durante mucho tiempo había propiciado la idea de que lo que desencadena el traumatismo es algo que ya está larvadamente en el sujeto. La experiencia primero con las víctimas del terrorismo de estado, luego con el terremoto (después lo fui corroborando en otras situaciones) me permitió reformular esto y darme cuenta que los efectos desestructurantes de los grandes traumatismos si bien inciden sobre las estructuras anteriores no están determinados como desencadenantes si no que son constitutivos. Ahí diría que entendí con mayor profundidad la idea del traumatismo en varios tiempos. Hay una frase en El Proyecto en la cual Freud dice que en el segundo tiempo se constituye el traumatismo, es el único lugar donde no dice se desencadena, si no que dice se constituye, se produce. Uno de los temas muy importantes en estas situaciones es que se confunde con duelos la astenia o la inmovilización posterior que padecen las víctimas o los afectados por situaciones traumáticas severas. En esa época retrabajé todo el modelo freudiano de Más allá del principio del placer porque en realidad no es que están en duelo si no que el estupor inmoviliza porque toda la economía libidinal está destinada a contener los tormentos desgarrados del psiquismo, de manera que la parálisis no es efecto de un duelo como se piensa a veces. Hay muchos tiempos de esto. Hay que tener en cuenta algunas cosas cuando se produce una situación tan grave como fue el terremoto, o la bomba a la AMIA, pero el terremoto tiene una característica y es que no solamente el sujeto padece el momento del terremoto si no que toda su vida cambia a posteriori. Por ejemplo, los niños son alojados en albergues. En esos albergues los adultos están en condiciones diferentes a las que estuvieron, a veces se separan hombres y mujeres y los niños van a parar con los hombres y las niñas con las mujeres, con lo cual se desarticulan los modos con los que estaban constituidos. En muchos casos los adultos se descompensan por las situaciones que están padeciendo y se incrementan situaciones de abuso a niños. Con lo cual una de las cosas que hay que considerar es que ante situaciones de catástrofe histórica o social o natural –aunque habría que discutir hasta donde son naturales porque en realidad siempre son catástrofes que marcan la insuficiencia protectora del estado o los niveles de corrupción del estado. En México la mayoría de los edificios que se cayeron fueron edificios de la corrupción que habían sido aprobados sin tener las condiciones, incluso muchos edificios gubernamentales nuevos-, ante estas situaciones traumáticas, hay una cadena traumática y hay que intentar encontrar las especificidades. En los primeros tiempos no hay síntomas, el síntoma se produce siempre un tiempo después cuando hay recomposición psíquica, porque en el primer tiempo los sistemas psíquicos no están en condiciones de producir síntomas que serían formas de religazón y normalización espontánea del psiquismo. Lo que se encuentran son estados de desorganización, estados de apatía que no están ligados con la depresión si no con la conmoción sufrida, desorganizaciones de distinto tipo. Después viene todo lo que hace a la reorganización psíquica donde se pueden ver distintos estados. En los niños en general no aparece lo mismo que en los adultos, es distinta la forma con que el adulto significa lo vivido. En los adultos se ven efectos más masivos y aparición (sobre todo en los sectores populares se ve mucho el incremento) de patologías sociales, alcoholismo, etc. Pero los síntomas son tardíos.

-¿Se trataba de alteraciones en el psiquismo de carácter transitorio o permanentes?

-En general los síntomas son transitorios, pero hay que tener en cuenta que la estructura no vuelve al punto de partida. Nadie que ha pasado por un gran cataclismo vuelve al punto de partida. Después trabajé mucho la idea de sistemas alejados del equilibrio. La estructura se recompone en un nivel diferente. Depende de la injuria sufrida, en algunos casos lo que hay que evitar es que queden cicatrices queloides, zonas de insensibilización, zonas de dificultad para el intercambio con el exterior, en otros casos se produce un incremento de la potencialidad simbólica, pero depende de cómo ha sido afectado el sujeto.

-Como ha sido afectado el sujeto estará en relación a la significación que se le de posteriormente y no solo al impacto que provoca el efecto traumático.

-Efectivamente, inclusive uno de los temas que se habla mucho en relación a estas cuestiones es la forma en que la sociedad articula redes simbólicas de reconocimiento de las víctimas, ese es un aspecto muy importante.

-A veinte años de aquel suceso ¿se ha realizado algún seguimiento del cual pudiera extraer nuevas conclusiones?

-No se ha podido hacer porque uno de los problemas que existe es que el modelo estatal en México y en general en Latinoamérica es como el tiempo indígena, cada tantos años se eclipsa el mundo y empieza de nuevo. Con lo cual con cada cambio de gobierno no hay proyecto que continúe. Ese es un problema que existe en general en los estados latinoamericanos, además muchas veces los datos se ocultan, se manejan. Por ejemplo, el destino de los bebés que quedaron sepultados en el hospital del Seguro Social que sobrevivieron y además lo impresionante fue que una cantidad de bebés sobrevivieron solitos, y se piensa que sobrevivieron porque al no tener el mismo estrés y la angustia que tiene el adulto y al tener mayor cantidad de líquido pudieron sobrevivir, dado que el estrés es por hambre pero no por angustia de muerte. Pero nunca se pudo saber en que estado estaban porque el gobierno Mexicano lo convirtió en un bastión de la supervivencia de la raza, nunca nos enteramos pero se supone que algunos tienen daños cerebrales e irreversibles por no haber recibido alimentación varios días. No hay cifras claras, ni siquiera hay estadísticas claras sobre la cantidad de víctimas.

-También en el año 1994 dirigió otro proyecto de UNICEF, en este caso se trató de ayuda psicológica a los afectados por la bomba que destruyó la Mutual Judía en Buenos Aires (AMIA). ¿Qué similitudes y diferencias ha encontrado en ambos casos?

