miércoles, 3 de junio de 2009

Melanie Klein por Hanna Segal parte III

3. La técnica del juego
Cuando Melanie Klein llegó a Londres en 1927 su técnica del psicoanálisis infantil, que ella denominaba técnica del juego, estaba ya elaborada en profundidad.
Para evaluar la naturaleza revolucionaria de esta técnica es necesario decir una palabra sobre los inicios del psicoanálisis infantil. Como es casi siempre en los descubrimientos psicoanalíticos, los primeros pasos los dio Freud, quien a partir del análisis de adultos, estimó que la neurosis adulta se originaba en una neurosis infantil coexistente con el complejo de Edipo. En Historia de una neurosis infantil (1918) [SE, XVIII, 7-122 (obra cit., vol. II, pp. 785-842).] , donde describe el caso del llamado Hombre de los lobos, se muestra con claridad cómo Freud, desde el análisis de la neurosis de un adulto, desentierra una neurosis infantil sufrida por el paciente en el período anterior a la latencia. Pero aunque sometió a observación a sus propios hijos y alentó la investigación por parte de sus discípulos, no produjo un estudio sistemático de la neurosis infantil, con una única excepción. En 1909 Freud publicó el caso de Juanito [«Analysis of a Phobia in a Five-Year-Old Boy», SE, X, 5-149 (obra cit., «Análisis de la fobia de un niño de cinco años», volumen II, pp. 658-714).] , un niño de cinco años que sufría de una agorafobia relacionada con el temor de ser mordido por un caballo en la calle. Alentado por Freud y bajo su supervisión, el propio padre del niño lo sometió a análisis y consiguió descubrir su complejo de Edipo, tanto positivo como negativo, lo que produjo como resultado una atenuación de la neurosis de Juanito. Este caso confirmó la hipótesis de Freud acerca de la neurosis infantil y demostró también que los niños podían ser psicoanalizados, y que este tipo de neurosis podía ser resuelto desde sus inicios. En la época en que publicó este trabajo, Freud pensaba que sólo el padre del niño estaba en condiciones de hacerse cargo del análisis, pero con el tiempo modificó su opinión. En ensayos posteriores, en particular el que describe el caso del Hombre de los lobos, donde comenta las posibles ventajas del psicoanálisis infantil, no establece tales restricciones.
Aunque el comienzo fue brillante y esperanzador, el análisis infantil no prosperó.
Probablemente existían factores inconscientes de resistencia al juego y, no obstante todo su conocimiento psicoanalítico, los analistas dudaban acerca de si debía perturbarse la «inocencia infantil». Melanie Klein me contó que cuando presentó por primera vez ante la
Sociedad de Berlín su material sobre niños, hubo indignación no sólo por sus opiniones sobre la agresividad infantil, sino también por el hecho de que ella hablaba a los niños de manera directa acerca de la sexualidad: y esto sucedía más de diez años después de la publicación del caso de Juanito.
Pero había también dificultades técnicas. ¿Cómo explicar la técnica psicoanalítica a los niños? Los adultos buscan analizarse porque son conscientes de su enfermedad. Antes de Melanie Klein, la mayoría de los analistas consideraba que los niños no tienen conciencia de su enfermedad ni de su necesidad de ayuda; por consiguiente, se pensaba que era imposible esperar cooperación por parte de ellos. Igualmente se creía que no era posible exigir a un niño que se tendiera en el diván y asociara con libertad y que los niños, ligados aún a sus padres, no podrían entablar una transferencia.
La genialidad de Klein reside en haber observado que la forma de expresión natural del niño es el juego y que, por consiguiente, puede ser utilizado como medio de comunicación con los pequeños. Para el niño el juego no es «simplemente juego»: es también trabajo. No se trata tan sólo de una forma de explorar y controlar el mundo externo, sino de un medio por el cual controlar y expresar sus angustias a través de la manifestación y elaboración de las fantasías. Mediante el juego, el niño dramatiza sus fantasías y elabora así sus conflictos.
Freud consideraba que el juego era un acto sintomático y con toda naturalidad lo incluyó en el análisis. Observó, por ejemplo, la forma en que Dora jugaba con su red e interpretó el significado de ese juego [«Fragment of an Analysis of a Case of Hysteria» (1905), SE, XII, 76-79 (obra cit., Análisis fragmentario de una histeria», volumen II, pp. 605-657).] . En Psicopatología de la vida cotidiana (1901) [SE, VI, 198 (obra cit., vol. I, p. 6291.] describió una consulta con un adolescente a quien no pudo hacer hablar de sus conflictos; pero en el transcurso de la entrevista, Freud advirtió que el jovencito hacía una figura con miga de pan; de inmediato atrajo la atención del paciente hacia ese acto sintomático y lo utilizó como una primera forma de comunicación sobre sus problemas sexuales. Más tarde, el chico decapitó al hombrecillo de miga de pan, acto que fue igualmente utilizado por Freud para sus explicaciones. Pero ni Freud ni quienes, antes que Klein o al mismo tiempo que ella, intentaron analizar niños comprendieron en profundidad la importancia del juego en el niño, ni pensaron en utilizarlo como la principal vía de acceso a su inconsciente.
