miércoles, 3 de junio de 2009

Melanie Klein por Hanna Segal parte III

3. La técnica del juego
Cuando Melanie Klein llegó a Londres en 1927 su técnica del psicoanálisis infantil, que ella denominaba técnica del juego, estaba ya elaborada en profundidad.
Para evaluar la naturaleza revolucionaria de esta técnica es necesario decir una palabra sobre los inicios del psicoanálisis infantil. Como es casi siempre en los descubrimientos psicoanalíticos, los primeros pasos los dio Freud, quien a partir del análisis de adultos, estimó que la neurosis adulta se originaba en una neurosis infantil coexistente con el complejo de Edipo. En Historia de una neurosis infantil (1918) [SE, XVIII, 7-122 (obra cit., vol. II, pp. 785-842).] , donde describe el caso del llamado Hombre de los lobos, se muestra con claridad cómo Freud, desde el análisis de la neurosis de un adulto, desentierra una neurosis infantil sufrida por el paciente en el período anterior a la latencia. Pero aunque sometió a observación a sus propios hijos y alentó la investigación por parte de sus discípulos, no produjo un estudio sistemático de la neurosis infantil, con una única excepción. En 1909 Freud publicó el caso de Juanito [«Analysis of a Phobia in a Five-Year-Old Boy», SE, X, 5-149 (obra cit., «Análisis de la fobia de un niño de cinco años», volumen II, pp. 658-714).] , un niño de cinco años que sufría de una agorafobia relacionada con el temor de ser mordido por un caballo en la calle. Alentado por Freud y bajo su supervisión, el propio padre del niño lo sometió a análisis y consiguió descubrir su complejo de Edipo, tanto positivo como negativo, lo que produjo como resultado una atenuación de la neurosis de Juanito. Este caso confirmó la hipótesis de Freud acerca de la neurosis infantil y demostró también que los niños podían ser psicoanalizados, y que este tipo de neurosis podía ser resuelto desde sus inicios. En la época en que publicó este trabajo, Freud pensaba que sólo el padre del niño estaba en condiciones de hacerse cargo del análisis, pero con el tiempo modificó su opinión. En ensayos posteriores, en particular el que describe el caso del Hombre de los lobos, donde comenta las posibles ventajas del psicoanálisis infantil, no establece tales restricciones.
Aunque el comienzo fue brillante y esperanzador, el análisis infantil no prosperó.
Probablemente existían factores inconscientes de resistencia al juego y, no obstante todo su conocimiento psicoanalítico, los analistas dudaban acerca de si debía perturbarse la «inocencia infantil». Melanie Klein me contó que cuando presentó por primera vez ante la
Sociedad de Berlín su material sobre niños, hubo indignación no sólo por sus opiniones sobre la agresividad infantil, sino también por el hecho de que ella hablaba a los niños de manera directa acerca de la sexualidad: y esto sucedía más de diez años después de la publicación del caso de Juanito.
Pero había también dificultades técnicas. ¿Cómo explicar la técnica psicoanalítica a los niños? Los adultos buscan analizarse porque son conscientes de su enfermedad. Antes de Melanie Klein, la mayoría de los analistas consideraba que los niños no tienen conciencia de su enfermedad ni de su necesidad de ayuda; por consiguiente, se pensaba que era imposible esperar cooperación por parte de ellos. Igualmente se creía que no era posible exigir a un niño que se tendiera en el diván y asociara con libertad y que los niños, ligados aún a sus padres, no podrían entablar una transferencia.
La genialidad de Klein reside en haber observado que la forma de expresión natural del niño es el juego y que, por consiguiente, puede ser utilizado como medio de comunicación con los pequeños. Para el niño el juego no es «simplemente juego»: es también trabajo. No se trata tan sólo de una forma de explorar y controlar el mundo externo, sino de un medio por el cual controlar y expresar sus angustias a través de la manifestación y elaboración de las fantasías. Mediante el juego, el niño dramatiza sus fantasías y elabora así sus conflictos.