-La similitud tiene que ver con el modelo de lo traumático, el cual es un modelo que se va extendiendo a través del tiempo, se va corroborando. El modelo traumático como una ecuación entre aquello que llega y la capacidad ligadora del sujeto. La diferencia entre el acontecimiento y el traumatismo en tanto el acontecimiento es lo que ocurre factualmente y el traumatismo es la incidencia subjetiva de lo vivido, los modelos metapsicológicos se conservan, hay una diferencia importante que es la misma que tiene el terrorismo de estado. Los grandes traumatismos históricos generan algo que no generan las catástrofes geográficas, y es que desconstruyen los enlaces entre los seres humanos. Agregan al traumatismo vivido una precocidad –por ejemplo en los niños– respecto de la maldad en el otro, cosa que no ocurre en las catástrofes geográficas donde la gente es más solidaria. El traumatismo producto de la acción asesina del otro, o de la acción agresiva o sádica del otro (sabemos que están todas las gamas posibles) genera en los seres humanos un tipo de terror diferente al que produce la naturaleza. Además el traumatismo producido en situaciones de afrenta entre seres humanos requiere de la justicia como forma de convalidación del derecho de las víctimas a ser resarcidas por la sociedad, el reconocimiento.
Una de las cosas más terribles es la ausencia de reconocimiento de las víctimas. Si pensamos en los sobrevivientes de Malvinas (como en Estados Unidos los de Vietnam, pero en Argentina es muy claro) el dolor más grande es la ausencia de reconocimiento de la sociedad e inclusive la falta de respeto frente al padecimiento. Es algo muy terrible porque no da reposo.

-Hay algo del orden de lo moral que interviene en estos traumatismos mientras que en el caso de la naturaleza no.

-Si, pese a que uno podría decir que en las catástrofes naturales está implicada siempre la ineficacia del estado. Pensemos en las inundaciones por ejemplo, muchas cosas donde está claramente implicada la ineficacia y la corrupción, pero es muy diferente al deseo mortífero del otro.
En México cuando ocurrió el terremoto no tuve mucho miedo y una de las cosas que nos sorprendió a todos es por qué yo no tuve miedo y una de las bromas –que no era ninguna broma– era que yo decía: la naturaleza te mata pero no te tortura. Es una frase espantosa pero tiene que ver con que el terror padecido en la Argentina había sido tan brutal que el hecho que la naturaleza te mate nos permitía pensar que al menos no te lo hacía adrede, no te lo hacía a vos. Creo que eso genera condiciones distintas, si bien por supuesto los sectores populares transforman en mensajes las catástrofes naturales e incluso a veces la religión hace usufructo de eso de una manera muy vil diciendo que es el castigo o cosas así. Pero en general en las mentes racionales como las de uno la catástrofe natural produce menos pánico que la afrenta histórica.

-En sus escritos refiere que en la actualidad la humanidad no le teme a la naturaleza sino a la agresión de los otros.

-Así es. Si hoy Freud tuviera que escribir El Malestar en la cultura o El provenir de una ilusión tendría que empezar por otro lado. El provenir de una ilusión empieza justamente con la necesidad de los seres humanos de protegerse de la naturaleza y cada vez más el tema central que se plantea en el imaginario compartido no es ese.

-Siguiendo sus planteos podríamos decir que en los momentos de catástrofes históricas se produce des-subjetivación en quienes los soportan, ¿Cuáles son los efectos que esta des-subjetivación produce en el psiquismo, dado que acompañando su pensamiento ambos se encuentran relacionados?

-Depende del tipo de daño. Por ejemplo la derrota de un proyecto histórico no necesariamente produce des-subjetivación porque puede hacer que los perdedores conserven la identidad en el marco de su propia derrota. Si pensamos el modo en el cual los españoles conservaron después de la guerra civil sus emblemas, su identidad (los republicanos por ejemplo), eso trasciende y se mantiene más allá de las derrotas. Algo parecido ocurrió con el exilio, la identidad no se pierde cuando un sector es históricamente derrotado o inclusive cuando es dañado seriamente. El proceso de des-subjetivación tiene que ver con el momento en el cual las víctimas renuncian a la conservación de las premisas que las llevaron a cierta forma identitaria en la formulación de su relación con el mundo. Por ejemplo, yo diría que el proceso de des-subjetivación ha sido muchísimo mayor en la Argentina en la década del ‘90 que durante la dictadura Militar[1] porque en la medida que uno tiene una fuerza en frente que lo quiere destruir no necesariamente se desconstruye la identidad. Lo que ocurrió en los anos ‘90 es distinto. La forma de la destrucción toma otro modelo. Yo desarrollé la diferencia entre auto-preservación y auto-conservación para plantear que hay momentos muy decisivos de la historia en los cuales un ser humano tiene que elegir seguir siendo quien es pese a morir, o vivir dejando de ser. Esto aparece muy claro en los relatos de los campos de concentración y de la segunda guerra y también de la Argentina de las formas con las cuales se produjeron procesos de desubjetivación de las víctimas. En los ‘90 se produce un fenómeno diferente que es que hay una expropiación de la identidad a partir de que la propuesta de autoconservación prima sobre la autopreservación identitaria pero como si fuera una elección de quien la realiza; o bajo las formas de la desconstrucción de la identidad laboral. Alguien que pierde el trabajo no es un obrero de la construcción temporariamente desocupado, es un desocupado. Me sucedió algo que me impactó mucho con un taxista a quien le pregunté como sabía tanto sobre determinado tema y me dijo: yo fui sociólogo. Con lo cual no era un sociólogo que manejaba un taxi si no alguien que ahora era un taxista que alguna vez fue sociólogo. Este es un proceso de desconstrucción identitaria, por eso las formas espontáneas con las cuales la sociedad intenta resistir se constituyen como modelos identitarios. Si uno piensa en lo que es un piquetero, un piquetero es un desocupado en lucha con lo cual asume una identidad positiva, es decir invierte la situación en la cual ya no es más un no ocupado para ser un piquetero. Esta forma restitutiva de identidad, que por supuesto es compleja y que además se va subsumiendo en algún momento en la pura subsistencia bio-política en el sentido de sin expectativas, de todas maneras lo que intenta es evitar un desconstrucción identitaria.
Volviendo a la pregunta respecto de los procesos de des-subjetivación pienso que una de las cosas que caracteriza a esta etapa en general de occidente es que el sujeto es definido por su perfomance y no por quien es. Esto abre la propuesta de acomodación del síntoma para seguir produciendo mediante la ingesta de medicamentos paliativos porque lo que está en juego no es la recomposición psíquica de un sujeto si no el desempeño y esto es lo único que se preserva, su desempeño, ahí hay un proceso de des-subjetivación severo. Además los cambios permanentes de trabajo, la inestabilidad, la ausencia de escenarios geográficos (incluso de permanencia) produce situaciones de anonimato en las relaciones laborales que forma parte de este proceso, porque la subjetividad no se puede pensar al margen del resto de los seres humanos, es un proceso social, compartido.