Tras asignar total importancia al papel que desempeña el juego, Melanie Klein concluyó que, dadas las condiciones adecuadas, el libre juego del niño, así como todas las comunicaciones verbales de que sea capaz, pueden cumplir una función similar a la asociación libre en los adultos.
En el juego, el niño expresa sus fantasías, sus deseos y sus experiencias de un modo simbólico. Al hacerlo, utiliza los mismos medios de expresión arcaicos, filogenéticamente adquiridos, el mismo lenguaje que nos es familiar en los sueños, y sólo comprenderemos totalmente este lenguaje si nos acercamos a él como Freud nos ha enseñado a acercarnos al lenguaje de los sueños. El simbolismo es sólo una parte de él. Si deseamos comprender correctamente el juego del niño en relación con toda su conducta durante la hora de análisis, debemos no sólo desentrañar el significado simbólico por claro que sea, sino tener en cuenta todos los mecanismos y formas de representación usados en el trabajo onírico, sin perder de vista jamás la relación de cada factor con la situación total [Writings, I, 134 (obra cit., «El psicoanálisis de los niños», en Obras completas, tomo 1, p. 139).].
En el capítulo «La técnica del análisis temprano», en El psicoanálisis de niños, Klein da un sencillo ejemplo para ilustrar el simbolismo del juego del niño y su técnica para analizarlo. Peter era un niño de tres años y medio, angustiado, afligido e inhibido, que se entendía mal con los demás niños, y en particular con su hermano, mostrándose a veces sarcástico y agresivo.
Al comenzar su primera hora, Pedro tomó los carruajes y coches de juguete y los colocó, primero, uno detrás del otro, y luego, uno al lado del otro, alternando varias veces entre ambas ordenaciones. Entremedias tomó también dos carruajes tirados por caballos y los hizo chocar uno contra otro de modo que las patas de los caballos se golpearon unas con otras, y dijo: «Tengo un nuevo hermanito que se llama Fritz.» Le pregunté qué hacían los carruajes y contestó «Eso no está bien», dejando de golpearlos inmediatamente, aunque comenzó de nuevo al poco tiempo. Golpeó luego los dos caballos del mismo modo y yo le dije: «Mira, los caballos son dos personas chocando.» Al principio contestó: «No, eso no está bien», pero aceptó luego que eran dos personas chocando y agregó: «Los caballos también han chocado y ahora se van a dormir.» Los cubrió luego con ladrillos y dijo: «Ahora están muertos; los he enterrado» [Writings, II, 17 (id. ant., o. 148).].
En la primera sesión, Klein se limitó a señalarle el hecho de que sus juguetes simbolizaban gente. En la sesión siguiente, Pedro colocó dos columpios, uno al lado del otro, y mostrándole la parte interna y más larga, que pendía y se balanceaba, dijo: «Mira cómo cuelga y se sacude». En ese momento, Melanie Klein interpretó que los columpios eran Papá y Mamá moviendo juntos sus «cositas» (thingummies) (término empleado por el niño para designar los genitales). En un primer momento el niño se rebeló repitiendo:
«No, eso no está bien»; sin embargo, prosiguió el juego mientras decía: «Así sacudían juntos sus cositas (thingummies)», y comenzó de inmediato a hablar de su hermanito. En el transcurso de la primera hora, después de golpear los carruajes y los caballos unos contra otros, el niño se había referido también a la existencia de un nuevo hermano, lo cual hizo que Melanie Klein interpretara que, en el pensamiento del paciente, cuando papá y mamá sacudían juntos sus cositas se producía el nacimiento del hermano. En sesiones sucesivas, el juego del pequeño denotó el deseo que él experimentaba: participar en la relación. Más tarde, tanto por medio del simbolismo del juego como a través de reacciones más directas —tales como la necesidad repentina de orinar o de defecar— el pequeño expresó sus conflictos edípicos y los que se referían a su bisexualidad. Los deseos de muerte que estaban relacionados con sus padres y hermano, que ya se manifestaran en la primera sesión al derribar el paciente los juguetes con ira y decir: «Están muertos», se hicieron cada vez más claros y de este modo pudieron ser interpretados.