Freud consideraba que el juego era un acto sintomático y con toda naturalidad lo incluyó en el análisis. Observó, por ejemplo, la forma en que Dora jugaba con su red e interpretó el significado de ese juego [«Fragment of an Analysis of a Case of Hysteria» (1905), SE, XII, 76-79 (obra cit., Análisis fragmentario de una histeria», volumen II, pp. 605-657).] . En Psicopatología de la vida cotidiana (1901) [SE, VI, 198 (obra cit., vol. I, p. 6291.] describió una consulta con un adolescente a quien no pudo hacer hablar de sus conflictos; pero en el transcurso de la entrevista, Freud advirtió que el jovencito hacía una figura con miga de pan; de inmediato atrajo la atención del paciente hacia ese acto sintomático y lo utilizó como una primera forma de comunicación sobre sus problemas sexuales. Más tarde, el chico decapitó al hombrecillo de miga de pan, acto que fue igualmente utilizado por Freud para sus explicaciones. Pero ni Freud ni quienes, antes que Klein o al mismo tiempo que ella, intentaron analizar niños comprendieron en profundidad la importancia del juego en el niño, ni pensaron en utilizarlo como la principal vía de acceso a su inconsciente.
Tras asignar total importancia al papel que desempeña el juego, Melanie Klein concluyó que, dadas las condiciones adecuadas, el libre juego del niño, así como todas las comunicaciones verbales de que sea capaz, pueden cumplir una función similar a la asociación libre en los adultos.
En el juego, el niño expresa sus fantasías, sus deseos y sus experiencias de un modo simbólico. Al hacerlo, utiliza los mismos medios de expresión arcaicos, filogenéticamente adquiridos, el mismo lenguaje que nos es familiar en los sueños, y sólo comprenderemos totalmente este lenguaje si nos acercamos a él como Freud nos ha enseñado a acercarnos al lenguaje de los sueños. El simbolismo es sólo una parte de él. Si deseamos comprender correctamente el juego del niño en relación con toda su conducta durante la hora de análisis, debemos no sólo desentrañar el significado simbólico por claro que sea, sino tener en cuenta todos los mecanismos y formas de representación usados en el trabajo onírico, sin perder de vista jamás la relación de cada factor con la situación total [Writings, I, 134 (obra cit., «El psicoanálisis de los niños», en Obras completas, tomo 1, p. 139).].
En el capítulo «La técnica del análisis temprano», en El psicoanálisis de niños, Klein da un sencillo ejemplo para ilustrar el simbolismo del juego del niño y su técnica para analizarlo. Peter era un niño de tres años y medio, angustiado, afligido e inhibido, que se entendía mal con los demás niños, y en particular con su hermano, mostrándose a veces sarcástico y agresivo.
Al comenzar su primera hora, Pedro tomó los carruajes y coches de juguete y los colocó, primero, uno detrás del otro, y luego, uno al lado del otro, alternando varias veces entre ambas ordenaciones. Entremedias tomó también dos carruajes tirados por caballos y los hizo chocar uno contra otro de modo que las patas de los caballos se golpearon unas con otras, y dijo: «Tengo un nuevo hermanito que se llama Fritz.» Le pregunté qué hacían los carruajes y contestó «Eso no está bien», dejando de golpearlos inmediatamente, aunque comenzó de nuevo al poco tiempo. Golpeó luego los dos caballos del mismo modo y yo le dije: «Mira, los caballos son dos personas chocando.» Al principio contestó: «No, eso no está bien», pero aceptó luego que eran dos personas chocando y agregó: «Los caballos también han chocado y ahora se van a dormir.» Los cubrió luego con ladrillos y dijo: «Ahora están muertos; los he enterrado» [Writings, II, 17 (id. ant., o. 148).].
En la primera sesión, Klein se limitó a señalarle el hecho de que sus juguetes simbolizaban gente. En la sesión siguiente, Pedro colocó dos columpios, uno al lado del otro, y mostrándole la parte interna y más larga, que pendía y se balanceaba, dijo: «Mira cómo cuelga y se sacude». En ese momento, Melanie Klein interpretó que los columpios eran Papá y Mamá moviendo juntos sus «cositas» (thingummies) (término empleado por el niño para designar los genitales). En un primer momento el niño se rebeló repitiendo:
«No, eso no está bien»; sin embargo, prosiguió el juego mientras decía: «Así sacudían juntos sus cositas (thingummies)», y comenzó de inmediato a hablar de su hermanito. En el transcurso de la primera hora, después de golpear los carruajes y los caballos unos contra otros, el niño se había referido también a la existencia de un nuevo hermano, lo cual hizo que Melanie Klein interpretara que, en el pensamiento del paciente, cuando papá y mamá sacudían juntos sus cositas se producía el nacimiento del hermano. En sesiones sucesivas, el juego del pequeño denotó el deseo que él experimentaba: participar en la relación. Más tarde, tanto por medio del simbolismo del juego como a través de reacciones más directas —tales como la necesidad repentina de orinar o de defecar— el pequeño expresó sus conflictos edípicos y los que se referían a su bisexualidad. Los deseos de muerte que estaban relacionados con sus padres y hermano, que ya se manifestaran en la primera sesión al derribar el paciente los juguetes con ira y decir: «Están muertos», se hicieron cada vez más claros y de este modo pudieron ser interpretados.