-¿De qué manera evalúa que este proceso va a influenciar en el psiquismo?

-Estamos viendo patologías inéditas en este momento, por ejemplo hay un incremento importante de modos compulsivos o de modos brutales de relación. Cuando uno se entera que quienes secuestraron y mataron a un niño, como el caso de Santiaguito[2], fueron los vecinos uno tiene una sensación escalofriante, porque en realidad lo que está planteando eso es que el de al lado no es un semejante ya, que se puede coexistir geográficamente sin constituir una comunidad. Con lo cual lo que vemos emerger son patologías de la pérdida de enlace al otro y esto incrementa todas las formas de sadismo, de agresividad, e incrementa la paranoia en la medida en que se está viviendo en una sociedad donde no se puede plantear el imperativo categórico como universal. En última instancia la paranoia en la que vive la sociedad argentina está muy determinada por la ausencia de convicción en el imperativo categórico, es decir actuar de tal manera que tu propia conducta pueda ser norma universal. Si cada uno piensa que la moral es un problema de circunstancia por qué va a creer en el otro. Las patologías que vemos en la actualidad están muy relacionadas con la ausencia de garantías intersubjetivas y no solamente autoconservativas.

-Siguiendo su línea de pensamiento considera que lo relacionado con “la era del vacío” corresponde a modelos que nos llegan del primer mundo pero que tienen poco que ver con los padecimientos del resto de la humanidad en la que los argentinos estaríamos incluidos, ¿cómo pensar la anorexia, la bulimia, las adicciones y aquellas que han sido encuadradas en la llamadas “nuevas patologías”?

-No del mismo modo. En primer lugar tenemos varias Argentinas hoy, esa es una cuestión a tener en cuenta. Nosotros tenemos un país en el cual las problemáticas existenciales (para decirlo de alguna manera general) varían por estamentos. Tenemos en este momento 4000 niños en Buenos Aires en la calle, tenemos una enorme cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan (creo que un millón y pico entre los 18 y los 23 años) y tenemos al mismo tiempo niños que están metidos en un sistema Taylorista de enseñanza en el cual trabajan diez horas diarias en la escuela y encima tienen que llevar tareas a la casa. Son varios países, no es el mismo país para todos. Cuando los europeos hablan de la “era del vacío” están planteando una suerte de saturación del desarrollo capitalista, cuando nosotros hablamos de eso mismo, estamos hablando de una coartación del futuro, estamos hablando de una sensación de disociación entre el tiempo por delante y la posibilidad de construcción del futuro. Lo que en nuestro país produce el desaliento no es que está todo hecho, si no que lo que hay que hacer no se puede hacer. Es muy distinto a lo que le pasa a los franceses.
Entonces no es el lastre del pasado lo que nos detiene. Lo que a nosotros nos paraliza es la duda respecto a la posibilidad de instrumentación de un futuro.

-Pero la posición de vacío en un sujeto de todos modos existe tanto en Buenos Aires en la clase media, alta o baja como en Europa.

-Tiene significaciones diferentes. Lo que si es verdad es que la humanidad se ha quedado sin un proyecto histórico de relevo. La idea de progreso es una idea que ha desaparecido. Por eso curiosamente el fundamentalismo tiene hoy capacidad de colarse en la sociedad, porque aparece ligado, de algún modo, a valores que posibilitan armar una fantasía trascendente. Es terrible pero tiene que ver con eso.
En los Estados Unidos encontramos mucha menos anorexia, mientras que nosotros tenemos un índice de anorexia alto, también tenemos bulimia. Pero en nuestro caso no están ligadas la anorexia y la bulimia a la ausencia de deseo si no al control narcisista de la imagen. El ser modelo o el ser futbolista se han convertido en las dos salidas más importantes representacionales del éxito. Ahora basquetbolista también con Emanuel Ginobili (yo soy de Bahía Blanca y estamos re-contentos, por fin existimos en el mapa). De todas maneras el punto que a mí me gustaría marcar es el siguiente: los cambios en las patologías dan cuenta de los modelos con los cuales la sociedad captura o no captura el malestar, lo que no estoy dispuesta a modificar es la disposición o la motivación libidinal de la patología mental. Hoy vemos menos sintomatología y vemos más trastornos generales, hoy vemos más depresiones que neurosis obsesiva, hoy vemos menos niños con síntomas fóbicos que niños con trastornos intelectuales, hoy vemos menos mujeres con histeria frígida que con anorexia (tenemos otros modelos de la histeria) pero la determinación de la patología mental sigue siendo para mí la misma que se definió en el modelo del psicoanálisis. Lo que si hay que pensar es que la patología no está determinada por el inconsciente, si no por las relaciones entre el inconsciente y los modos con los cuales el yo se estructura ideativamente que tiene que ver con la ideología de la sociedad de pertenencia. Digo esto porque si no se corre el riego de pensar que a nuevas patología nuevos modos de resolución de la patología psíquica. No, a nuevas patologías una etiología que se sostiene, nuevos modos de relación entre las representaciones inconscientes y las formaciones ideológicas del yo en la sociedad. No es que cambió la genética, es que la patología nunca ha sido el efecto del inconsciente, es el efecto de la relación entre el inconsciente y las representaciones sociales. Con lo cual si cambian esas relaciones cambia la psicopatología también, por ejemplo nuestra sociedad tiene una actitud mucho menos punitiva con el goce que la sociedad Victoriana, esto significa que vemos menos síntomas y más compulsiones, porque hay una tendencia mayor al goce inmediato y hay menores diques para contenerlo sin embargo el malestar se incrementa, no disminuye, con lo cual hay que redefinir el problema del malestar en la cultura.

-Y el conflicto se sostiene

-Se sostiene absolutamente, entonces la noción de conflicto sigue siendo central. Se sostiene la noción de defensa, la tópica, el problema del destino del inconsciente, la representación como eje mismo de la producción de patología. El modelo subsiste, el problema es que se ha llenado de la subjetividad del siglo XX y hay que hacerle una limpieza.

-Estos serían los efectos de la articulación entre la subjetividad y la estructuración psíquica.