Melanie Klein comprendió la importancia del juego en la niñez y señaló que su inhibición era un síntoma fundamental que denotaba una inhibición de la vida de la fantasía y del desarrollo general. En el caso de ciertos niños cuya capacidad de juego está bloqueada, sólo el tratamiento psicoanalítico puede resolver la inhibición. En el tratamiento mismo, el juego libre puede verse inhibido de igual modo que la asociación libre, cosa que se puede manifestar o bien en una cesación del juego, o bien en una repetición rígida y poco imaginativa. Tal como ocurre en el análisis de adultos con resistencias ante la asociación libre, las inhibiciones del juego libre pueden ser resueltas cuando la angustia subyacente es atenuada por la interpretación.
El juego, interrumpido antes por las resistencias, es reanudado; altera, expande y expresa estratos más profundos que la mente; el contacto entre el niño y el analista se restablece. El placer en el juego, que aparece claramente después de una interpretación, se debe al hecho de que el gasto de energía necesario para la represión ya no se precisa después de la interpretación [Writings, I, 134 (id. ant., p. 140).].
Esta comprensión del significado del juego de los niños es hoy un lugar común, pero en aquella época abrió todo un campo nuevo en el conocimiento de la psicología infantil.
La misma Melanie Klein hizo un breve informe sobre su técnica en un artículo presentado ante la Sociedad Psicoanalítica Británica en 1946 [«The Psycho-Analytic Play Technique: Its History and Significance (1955), Writings, II, 122-140 («La técnica psicoanalítica del juego: su historia y su significado», en M. Klein, Nuevas direcciones en Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1972, páginas 21-39).]. La primera criatura que intentó analizar fue un niño de cinco años a quien ella designaba con el nombre de Fritz.
Lo analizó en 1920, durante unos pocos meses, en casa del niño y con sus propios juguetes. En este primer análisis, Klein se propuso los mismos objetivos que si de psicoanálisis de adultos se tratara, es decir llevar a la conciencia los conflictos inconscientes, aplicando al material las mismas normas de interpretación que en el análisis de adultos y prestando especial atención a la transferencia, tanto positiva como negativa. Con frecuencia, el niño se mostraba muy angustiado, una angustia que a veces era movilizada por las interpretaciones de Klein. Ella intentó resolverla mediante la interpretación de sus raíces. En un momento dado, la misma Melanie Klein se sintió angustiada e insegura debido a la intensidad de la angustia del niño, pero Abraham la alentó para que continuara aplicando la técnica que había elegido. Y, en efecto, después de las interpretaciones, la angustia del niño disminuyó; a pesar de su brevedad, el análisis logró, al parecer, buenos resultados terapéuticos.
Su siguiente paso importante, en 1923, fue el análisis de una niña llamada Rita, de dos años y nueve meses de edad, muy perturbada y aquejada de pavor nocturnus (terrores nocturnos) [Writings, II, 3-4, 6, 8 (Klein, «El psicoanálisis de los niños», en Obras completas, tomo 1, pp. 135-146).]. Este análisis también fue iniciado en la habitación de la niña, ante la presencia vigilante y ambivalente de la madre y la tía de la pequeña. En la primera sesión, Rita estaba demasiado angustiada para permanecer con Klein en la habitación y salió corriendo al jardín. Melanie Klein interpretó inmediatamente una transferencia negativa, diciendo a la niña que tenía miedo de lo que M. Klein podría hacerle y conectó este miedo con el pavor nocturnus de la paciente. Después de estas interpretaciones la pequeña regresó a la habitación con toda tranquilidad y continuó jugando con M. Klein.
Sin embargo, ésta pronto llegó a la conclusión de que no podía realizar el análisis de la niña en su propio hogar y la llevó a la consulta, lo que constituyó un avance importante.
Klein comprendió que el análisis de un niño, al igual que el de un adulto, necesita de un encuadre psicoanalítico adecuado, lejos del hogar y de la familia.
Después de esta experiencia, Klein analizó a otra niña [«The Psycho-Analytic Play Technique» (1955), Writings, III, 125 (Klein, «La técnica psicoanalítica del juego», obra cit., p. 25).]
y durante este análisis desarrolló la técnica consistente en la utilización de juguetes especiales. Dio a la pequeña una caja de juguetes que sólo serían utilizados por ella durante sus sesiones de análisis.
En 1923 sus principios y técnicas del psicoanálisis infantil estaban plenamente elaborados. Proporcionaba al niño un encuadre psicoanalítico adecuado, es decir un horario estrictamente regular, con sesiones de cincuenta minutos cinco veces por semana.