Melanie Klein comprendió la importancia del juego en la niñez y señaló que su inhibición era un síntoma fundamental que denotaba una inhibición de la vida de la fantasía y del desarrollo general. En el caso de ciertos niños cuya capacidad de juego está bloqueada, sólo el tratamiento psicoanalítico puede resolver la inhibición. En el tratamiento mismo, el juego libre puede verse inhibido de igual modo que la asociación libre, cosa que se puede manifestar o bien en una cesación del juego, o bien en una repetición rígida y poco imaginativa. Tal como ocurre en el análisis de adultos con resistencias ante la asociación libre, las inhibiciones del juego libre pueden ser resueltas cuando la angustia subyacente es atenuada por la interpretación.
El juego, interrumpido antes por las resistencias, es reanudado; altera, expande y expresa estratos más profundos que la mente; el contacto entre el niño y el analista se restablece. El placer en el juego, que aparece claramente después de una interpretación, se debe al hecho de que el gasto de energía necesario para la represión ya no se precisa después de la interpretación [Writings, I, 134 (id. ant., p. 140).].
Esta comprensión del significado del juego de los niños es hoy un lugar común, pero en aquella época abrió todo un campo nuevo en el conocimiento de la psicología infantil.
La misma Melanie Klein hizo un breve informe sobre su técnica en un artículo presentado ante la Sociedad Psicoanalítica Británica en 1946 [«The Psycho-Analytic Play Technique: Its History and Significance (1955), Writings, II, 122-140 («La técnica psicoanalítica del juego: su historia y su significado», en M. Klein, Nuevas direcciones en Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1972, páginas 21-39).]. La primera criatura que intentó analizar fue un niño de cinco años a quien ella designaba con el nombre de Fritz.
Lo analizó en 1920, durante unos pocos meses, en casa del niño y con sus propios juguetes. En este primer análisis, Klein se propuso los mismos objetivos que si de psicoanálisis de adultos se tratara, es decir llevar a la conciencia los conflictos inconscientes, aplicando al material las mismas normas de interpretación que en el análisis de adultos y prestando especial atención a la transferencia, tanto positiva como negativa. Con frecuencia, el niño se mostraba muy angustiado, una angustia que a veces era movilizada por las interpretaciones de Klein. Ella intentó resolverla mediante la interpretación de sus raíces. En un momento dado, la misma Melanie Klein se sintió angustiada e insegura debido a la intensidad de la angustia del niño, pero Abraham la alentó para que continuara aplicando la técnica que había elegido. Y, en efecto, después de las interpretaciones, la angustia del niño disminuyó; a pesar de su brevedad, el análisis logró, al parecer, buenos resultados terapéuticos.
Su siguiente paso importante, en 1923, fue el análisis de una niña llamada Rita, de dos años y nueve meses de edad, muy perturbada y aquejada de pavor nocturnus (terrores nocturnos) [Writings, II, 3-4, 6, 8 (Klein, «El psicoanálisis de los niños», en Obras completas, tomo 1, pp. 135-146).]. Este análisis también fue iniciado en la habitación de la niña, ante la presencia vigilante y ambivalente de la madre y la tía de la pequeña. En la primera sesión, Rita estaba demasiado angustiada para permanecer con Klein en la habitación y salió corriendo al jardín. Melanie Klein interpretó inmediatamente una transferencia negativa, diciendo a la niña que tenía miedo de lo que M. Klein podría hacerle y conectó este miedo con el pavor nocturnus de la paciente. Después de estas interpretaciones la pequeña regresó a la habitación con toda tranquilidad y continuó jugando con M. Klein.
Sin embargo, ésta pronto llegó a la conclusión de que no podía realizar el análisis de la niña en su propio hogar y la llevó a la consulta, lo que constituyó un avance importante.