-Exactamente. Hoy nuestro problema es como limpiamos el modelo psicoanalítico de los restos de subjetividad del siglo XX para que pueda entrar dignamente a esta etapa del mundo.

-Para hacer una lectura adecuada de lo que sucede hoy.

-Si y para que los paradigmas no caigan junto con la hojarasca de subjetividad del siglo XX. Por ejemplo tomemos el modelo del Complejo de Edipo como organizador. Si uno piensa en el modelo edípico de 1920 ya no queda nadie, yo digo que solo vamos a poder atender niños del Opus Dei. El otro día un chico me dijo hablando de un amiguito: vos sabés, pobre, solo tiene cuatro abuelos; es extraordinario. Yo bromeo y digo: ¿de quien tiene celos el niño?, ¿del progenitor o del hombre que duerme con la madre?
Con lo cual el modelo de la familia tradicional de occidente en el cual se sostuvo el Edipo como molde subjetivo hoy no se mantiene pero se sostiene el descubrimiento capital del psicoanálisis que es la pautación y prohibición del goce intergeneracional. Si yo tengo que redefinir hoy la cuestión del Edipo lo digo en esos términos: es la forma con la cual cada cultura acota la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce del adulto y creo que es un modelo que me permite capturar los nuevos modos con los cuales esto se platea hoy. El psicoanálisis es el único que puede explicar una serie de nuevas formas que se están dando de la relación amorosa y de la relación a la sexualidad pero se tiene que despojar para esto del modelo del siglo XX. Creo que seguir considerando, por ejemplo, que la alteridad se define por la diferencia anatómica es absolutamente empobrecedor, la diferencia anatómica es un paradigma con el cual se explicita la alteridad en el modelo freudiano, pero el tema central está dado por la alteridad. La función de la sexuación en el interior de la familia tradicional va a variar profundamente y además acota el universo de objetos explicables. ¿Cómo se explica hoy lo que sucede con las parejas monoparentales u homoparentales?
Hay que despejar lo fundamental de los enunciados psicoanalíticos para que puedan sostenerse y para que conserven valor explicativo. Me parece que esta es la gran tarea del psicoanálisis de esta etapa.

-Otra de sus teorizaciones refiere que “el psicoanálisis arrastra un punto débil importante que tiene que ver con una teoría de la masculinidad, en la medida en que la presencia real del órgano obturó la pregunta sobre la constitución de la masculinidad en el varón”, ¿Cuál sería esa teoría de la masculinidad que propone?

-Estoy trabajando en eso, estoy terminando un libro sobre masculinidad. El concepto de bisexualidad constitutivo freudiano tiene una virtud y lleva un impasse. La virtud es que democratiza de algún modo las tendencias que el yo considera homo y heterosexuales para la humanidad, reconociendo que en todos los seres humanos hay tendencias que el yo considera como homosexuales o heterosexuales. Cuando digo que el yo considera quiero decir que para el inconsciente este no es el problema, porque el inconsciente se maneja por una lógica que es la lógica de la conjunción no de la disyunción, con lo cual en el inconsciente todo es “y”, no es “o”. De manera que es muy avanzado que Freud diga que en el inconsciente somos todos homosexuales porque es una barbaridad, porque en realidad el inconciente no es ni homosexual ni heterosexual, eso es el yo. En el inconsciente habrá deseos por el pecho, el pene, en fin todos los objetos que hacen a lo masculino y lo femenino del lado de la lógica identitaria, como diría Castoriadis. Volviendo al planteo freudiano creo que ahí se produce la siguiente situación: Freud hace un excelente recorrido sobre la constitución de la feminidad, excelente no en el sentido de que uno pueda plantear hoy que la mujer se constituye como mujer por el deseo de posesión de un pene, sería muy discutible hoy eso. Pero si porque solo se puede llegar a la adquisición de la identidad sexual sobre la base de un camino sinuoso que no va en contigüidad con la biología. En ese sentido es muy interesante como Freud plantea una constitución paradojal de la feminidad, la mujer queriendo tener lo mismo que el hombre termina siendo mujer. Quedan en debate, por supuesto, una serie de puntos que hay que seguir charlando, por ejemplo en la época de Freud feminidad y maternidad iban juntos cuestión que hoy no es así, pero de todas maneras hay un modelo ahí. En el hombre la presencia real del pene obturó esta posibilidad, con lo cual aparece como si la masculinidad fuera el despliegue de la existencia del atributo. Por lo tanto lo que se observa en los historiales está pensado no en términos de universal de la masculinidad sino en términos de singularidades de la patología del sujeto. ¿Qué pienso entonces que falta en la teoría de la masculinidad? En primer lugar es discutible si el sexo de partida es el masculino, por muchas razones; si uno piensa en las relaciones activo y pasivo y toma en cuenta la determinación de sí ante el otro, la primera etapa de la vida del niño es pasiva respecto a la actividad del deseo del otro. Con lo cual el problema de la pasividad es un problema del niño y de la niña que toma luego carriles diferentes. El género se constituye antes del reconocimiento de la diferencia anatómica, alguien sabe que es nene o que es nena por una serie de elementos que Freud llamó del orden de la diversidad y no de la diferencia. Las nenas saben que son nenas porque tienen el pelito largo, porque usan aritos, por lo que sea, no se les ocurre que eso remite a la diferencia anatómica antes del descubrimiento de la diferencia anatómica. Inclusive hay un chiste en el cual un nene va a una pileta y le preguntan si había más nenes que nenas y el dice: “no se, estábamos todos desnudos”. Esto es llevado al extremo, pero quiero decir que el género coexiste con el polimorfismo perverso en los primeros tiempos, pero no es el desenlace de la diferencia anatómica, es anterior, se reestructura con el reconocimiento de la diferencia anatómica. Con lo cual el primer problema del hombre -del infantil sujeto masculino diría Freud- es pasar de pasivo a activo. Durante muchos años partimos de la idea de una masculinidad que se ejercía per se, vale decir, el pene como órgano viril plateaba que el varón accedía a la sexualidad masculina por su ejercicio. Sin embargo quedaba siempre por definir de qué manera incorporaba la identificación masculina del padre, diferenciando entre género y ejercicio de la virilidad en la función sexual. Los fantasmas de los neuróticos –como diría Freud- son muy similares a los ritos de los pueblos primitivos en este sentido. Una serie de trabajos de antropólogos muestran que en una gran cantidad de culturas aborígenes la masculinidad es algo a lo que se accede a través de rituales de pasaje, que inclusive implican la incorporación de atributos masculinos a través de rituales de felación o de penetración así como ocurría entre los griegos donde estaba muy presente el rapto del efebo no para feminizarlo sino para masculinizarlo, porque cuando volvía del rapto se le daban las armas y la dote para que se case. Esto me ha hecho pensar muy seriamente en algo que considero que es un gran déficit de nuestra teoría y es haber entendido los fantasmas que muchos de nuestros pacientes consideran como homosexuales como producto de la bisexualidad y no como fantasmas de masculinización. En una enorme cantidad de casos el fantasma de ser penetrados que tienen muchos hombres es un fantasma correlativo al deseo de masculinidad y no al deseo de feminidad. Con lo cual al interpretárselo como fantasmas femeninos se los coaguló en el lugar de la homosexualidad como una corriente de la vida psíquica bisexual y no como un reconocimiento de su deseo de masculinidad fallido. A partir de trabajar esto con los pacientes hombres ha sido muy interesante lo que se ha producido –en mi libro despliego material de distinto tipo para corroborarlo- pero me parece que lo fundamental es volver a remitir esta cuestión de la masculinización a la paradoja que genera, que es que el hombre se hace hombre a través de un fantasma de incorporación del pene de otro hombre con lo cual la paradoja de la masculinidad es que atraviesa necesariamente el fantasma homosexual. Es una hipótesis muy fuerte.