La habitación se hallaba adaptada de un modo especial para el niño: mobiliario sencillo y sólido, una mesita y una silla para el paciente, una silla para el analista, un pequeño diván.
El suelo y las paredes debían ser lavables. Cada niño dispondría de su propia caja de juguetes, sólo utilizados para el tratamiento. Los juguetes se elegían con todo cuidado; había casitas, figuras pequeñas de hombres y de mujeres, con preferencia de dos tamaños, animales salvajes y domésticos, ladrillos, balones, a veces canicas y también materiales de juego tales como tijeras, bramante, lápices, papel, plastelina. Además, la habitación debía estar provista de agua, ya que en ciertas etapas del análisis de muchos niños el agua juega un papel importante. La elección de los juguetes es de gran importancia, porque el juego libre del niño funciona de manera similar a la libre asociación en el análisis de adultos. Los juguetes no deben determinar el juego: así como en el análisis de adultos el analista no debe sugerir el tema de las asociaciones, tampoco los juguetes han de sugerir el tema del juego. No hay que utilizar juguetes que tengan un significado propio, tales como teléfonos o juegos que impongan reglas, por ejemplo las damas; las figuras humanas deben ser de dos tallas para facilitar la representación del rol adulto y el infantil, pero han de ser indeterminadas; no deben llevar uniformes ni vestimentas especiales, ni elementos que indiquen una ocupación o papel definido que pudiera sugerir un tipo especial de juego. Los juguetes han de ser muy pequeños —esto fue un resultado de una elección intuitiva por parte de Melanie Klein—. Los juguetes pequeños se prestan muy bien a la técnica analítica del juego, posiblemente debido a que su pequeñez los hace muy apropiados para representar el mundo interno. Al presentar la ponencia de Melanie Klein sobre la técnica del juego ante la Socicedad Psicoanalítica Británica, Donald Winnicott dijo que, en su opinión, al incorporar estos pequeños juguetes, Klein había concretado el avance más significativo en el campo del análisis infantil. Con ellos el niño puede expresarse con libertad y utilizarlos de la forma que más convenga a su fantasía.
Melanie Klein sostenía que el juego del niño expresa sus preocupaciones, conflictos y fantasías; su técnica estribaba en analizar el juego tal como se analizan los sueños y las asociaciones libres, interpretando las fantasías, conflictos y defensas. Los dibujos de los niños y las asociaciones que éstos les inspiran a menudo son especialmente reveladores.
Desde la época del análisis de Juanito hasta 1919, sólo Hug Helmuth había realizado intentos en el campo del psicoanálisis de niños. Casi al mismo tiempo que Melanie Klein,
Anna Freud comenzó a desarrollar una técnica para niños basada en la de Hug Helmuth.
Entre el enfoque de Anna Freud y el de Melanie Klein existían diferencias considerables y la controversia a que ello dio lugar alcanzó su punto culminante en el Simposio sobre
Psicoanálisis Infantil celebrado en 1927. Al igual que Hug Helmuth, Anna Freud sostenía que en los niños no se da la neurosis de transferencia. De acuerdo con la teoría general de la transferencia, el paciente transfiere al analista sentimientos y fantasías que corresponden a la relación con sus padres en el pasado. Con el tiempo, el conflicto neurótico desarrollado en relación con los padres se manifiesta en la neurosis de transferencia. Según Anna Freud, esta transferencia no puede producirse cuando el niño depende aún de sus padres: «La antigua edición todavía no se ha agotado» [Anna Freud, The Psycho-Analytical Treatment of Children, 34.]. Sostenía, asimismo, que el análisis infantil debe ser educativo además de analítico, a fin de reforzar el superyó, y pensaba que debía evitarse la transferencia negativa, pues tratándose de niños sólo podía realizarse trabajo valioso en transferencia positiva.
Melanie Klein descubrió que aunque los niños casi nunca tienen «conciencia de enfermedad» en el sentido adulto, experimentan ansiedades intensas y son por lo menos tan conscientes como un adulto de su propia necesidad de ayuda. A diferencia de Anna