Klein comprendió que el análisis de un niño, al igual que el de un adulto, necesita de un encuadre psicoanalítico adecuado, lejos del hogar y de la familia.
Después de esta experiencia, Klein analizó a otra niña [«The Psycho-Analytic Play Technique» (1955), Writings, III, 125 (Klein, «La técnica psicoanalítica del juego», obra cit., p. 25).]
y durante este análisis desarrolló la técnica consistente en la utilización de juguetes especiales. Dio a la pequeña una caja de juguetes que sólo serían utilizados por ella durante sus sesiones de análisis.
En 1923 sus principios y técnicas del psicoanálisis infantil estaban plenamente elaborados. Proporcionaba al niño un encuadre psicoanalítico adecuado, es decir un horario estrictamente regular, con sesiones de cincuenta minutos cinco veces por semana.
La habitación se hallaba adaptada de un modo especial para el niño: mobiliario sencillo y sólido, una mesita y una silla para el paciente, una silla para el analista, un pequeño diván.
El suelo y las paredes debían ser lavables. Cada niño dispondría de su propia caja de juguetes, sólo utilizados para el tratamiento. Los juguetes se elegían con todo cuidado; había casitas, figuras pequeñas de hombres y de mujeres, con preferencia de dos tamaños, animales salvajes y domésticos, ladrillos, balones, a veces canicas y también materiales de juego tales como tijeras, bramante, lápices, papel, plastelina. Además, la habitación debía estar provista de agua, ya que en ciertas etapas del análisis de muchos niños el agua juega un papel importante. La elección de los juguetes es de gran importancia, porque el juego libre del niño funciona de manera similar a la libre asociación en el análisis de adultos. Los juguetes no deben determinar el juego: así como en el análisis de adultos el analista no debe sugerir el tema de las asociaciones, tampoco los juguetes han de sugerir el tema del juego. No hay que utilizar juguetes que tengan un significado propio, tales como teléfonos o juegos que impongan reglas, por ejemplo las damas; las figuras humanas deben ser de dos tallas para facilitar la representación del rol adulto y el infantil, pero han de ser indeterminadas; no deben llevar uniformes ni vestimentas especiales, ni elementos que indiquen una ocupación o papel definido que pudiera sugerir un tipo especial de juego. Los juguetes han de ser muy pequeños —esto fue un resultado de una elección intuitiva por parte de Melanie Klein—. Los juguetes pequeños se prestan muy bien a la técnica analítica del juego, posiblemente debido a que su pequeñez los hace muy apropiados para representar el mundo interno. Al presentar la ponencia de Melanie Klein sobre la técnica del juego ante la Socicedad Psicoanalítica Británica, Donald Winnicott dijo que, en su opinión, al incorporar estos pequeños juguetes, Klein había concretado el avance más significativo en el campo del análisis infantil. Con ellos el niño puede expresarse con libertad y utilizarlos de la forma que más convenga a su fantasía.
Melanie Klein sostenía que el juego del niño expresa sus preocupaciones, conflictos y fantasías; su técnica estribaba en analizar el juego tal como se analizan los sueños y las asociaciones libres, interpretando las fantasías, conflictos y defensas. Los dibujos de los niños y las asociaciones que éstos les inspiran a menudo son especialmente reveladores.
Desde la época del análisis de Juanito hasta 1919, sólo Hug Helmuth había realizado intentos en el campo del psicoanálisis de niños. Casi al mismo tiempo que Melanie Klein,
Anna Freud comenzó a desarrollar una técnica para niños basada en la de Hug Helmuth.
Entre el enfoque de Anna Freud y el de Melanie Klein existían diferencias considerables y la controversia a que ello dio lugar alcanzó su punto culminante en el Simposio sobre
Psicoanálisis Infantil celebrado en 1927. Al igual que Hug Helmuth, Anna Freud sostenía que en los niños no se da la neurosis de transferencia. De acuerdo con la teoría general de la transferencia, el paciente transfiere al analista sentimientos y fantasías que corresponden a la relación con sus padres en el pasado. Con el tiempo, el conflicto neurótico desarrollado en relación con los padres se manifiesta en la neurosis de transferencia. Según Anna Freud, esta transferencia no puede producirse cuando el niño depende aún de sus padres: «La antigua edición todavía no se ha agotado» [Anna Freud, The Psycho-Analytical Treatment of Children, 34.]. Sostenía, asimismo, que el análisis infantil debe ser educativo además de analítico, a fin de reforzar el superyó, y pensaba que debía evitarse la transferencia negativa, pues tratándose de niños sólo podía realizarse trabajo valioso en transferencia positiva.