-Y una hipótesis que vira sustancialmente la intervención en la clínica.

-En la clínica cambia enormemente, más todavía, una de las cosas interesantes es que he visto muchos pacientes que en la adolescencia pasaron por situaciones con grupos de jóvenes del barrio –por ejemplo– en donde fueron abusados o fueron sometidos (a veces ni siquiera con abuso pero si con prácticas a las cuales se prestaron) y donde el fantasma era recibir la masculinidad del grupo, al modo de una horda primitiva. Esa es una de las hipótesis fuertes con las que trabajo en el libro que ya está casi listo para entregar, yo planteo que el psicoanálisis tiene una deuda con los pacientes hombres por haber interpretado como homosexuales los fantasmas de masculinización y luego también trabajo algunos casos de transexualismo y redefino esta relación entre el género y la sexuación. Tomo un caso muy interesante de transexualismo de un chico de 13 o 14 años, digo 13 porque fue a esa edad cuando empezó a verme, el vive en el interior y se analiza con otra persona en realidad y viene periódicamente a verme porque se hizo una suerte de check in de la situación, el analista mismo pidió una segunda mirada y yo lo vi, y una de las cosas interesantes es el debate sobre si el transexualismo es psicosis o no es psicosis. Yo defiendo la hipótesis de que no lo es. El transexualismo no es necesariamente psicosis, aunque se pudiera pensar como una restitución, el problema es si una vez operado esto da riesgo de descompensación psicótica. También incluyo varios casos de género, de trastornos primarios en niños donde una de las cuestiones que se plantea con el trastorno de género sobre todo cuando no está regido por la diferencia anatómica –y digo regido porque en muchos casos es anterior– tiene que ver con algunas fallas en la identificación primaria que se restituyen bajo la forma mimética a la impronta visual de la madre. Quiero decir que el ponerse la ropa de la mujer en algunos casos es un fenómeno de segunda piel así como algunas mujeres psicóticas no pueden sacarse el camisón para bañarse porque la piel se desgarraría, porque necesitan algo que los cubra, o algunos niños psicóticos no pueden usar mangas cortas o pantalones cortos porque les da terror la exposición de una parte del cuerpo al aire, en algunos casos de estas formas de trasvestismo precoz lo que está en juego es un fenómeno de segunda piel.

-Y no relacionado con el pudor o la vergüenza que iría más por la vía de la sexualidad.

-Totalmente, es posterior eso; pero una vez que se ha producido el reconocimiento de la diferencia anatómica esto se resignifica y toma carriles diferentes, porque hay que tener en cuenta que género, sexuación y después constitución de la función sexual son tres tiempos que no se van dando linealmente si no que se articulan entre si. Tiene que ver con un modelo del psiquismo donde los elementos que van produciendo las estructuraciones segundas no son de génesis si no de transformación del sistema. Con lo cual la estructura previa no determina la segunda si no que ingresa en el modelo de la transformación, entonces si hay un trastorno de género el descubrimiento de la diferencia anatómica opera produciendo resignificaciones o rearticulaciones y no simplemente desencadenando algo. Esa sería la idea de este modelo de la constitución psíquica, modelo por après-coup siempre.
Tengo la sensación de que muchos analistas van a sentir alivio de poder trabajar desde esta perspectiva con sus pacientes y encontrar vías de trabajo para este tema que creo ha quedado totalmente anquilosado en la teoría.

-En “La Subjetividad en Riego” formula una crítica a las nociones de Nombre del Padre y metáfora paterna desarrolladas por Lacan, ¿Cuáles son los fundamentos de esa crítica y cuáles serían las consecuencias en la clínica?