Freud, Klein consideraba que los niños, a causa de su ansiedad y de la dependencia general en que se hallan, desarrollan una rápida y sólida transferencia con el analista. La dependencia del niño hacia sus padres no impide el desarrollo de la transferencia, ya que no es la relación con los padres reales lo que se transfiere al analista, sino la relación con la figura interna de la fantasía: la imago parental. Desde un principio, Klein prestó especia atención al mundo interno del niño y a la naturaleza de las figuras internas transferidas al analista. Los padres internos se hallan con frecuencia escindidos en figuras ideales y figuras muy malas. El niño se defiende de su ambivalencia hacia sus padres mediante esa escisión y atribuye al analista ora el aspecto ideal, ora el aspecto persecutorio de los padres. Klein pensaba que los métodos educativos no tenían cabida en el psicoanálisis y que interferían en el proceso psicoanalítico. Dice Klein que «una verdadera situación analítica sólo puede producirse por medios analíticos» [«Symposium on Child Analysis» (1927), Writings, I, 143 («Simposio sobre análisis infantil», en obra cit., tomo 2, p. 140).] y que si se emplean medios no analíticos, como son los métodos educativos o intentos encaminados a obtener una transferencia positiva, entonces no puede desarrollarse una situación analítica. También pensaba que si el analista intenta lograr a toda costa una transferencia positiva, el niño volcará entonces sus sentimientos hostiles escindidos en sus padres o en otras personas de su entorno, en cuyo caso las demás relaciones del niño sufrirán y su conflicto esencial —el miedo a un superyó persecutorio— permanecerá sin analizar.
Estas diferencias técnicas estaban relacionadas, desde luego, con diferencias en el enfoque teórico. De acuerdo con Freud, el superyó se forma tras la disolución del complejo de Edipo. Antes de eso, el niño teme a la autoridad de los padres reales. La introyección de las prohibiciones de los padres y la formación de una autoridad interna — el superyó— anuncia la proximidad de la latencia. Se suponía que el superyó del niño pequeño era inexistente o débil, concepto teórico que daba fundamento a la posición y a la técnica de Anna Freud. Por el contrario, la observación de los niños en proceso de análisis despertó en Melanie Klein la convicción de que el niño pequeño tiene fantasías de padres internos aterrorizantes y represores que constituyen, de hecho, un superyó particularmente feroz que el yo del niño no puede afrontar. Klein pensaba, por tanto, que en el análisis de niños, al igual que en el de adultos, es el análisis del superyó en la transferencia, orientado hacia la disminución de su severidad, lo que permite el reforzamiento y mejor desarrollo del yo. El análisis de las figuras internas que componen el superyó, así como la resolución de la ansiedad y la culpa ligadas a dichas figuras, eran la meta de su enfoque psicoanalítico.
En el desarrollo del psicoanálisis existe una relación íntima entre la teoría y la técnica. La técnica de la hipnosis permitió a Freud descubrir los procesos inconscientes.
Sus reflexiones sobre tales procesos lo condujeron, a su vez, a la técnica de la asociación
libre, la cual le proporcionó el material para la formulación de las opiniones teóricas.
Melanie Klein abordó el psicoanálisis infantil pertrechada de la técnica y de las teorías de
Freud. Concibió su técnica del juego como un método de comunicación con el niño, que le permitía adherirse a los principios psicoanalíticos. La técnica del juego le proporcionó acceso al inconsciente del niño y esto, a su vez, la llevó a hacer descubrimientos que modificaron sus opiniones teóricas sobre la sexualidad infantil y el desarrollo del aparato psíquico. En tanto que Freud infirió la psicología infantil del análisis de adultos —con la única excepción de Juanito—, Klein estudió la estructura y los conflictos infantiles directamente en el niño.



4 comentarios:

Psicobloggers® -Red virtual de psicólog@s- dijo...

Interesante post. Es siempre bueno encontrar un sitio donde el psicoanálisis tome un lugar preponderante, sobre todo proviniendo de un país, como es el caso de colombia, donde sus críticos han intentado enterrarla y relegarla al olvido.

Nos sería bastante agradable tenerlos por nuestro sitio (http://psicobloggers.blogspot.com/) y enriquecernos de sus puntos de vista.

Saludos,
Daniel Macía
Equipo PsicoBloggers

-Anna- dijo...

Está muy bueno tu blog. Tengo un montón de resúmenes y apuntes que te puedo pasar, sólo que ahora con los finales y demás no tengo mucho tiempo. Apenas termine prometo mandarte al mail todo lo que encuentre por si te sirve el aporte.
Me llevo mientras tanto algunos resúmenes de psicopato =) y vuelvo después a seguir leyendo. Muchas gracias!
Saludos!

Anónimo dijo...

imagino que la escritora de esta entrada murio de cansancio despues de tanto texto....suerte que este comentario es anonimo y poco inteligente....Y ME PIDE CAP

David Recort- Fuerza Oceanica, S.A. dijo...

bue...dare la cara...he sido yo