Melanie Klein descubrió que aunque los niños casi nunca tienen «conciencia de enfermedad» en el sentido adulto, experimentan ansiedades intensas y son por lo menos tan conscientes como un adulto de su propia necesidad de ayuda. A diferencia de Anna
Freud, Klein consideraba que los niños, a causa de su ansiedad y de la dependencia general en que se hallan, desarrollan una rápida y sólida transferencia con el analista. La dependencia del niño hacia sus padres no impide el desarrollo de la transferencia, ya que no es la relación con los padres reales lo que se transfiere al analista, sino la relación con la figura interna de la fantasía: la imago parental. Desde un principio, Klein prestó especia atención al mundo interno del niño y a la naturaleza de las figuras internas transferidas al analista. Los padres internos se hallan con frecuencia escindidos en figuras ideales y figuras muy malas. El niño se defiende de su ambivalencia hacia sus padres mediante esa escisión y atribuye al analista ora el aspecto ideal, ora el aspecto persecutorio de los padres. Klein pensaba que los métodos educativos no tenían cabida en el psicoanálisis y que interferían en el proceso psicoanalítico. Dice Klein que «una verdadera situación analítica sólo puede producirse por medios analíticos» [«Symposium on Child Analysis» (1927), Writings, I, 143 («Simposio sobre análisis infantil», en obra cit., tomo 2, p. 140).] y que si se emplean medios no analíticos, como son los métodos educativos o intentos encaminados a obtener una transferencia positiva, entonces no puede desarrollarse una situación analítica. También pensaba que si el analista intenta lograr a toda costa una transferencia positiva, el niño volcará entonces sus sentimientos hostiles escindidos en sus padres o en otras personas de su entorno, en cuyo caso las demás relaciones del niño sufrirán y su conflicto esencial —el miedo a un superyó persecutorio— permanecerá sin analizar.
Estas diferencias técnicas estaban relacionadas, desde luego, con diferencias en el enfoque teórico. De acuerdo con Freud, el superyó se forma tras la disolución del complejo de Edipo. Antes de eso, el niño teme a la autoridad de los padres reales. La introyección de las prohibiciones de los padres y la formación de una autoridad interna — el superyó— anuncia la proximidad de la latencia. Se suponía que el superyó del niño pequeño era inexistente o débil, concepto teórico que daba fundamento a la posición y a la técnica de Anna Freud. Por el contrario, la observación de los niños en proceso de análisis despertó en Melanie Klein la convicción de que el niño pequeño tiene fantasías de padres internos aterrorizantes y represores que constituyen, de hecho, un superyó particularmente feroz que el yo del niño no puede afrontar. Klein pensaba, por tanto, que en el análisis de niños, al igual que en el de adultos, es el análisis del superyó en la transferencia, orientado hacia la disminución de su severidad, lo que permite el reforzamiento y mejor desarrollo del yo. El análisis de las figuras internas que componen el superyó, así como la resolución de la ansiedad y la culpa ligadas a dichas figuras, eran la meta de su enfoque psicoanalítico.
En el desarrollo del psicoanálisis existe una relación íntima entre la teoría y la técnica. La técnica de la hipnosis permitió a Freud descubrir los procesos inconscientes.
Sus reflexiones sobre tales procesos lo condujeron, a su vez, a la técnica de la asociación
libre, la cual le proporcionó el material para la formulación de las opiniones teóricas.
Melanie Klein abordó el psicoanálisis infantil pertrechada de la técnica y de las teorías de
Freud. Concibió su técnica del juego como un método de comunicación con el niño, que le permitía adherirse a los principios psicoanalíticos. La técnica del juego le proporcionó acceso al inconsciente del niño y esto, a su vez, la llevó a hacer descubrimientos que modificaron sus opiniones teóricas sobre la sexualidad infantil y el desarrollo del aparato psíquico. En tanto que Freud infirió la psicología infantil del análisis de adultos —con la única excepción de Juanito—, Klein estudió la estructura y los conflictos infantiles directamente en el niño.