-Cuando planteo un cuestionamiento me refiero a los restos de subjetividad que se plantearían en el organizador estructural, el concepto de Nombre del Padre o de metáfora paterna son organizadores claramente residuales de la familia patriarcal del siglo XX, lo cual no quiere decir que la idea de una referencia terciara en la relación del adulto sexuado respecto al niño no tenga que ser rescatada para poder tomar lo central del paradigma. Es más me he planteado si alguno de los nombres con los que han quedado acuñados en psicoanálisis ciertos conceptos hay que sostenerlos o no, así como uno sigue hablando del átomo aunque ya no es la partícula más pequeña de la materia. Por ejemplo, la castración es una teoría sexual infantil claramente, que Freud rescata para definir la cuestión de la diferencia anatómica, la pregunta es: ¿es la teoría de la castración válida o hay que redefinirla en términos de falta ontológica como lo hace Lacan? Entonces, ¿redefinida en términos de falta ontológica el fantasma de castración es dominante o no es dominante? Y, ¿tendríamos que seguir llamando castración a eso? Ocurre lo mismo con la cuestión del Nombre del Padre, es evidente que el concepto de Nombre del Padre implica en primer lugar todo un modelo estructural en el cual las unidades ingresan como exactamente no escindidas, esto es la madre narcisista, el padre que trae la ley y el inconsciente de cada uno no está porque no entra en el modelo.
Yo le hago dos cuestionamientos al concepto de Nombre del Padre, por un lado la confusión entre ley y autoridad. La familia patriarcal de Occidente es una familia donde el legislador ha regido por autoridad fundamentalmente y no por despliegue de la ley, es más ha sido profundamente perverso en la mayoría de los casos como lo demuestran todos los cuestionamientos de esto. Pero de todas maneras el tema central es si corresponde seguir llamando a la intervención terciaria que articula la posibilidad de circulación del niño respecto al adulto Nombre del Padre o su inscripción metáfora paterna conservando el modelo de la familia patriarcal del siglo XX. Por ejemplo, como se articula en concepto de Nombre del Padre o metáfora paterna, no importa, en las familias monoparentales o en las homoparentales, ¿es correcto seguir pensando que la estructura del Edipo está dada por un hombre y una mujer y la circulación sexuada que genera la relación al hijo? Con lo cual lo que pongo en tela de juicio no es esta idea de tercerización que me parece muy importante, de algo que circula ahí abriendo un hiato que no se agota en el deseo de hijo, lo que pongo en cuestión es que esto remite a la idea de un modelo familiar que está caducando.

-Pero el planteo de Lacan en relación a un Otro que ocupa una función no lo desvincula precisamente del lugar de que sea un hombre o una mujer quién está en ese rol?

-Relativamente porque lo pone muy en el centro respecto a la problemática de la sexuación y la diferencia anatómica, porque para Lacan el problema del reconocimiento de la diferencia anatómica es eje de la alteridad también. El concepto traído por Lacan tiene una virtud y es precisamente articular el esquema de tal manera que puede ser estructural con lo cual uno puede perfectamente armarlo, pero en la teoría quedó impregnado de la sexuación padre madre, esto es lo que yo pienso que hay que poner hoy en circulación. Justamente es la traba que tenemos desde el pensamiento lacaniano muchas veces para entender la cuestión de las familias monoparentales u homoparentales. ¿Cuantos analistas lacanianos piensan que una mujer que quiere tener sola un hijo es una madre fálica? Cuando en la realidad de lo que estamos hablando no es si tiene o no tiene un hombre si no en relación a como se coloca respecto a una ley que la marca en su posición de función materna, entonces me parece que es esto lo que hay que terminar de hacer circular. Creo que hay que retomar los grandes descubrimientos de Lacan pero retrabajarlos despojados de la ideología del siglo XX. La idea de los cuatro términos que circulan es una idea extraordinaria, la idea de la castración como falta ontológica es una idea importantísima, la idea de la referencia terciaria es fundamental. Me parece que el estructuralismo tiene un límite respecto a reconocer a los protagonistas como unidades clivadas. El padre no es ley, la madre no es narcisismo, en cada uno de los integrantes de esta historia está el psiquismo con su clivaje, sus conflictos, sus contradicciones, pero me parece que hay que despojar a estos conceptos del carácter mítico que asumen en la teoría y hacerlos circular bajo una racionalidad nueva.

-Dentro de la estructuración del psiquismo le asigna un lugar relevante al “narcisismo trasvasante” de la madre, ¿Cuáles serían las particularidades de ese narcisismo trasvasante y por qué es tan importante tenerlo en cuenta?

-La particularidad del “narcisismo trasvasante” es que es capaz de investir al otro, vale decir al niño en un juego de identificación y al mismo tiempo de reconocimiento de la diferencia, cuando la madre se interroga sobre si el niño tiene hambre o tiene sueño, cuando la madre se interroga sin certezas (porque acá el tema es que la certeza justamente es certeza delirante) respecto al sufrimiento moral del niño, estamos pensando en algo que es del orden de un amor que puede trasvasar al otro en el sentido narcisístico y no que se reduce a la mera especularidad. En este momento estoy trabajando también en la idea de cómo se produce el “transitivismo trasvasante”. Estamos muy acostumbrados a pensar en el niño que ve al otro con una muñeca y quiere esa muñeca, el modelo de la envidia que da Lacan. Pero lo que no tenemos mucho en cuenta es la formación de los sentimientos morales, el hecho de que un niño pueda sufrir porque el otro no tiene a su muñeca, ahí hay un especularidad trasvasante, hay un reconocimiento del sufrimiento del otro que es la base de toda la constitución de la ética. Yo pregunto a veces a los padres por qué llora un niño por el cual me consultan, por ejemplo si llora solo porque se frustra porque no le dan algo o porque le sacan algo o puede llorar porque la mamá de Dumbo está presa, o porque al personaje del Rey León le mataron al papá. La posibilidad de llorar identificatoriamente con el sufrimiento del otro es del orden del “transitivismo trasvasante” ahí está la base misma de la construcción de la ética en el ser humano. Esto no es lo mismo que desear lo que el otro desea, porque el deseo que va sobre el deseo del otro es siempre rapiñoso, mientras que el transitivismo trasvasante es del orden de la formación de los sentimientos morales.

-¿Estaría más ligado a la identificación al modo en que la describe Freud?

-Claro, pero a una identificación transitiva que posibilita además reconocer como propio el sufrimiento del otro. La construcción de un sujeto ético en relación a la identificación al otro en la infancia es un tema muy poco trabajado por los analistas, pensado más por el lado del superyo y no del trasnitivismo trasvasante. No es solamente por miedo al castigo o por premiación del ideal que un niño sufre si a otro niño le pasa algo. Una paciente mía de tres años y medio no pudo dormir en toda la noche porque la mejor amiga se había olvidado la muñeca en la casa y pensaba que la iba a extrañar y me pareció maravilloso.

-¿Habría allí algo del orden de la identificación a la pérdida sufrida por la otra niña y la posibilidad de que a ella le suceda algo parecido?

-Exactamente, es del orden de la identificación pero de la identificación que posibilita salir del mismo confort que uno tiene en términos de lo que Levinas dice que es la ética. Es el otro apareciendo, irrumpiendo en mí, mostrándome que mi satisfacción no es suficiente si el otro sufre. Este es un punto respecto a la construcción de los sentimientos morales en el niño pero la cuestión que se encuentra en la pregunta referida al “narcisismo trasvasante” tiene que ver precisamente con el hecho de que el adulto por un lado ama al niño, se identifica con él, lo identifica ontológicamente como ser humano y al mismo tiempo lo reconoce en las tensiones sufrientes que permiten que haga una codificación del otro y de las necesidades morales del otro. Entonces el narcisismo trasvasante implica que uno lo ama, sufre y es feliz por el otro como si fuera uno mismo, sabiendo al mismo tiempo que es el otro ¿adonde voy con esta idea de narcisismo trasvasante? Al tema de la felicidad. ¿Qué es lo que le impide a mucha gente grande ser feliz? La imposibilidad de gozar con lo que el otro obtiene, la imposibilidad de disfrutar con lo que el otro disfruta, la imposibilidad de identificarse con el goce del otro, con el sufrimiento del otro. El concepto de narcisismo trasvasante es como la idea de que no existe una oposición tajante entre el amor de objeto y el amor del yo, que todo amor de objeto implica el amor del yo, implica el narcisismo pero que al mismo tiempo no hay superposición absoluta si no corrimiento. Con lo cual no se va a constituir nunca el amor del yo si no hay amor de objeto y no se va a constituir amor de objeto si no hay amor del yo, pero para poder amar al hijo es necesario poder amar al otro que siendo como uno es al mismo tiempo otro. Esta es la idea de trasvasante, que no queda en si mismo. La practicidad de esta idea son algunos ejes que fui encontrando. Recuerdo el caso de un chico muy grave que supervisé una vez en una institución privada cuya madre de 35 años (estoy hablando de hace quince años) se había hecho una cirugía plástica frente a las primeras arrugas. Mi pregunta fue ¿Qué pasa con esta mujer que está tan preocupada por su propio envejecimiento que no puede ver la gravedad de lo que le está pasando al hijo? Ahí empezó a aparecer la idea de “narcisismo trasvasante”. Como que ella no podía salir de su propio cuerpo, de su propia imagen, no podía sentir como un logro lo que el otro obtenía, ahí faltaba el narcisismo trasvasante. Gran parte de la envidia de los padres hacia los hijos es el fracaso de este narcisismo, tema del que se habla muy poco en psicoanálisis, se habla de la envidia del niño pero no se habla de la envidia del adulto hacia el niño.

-Existiría también cierta arista en relación al tema de la trascendencia, lo que se supone que un padre espera con sus hijos.

-Y de la reparación de la propia infancia. Cuando un padre envidia al niño porque tiene un padre como él estamos en la serpiente que se muerde la cola. He visto padres envidiar al hijo por tener un padre como él o envidiar la madre que tiene el hijo aunque ellos amen a la mujer que le da eso al hijo, eligen una mujer que le puede dar a los hijos lo que la madre no le dio a él y al mismo tiempo envidian en los hijos que tengan una madre que ellos no tuvieron. El ser humano es muy complicado. Lo he visto también en mujeres envidiar a sus propias hijas.
Uno podría decir que el deseo de todos los padres es que los hijos tengan algo de lo que ellos no tuvieron, es idea de Bruno Bettelheim de los niños del sueño, de que los niños realizan todas las aspiraciones fallidas, pero lo extraordinario es que una vez que se le da a los hijos la oportunidad de tenerlo se los envidia por tener aquello que no se tuvo y esto genera una ambivalencia muy grande y contradicciones importantes. Por eso el concepto de “narcisismo trasvasante” para mi es bastante nuclear.

-El narcisismo trasvasante según he seguido en sus escritos lo ubica del lado de la madre, a la luz del pensamiento que nos desarrolla ¿por qué aparece más ligado a la madre?

-Lo tomo del lado del adulto. Cada vez más en los últimos tiempos tiendo a hablar antropológicamente de la diferencia adulto-niño y no madre-hijo. En los primeros textos aparece más ligado a la madre, ahora si por supuesto pero cada vez más me veo necesitada de hablar de la relación adulto-niño.

-Entonces ya no acordaría con que en el primer período de la vida de un niño el padre está ausente.

-Yo no digo que esté ausente, digo que entra con los signos de percepción como metonimia de la madre. El tema no es madre o padre si no la función libidinizante del adulto. Por su puesto que mientras los hijos nazcan del vientre de una mujer la madre va a ser alguien con quien se establecerá una relación metáfora o metonímica muy particular pero veremos que pasa en este siglo. A veces bromeo y digo que la humanidad se pasó cientos de años tratando de poder tener relaciones sin procrear y ahora está totalmente dedicada a procrear sin tener relaciones sexuales.

-A partir de su práctica y formación en el análisis con niños dedicó especial atención a la fundación de lo inconsciente, lo originario planteando la vinculación que estas teorizaciones tendrían con la ampliación de los alcances de la analizabilidad, ¿Cuáles serían esos límites que se extienden?

-En primer lugar toda la idea de neogénesis que yo trabajo donde el análisis no se limita a encontrar lo existente si no a producir algo inédito. En segundo lugar el por qué pasé del concepto de represión primaria a represión originaria, justamente para plantear que no es algo que remita a los primeros tiempos de la vida, aunque se produzca ahí si no que da origen a, y a la posibilidad de que se pueda recomponer aún en pacientes que ya no son niños. Vale decir que la represión originaria pueda refundarse en el psiquismo, puedan rearticularse las relaciones entre los sistemas psíquicos en muchos casos. Después de un estallido (volviendo a la cuestión de lo traumático) uno de los temas que se plantea es ese, como se producen refundaciones del psiquismo después de estallidos graves. La extensión de los límites de la analizabilidad en la infancia para mí es muy clara, la intervención analítica en la infancia tiene que estar destinada a producir regulaciones del funcionamiento psíquico que permita que la complejidad que se va instalando cada vez mayor al mismo tiempo posibilite ordenamientos de los sistemas. No se trata solamente de analizar para exhumar fantasmas, se trata de posibilitar el incremento de una simbolización a partir de intervenciones que van trabajando en el ordenamiento de las representaciones psíquicas, esto es un poco lo que hago en el análisis con niños. No es solamente el análisis de lo inconsciente, extiende los límites porque va planteando los modos de intervención analítica, rompe con la idea de psicoterapia y análisis para plantear la posibilidad de que haya intervenciones analíticas que son fundantes en relación a las instancias. Lo primero que tengo que tener en cuenta cuando veo un niño es que nivel de constitución psíquica ha logrado y cuales son los riesgos que tiene esa constitución. Esto va planteando una metodología que no se sostiene en la intuición si no en cierta búsqueda de la estructura psíquica desde el punto de vista metapsicológico, por eso esa pregunta tan absurda de por qué llora tiende a la exploración del superyo. Cuando pregunto que lo pone contento, que lo pone triste, lo que me interesa no es una cuestión educativa lo que me interesa es la cuestión estructural, de que manera se producen las formaciones del inconsciente, si sueña, si puede diferenciar el sueño del pensamiento; si miente o en realidad no puede diferenciar su producción psíquica porque hay una dificultad con el principio de realidad. Una de las preguntas que formulo a veces a los padres es: Ustedes dicen que el miente pero ¿él sabe que miente?
Los analistas plantean con facilidad en el psiquismo infantil como fobia situaciones que son de paranoia, la fobia al semejante no es una fobia, es paranoia. Todo mi intento es la despuerilización del análisis de niños y el reconocimiento metapsicológico y además una aproximación de los problemas existenciales de la infancia. El tema de la muerte es central en la infancia y se va planteando de distintas maneras.