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viernes, 15 de mayo de 2009

Como conseguir una empanada (chiste)

En estos difíciles tiempos de malaria y desocupación, es aún posible aplicar los conocimientos adquiridos para solucionar nuestros urgentes problemas alimentarios. Al respecto, sugerimos los siguientes métodos para robar una empanada:

1) Método guestáltico: a) Concurrir a la rotisería de la esquina munido de una lámina donde se alternan fácilmente la figura y el fondo. Mientras el empleado se halla entretenido percibiendo ora una vasija, ora una mujer, usted se guarda una empanada. Si lo descubren, sugiérale que mire bien la figura mientras usted huye por el fondo. b) Otra técnica consiste en persuadirlo de que el todo es más que la suma de las partes: compre seis empanadas y llévese ocho.

2) Método sistémico de la \"provocación\" (Escuela de Roma): Mientras habla con el rotisero, critique
abiertamente a los saqueadores de supermercados y a los ladrones de empanadas. Podrá así deslizar una empanada en su bolsillo sin que recaigan las sospechas sobre su persona.

3) Método pavloviano: Tómese un perro nuevo y condiciónelo para que, frente al sonido \"¡Fuera de aquí, ladrón!\", tome una empanada, salga huyendo del negocio y lo espere en la esquina.

4) Método fenomenológico-existencial: Timbrear las casas mostrando folletos similares a los de la iglesia evangélica pero con fotos de campos de concentración y el retrato de Víktor Frankl, fundador de la logoterapia, y solicitar empanadas para resolver el vacío gastro-existencial de los prisioneros. Si va acompañado de una señora con rodete, pollera por debajo de las rodillas, ojos de lagarto y sosteniendo \"La Náusea\" de Sartre, aumentará el efecto persuasivo.

5) Método de la desensibilización progresiva. El primer día, dígale a su rotisero que últimamente lo nota muy nervioso. Pídale que se relaje mientras agarra una servilleta de papel para llevársela a su hogar. Al día siguiente haga lo mismo con dos servilletas de papel, y luego con varios escarbadientes. Finalmente, el rotisero no ofrecerá resistencia cuando usted se lleve varias empanadas de un saque.

6) Método piagetiano: Tómese un bebé cualquiera y llévelo a la rotisería debajo del brazo, acercándolo inadvertidamente al mostrador. Avido de ejercitación sensorio-motriz, la criatura no podrá evitar tomar una empanada. Luego, márchese inmediatamente. Si el empleado se queja, defienda al niño diciéndole que el pobre está ejercitando la coordinación entre visión y prensión, y buscando nuevos medios para hacer desaparecer objetos.

7) Método skineriano del condicionamiento operante: Cada vez que vaya a la rotisería llévese descaradamente una empanada mientras le comunica al empleado una buena noticia (por ejemplo que ganó San Lorenzo, o que los gastronómicos quedarán exentos de ingresos brutos, etc). El hombre le permitirá llevarse siempre empanadas, habida cuenta que esa conducta permisiva estará siempre recompensada con una buena nueva.

8) Método lacaniano: Lleve una soga con el nudo borromeo. Mientras el empleado intenta infructuosamente desatarlo, usted forcluye una empanada y huye furtivamente.

9) Método kleiniano: incremente progresivamente la ansiedad paranoide del rotisero a límites intolerables mediante el argumento del inspector de la DGI ( Dirección General Impositiva. Podrá llevarse las empanadas que quiera cuando el hombre, con el yo ya escindido, intente ocultarse en el microondas agarrándose las dos cabezas.

10) Método psicoanalítico: Háblele al rotisero de la cuestión de la castración paterna señalándole los genitales y (con delicadeza), de la "intensa" relación que tuvo y tiene con su madre. Aproveche el estado de miedo (por sus genitales), culpa y confusión ( por lo de la mamá)del rotisero para llevarse las empanadas y mientras se retira lentamente, digale que la primer consulta es gratuita y dejele su tarjeta.



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miércoles, 13 de mayo de 2009

Resumen para Criminológica parte II

Seguimos con el resumen de criminológica de nuestro compañero… gracias por compartir!!!


APUNTE DE CATEDRA

1- Personalidad Psicopática y Criminalidad. Hilda Marchiori

La Psicopatía es la enfermedad mas frecuente en el ámbito carcelario y la de mayor significación en la sicopatología criminal. Pero debe aclararse que es diferente un rasgo o conducta psicopática a una personalidad con estructura básicamente psicopática.
El psicópata reacciona a la frustración con la agresión, conducta resultado de recompensas tempranas recibidas por ese comportamiento. Mientras que el individuo “normal” controla su agresión, reacciona con la sublimación, pero pocas veces con la agresión verbal.