-Usted ha vivido en México, cuya cultura está atravesada por una forma particular de relación a la muerte, esto marca una diferencia con la actitud habitual que la sociedad occidental tiene frente a este tema, ¿ha evidenciado efectos de este rasgo en la subjetividad?

-Depende, no en todos los sectores. La relación con la muerte es distinta sobre todo en algunos sectores de culturas indígenas, los sectores urbanos y cultos tienen con la muerte la misma relación que tenemos todos. De todas formas hay una serie de aspectos idiosincrásicos en México. Yo diría que en los niños el tema de la muerte se me planteó en los mismos términos en que se plantea universalmente, que tiene que ver con el momento en que el yo se constituye y la relación entre la indefensión y el descubrimiento del propio yo respecto a las fuerzas aniquiladoras del mundo. Esa desproporción que hay en la infancia entre el descubrimiento de la propia existencia y el carácter aniquilador del mundo, con lo cual no he visto grandes diferencias en los niños. En las poblaciones indígenas aparece un pensamiento mágico muy vinculado a los modelos de la muerte, no de conjuro si no de manejo de la situación de la muerte y una coexistencia como la que aparece descrita por Juan Rulfo entre los vivos y los muertos, eso es muy interesante. Les hacen la comida favorita y le ponen la bebida favorita el día de muertos, van a comer a la tumba.

-El culto a San La Muerte.

-Recuerdo que al poco tiempo de haber llegado a México un niño que supervisé había sido muy traumatizado por la muerte precoz de un tío y sufrió mucho. El tratamiento terminó y un tiempo después los padres le llevaron a la terapeuta una foto del niño sentado en la tumba del tío comiendo un sándwich, mostrando lo bien que estaba.
La experiencia brutal del terremoto marcó que una cosa es lo que se formula en la fiesta de muertos, es más después del terremoto que fue en setiembre a fin de octubre para el día de muertos fue muy ceremonioso todo el ritual de muertos, la gente estaba muy conmovida.

-Volviendo a la importancia que reviste la muerte de otro para un niño, ¿usted la desvincularía de la angustia de castración?

-Es cierto que en el inconsciente no hay representación de la muerte y lo que dice Freud que la muerte es siempre la muerte del otro. Pero también es verdad que hay una noción en el yo respecto a la angustia de aniquilamiento y que esta angustia se instala mucho más precozmente de lo que suponemos y que no tiene que ver con la proyección de la hostilidad como pensaba Melanie Klein si no con la distancia que hay entre el reconocimiento de la propia existencia y la fragilidad de la existencia que Freud trabaja en algunos lugares. Unas de las cosas que a mi me han impactado mucho es darme cuenta que los niños a veces se ponen muy mal el día del cumpleaños y la gente piensa que están excitados y nerviosos y en realidad están angustiados por el paso del tiempo, están angustiados por la muerte, eso es muy común. Mis nietos son feroces en esto, tengo una nieta que vive en el exterior y me dice: cuando venga en el próximo viaje ya no vas a estar. Le digo: ¿por qué? Y, porque sos abuela y ya vas a estar muerta. Tengo otro que me dice: si sobrevivís a mi me gustaría que le enseñes a cocinar a mi esposa. O Hace tiempo hablando de la conjunción planetaria le dice el abuelo: esto no se va a volver a dar en 60.000 años y él le dice a la madre: el abuelo va a estar finadito ya. Él no aunque sean 60.000 años. Está muy presente la angustia de la muerte en los chicos.
Tengo una anécdota muy divertida de una paciente con la cual estábamos sentadas en el escritorio, una nena de siete años, de repente empezó a hablar de la muerte, se levantó y quedó paradita al lado mío a lo cual le dije: ¿te da miedo? Y me contesta: ¿acaso a vos no? Los chicos tienen una gran conciencia de la posibilidad de desaparición de la existencia pero es secundaria, siempre no es tan precoz, como angustia de muerte se plantea después de la angustia de pérdida de amor del otro. El niño teme en principio la pérdida de amor del otro, de protección. Por eso esa frase de Lacan que dice que la angustia tiene que ver con la castración del Otro es cierta, porque mientras hay Otro omnipotente el niño está omnipotentemente defendido y protegido y el niño sufre mucho la pérdida de la omnipotencia de las figuras parentales. Eso es lo que vi en el terremoto de México por ejemplo o en situaciones de terrorismo de estado o ante el terror en general donde el niño lo que siente es que el adulto no lo puedo proteger y eso es una caída terrible; es como cuando a los griegos los expulsaban si no tenían los dioses protectores, al niño le pasa algo así. Pero el niño teme a la pérdida del amor del Otro antes de temer a la muerte, por eso puede decir cosas como: si me muero mi mamá me mata, porque lo que teme es perder la protección absoluta del Otro, en el niño la muerte tiene que ver con eso.

-Habla fundamentalmente de protección.

-La protección que es derivada del amor, porque lo que el niño siente es que el amor del otro es la garantía de protección. El amor es eso, el amor es respuesta, es cuidado.



Fuente; El Sigma

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