El Psicópata:
• Posee dificultad para ponerse en el lugar del otro y de ahí su falta de falta de culpa por sus conductas agresivas.
• Se aparta de lo normal, es flexible, ágil y se mueve más rápido que los demás.
• Tiene un lenguaje de acción. Facilidad al acting-out.
• Es una persona asocial, impulsiva y agresiva incapaz de crear lazos afectivos duraderos. (Cleckley)
• Trata a las personas y a los objetos como medios para su placer. (McCord)
• Tiende a provocar sorpresa y miedo en el otro
• Posee una estructura narcisistica, cuyas ansiedades básicas primarias son persecutorias, por ello necesita agredir a los demás. (Joel Zac)
• Tiene una marcada inmadurez de la personalidad. (José Patiño)
• Funciones intelectuales OK. (José Patiño)
• Es incapaz de adaptar su comportamiento a las normas culturales del grupo. (José Patiño)
• Conducta antisocial y parasocial. (José Patiño)
• Conducta anormal desde la infancia. (José Patiño)
• Satisfacción inmediata de sus caprichos. (José Patiño)
• Angustia centrada en el temor de quedarse solos y aislados afectivamente
• Poco o ningún sentimiento de culpa. (José Patiño)
• Mitomanía y mundo fantástico. (José Patiño)
• En la comunicación intenta colocar en ridículo al otro.
• Es un individuo celoso, autodestructivo y con una comunicación alternativa, tendiente a sorprender. El contenido es sádico, irónico en la formulación de ideas y plantea siempre la duda con la persona que habla, es agresivo. Posee habilidad para detectar la problemática de los demás y de ese modo los agreden y menosprecian pero también los seducen.
• Tienen una capacidad para pasar de situaciones de agresión a la seducción.
• Angustia centrada en el temor de quedarse solo y aislado afectivamente, y por ello responde con agresión verbal y física hacia los demás.
• El sentimiento de culpa existía antes del delito y es el que lo lleva a buscar el castigo (S. Freud)
• El sentimiento de culpa viene de deseos inconscientes que el propio Yo condena más aún que la acción real. (Alexander Y Staub)
• Actitud rebelde contra la autoridad y la sociedad.
• Tienen sus propias escalas de valores (o valores distorsionados); y posee conciencia de ello.

• Juicio desconectado con la realidad
• Su conducta no sigue ningún plan o meta establecida o deseada.

2- La Peligrosidad. Cleopatre Montandon
Definiciones de peligrosidad:
• Scott: “la tendencia imprevisible de infligir o correr el riesgo de infligir actos perjudiciales o destructivos o inducir a terceros a tales actos. La peligrosidad puede ser dirigidas hacia sí mismo”. (ésta definición tiene en cuenta los daños físicos pero no los psicológicos)
• Comisión inglesa: “propensión de causar un daño físico grave o un perjuicio psicológico durable”
• Estados Unidos: “la conducta peligrosa implica no solamente la violación de normas sociales que son impuestas mediante sanciones penales, sino un daño físico o psicológico grave a personas o una destrucción substancial de propiedad”
Dos métodos principales de predicción de la peligrosidad: Clínico (se basa en entrevistas, anamnesis y test psicológicos) y estadístico (utiliza escalas de predicción donde una serie de factores considerados estadísticamente ligados a las conductas criminales son evaluadas)
El autor muestra las grandes fallas y obstáculos con que se encuentran estos dos métodos.
El análisis crítico plantea la relación entre el concepto de peligrosidad con las nuevas teorías de la desviación, lo que es lógico porque la peligrosidad es una forma particular de desviación.

3- Psicopatía. Joel Zac
Históricamente el concepto de personalidad psicopática fue utilizado durante mucho tiempo para designar un conjunto de cuadros clínicos que carecían de una clara delimitación de otras estructuras de la personalidad, y cuyos vínculos relacionales comunes no tenían validez adecuada como para incluirlas en una sola categoría.

“Redefiniendo el concepto de psicopatía”
• Personalidad antisocial y agresiva
• No respeta las leyes
• Antagonismo ante la autoridad
• Conducta de acción: imprevisible e irresponsable
• Comportamiento aloplástico, concreto, no simbólico
• Provoca miedo y sorpresa en el otro.
• Incapaz de hacerse cargo y cumplir con una tarea útil
• Es intolerante a las restricciones de la sociedad y a la frustración.
• Perturbación en sentimientos de amor y culpa
• No tiene un sentido adecuado de la realidad
• Estructura narcisista
• Fantasía caracterizada por ansiedades persecutorias y confusionales
• Defensas: omnipotencia, identificación
• Persuade a que el otro cumpla un rol que él necesita.
• Disociación entre afectos y razón
• Definición: la psicopatía es una organización de la personalidad históricamente determinada por una distorsión infantil de la evolución yoica, con una estructura narcisista egosintónica, con intolerancia a la frustración y una irrestibilidad impulsiva. En el adulto esto se actualiza como comportamiento estereotipado, hostil, antisocial, cruel, con carencia aparente de angustia, de sentimiento de culpa, de insight, de capacidad de amar, con una ideología autocrática y sumisividad, con ataque a los objetos y a las relaciones interpersonales.
• Diagnóstico: precocidad y cronicidad de las perturbaciones, las sintomatología, la dinámica intrapsíquica, la conducta y las relaciones interpersonales.
• Factores determinantes de la sociopatía: económicos, ideológicos, socio-económicos y políticos

4- El Delincuente por Sentimiento de Culpabilidad. Sigmund Freud
Actos delictivos eran cometidos porque se hallaban prohibidos y porque a su ejecución se enlazaba un alivio psíquico. El sentimiento de culpabilidad (originado del complejo de Edipo como reacción a las dos grandes intenciones criminales: matar al padre y gozar a la madre) quedaba así, adherido a algo tangible. El sentimiento de culpabilidad existe antes del delito.
De este tipo de delincuentes, debemos restar aquellos que cometen delitos sin sentimientos de culpabilidad, que no han desarrollado inhibiciones morales o creen justificada su conducta por su lucha contra la sociedad.

5- Criminología Clínica y Modelos. Delincuencia e inadaptación Juvenil. Jean Pinatel
Nociones de base:
1- Delincuencia: el delito no es siempre un fenómeno arbitrario, contingente, variable por existen actos (homicidio, robo, violación) considerados como infracciones a lo largo del desarrollo del derecho penal.
2- Rol de la sociedad: forma parte de la etiología del delito. Pero reducir al delito a un fenómeno de sociedad es una actitud desprovista de base científica. El análisis de su dinámica demuestra que la personalidad se sitúa como punto central donde todas las determinantes se combinan y entrelazan.
3- La clínica: el falso mito médico (asociar la delincuencia con la enfermedad). La criminología clínica se interesa por los delincuentes que no pueden ser descritos con referencia a tipos psicopatológicos definidos. La medicina y la criminología clínico utilizan el método clínico.
4- Concepto de “Modelo”: esquema susceptible de resumir un conjunto de hechos y de reacciones entre estos hechos.
5- Personalidad delincuente: no pueden ser descritos con referencia a tipos psicopatológicos, ni en términos de patología social. El concepto de personalidad delincuente se eleva al nivel de “modelo”: es entonces un concepto operacional.

Especificidad del enfoque criminológico clínico: No existe diferencia en la naturaleza entre personalidad delincuente y no-delincuente, la diferencia es de grado o de estructura.

Modelos propuestos actualmente por la criminología clínica en materia de delincuencia en inadaptación juvenil: La mayor parte de modelos actuales han sido elaborados con fines predictivos (tablas los Glueck), lo que les da un sesgo matemático. Pero también existen otros modelos como los de tipo teórico (Personalidad criminal) y tipológico (tipología de Grant, Grant y Sullivan).

6- La Nueva Sociedad ¿Es Criminogena? Jean Pinatel
Las influencias sociales criminógenas no producen su efecto nocivo sino inciden en un terreno propicio. Una personalidad delincuente no puede ser transmitida por herencia sino que esta actúa como factor predisponerte.
Las grandes manifestaciones de nuestra criminalidad dependen de las ocasiones que la sociedad concede. En todo caso nuestra sociedad es parcialmente responsable del desarrollo de la criminalidad. Pero no se trata más que de una responsabilidad mecánica, ligada a la morfología social, a la demografía y la urbanización.
Es un hecho comprobado que la desorganización social y la inadaptación individual favorecen el crecimiento de la criminalidad.
¿Qué es la Personalidad Criminal?
Rta: Es simplemente un modelo que el análisis criminológico utiliza en sus investigaciones. Es un instrumento clínico, un concepto operacional. Nos permite desenvolvernos en el estudio de los criminales, apreciar su peligrosidad, evaluar los efectos de un determinado tratamiento.
Es falso y vano separar a los hombres entre buenos y malos: todo hombre en circunstancias excepcionales puede llegar a ser delincuente.
Lo que, en estas condiciones, permite distinguir a los delincuentes de los no-delincuentes, y a los delincuentes entre ellos, es la aptitud, mas o menos pronunciada, para pasar a la acción. La criminología fundamental es la ciencia del paso al acto delictivo.
Los componentes de la personalidad criminal son: egocentrismo, labilidad, agresividad e indiferencia afectiva; estos componentes del núcleo de la personalidad (estructura dinámica) dirigen las condiciones del paso al acto.
La criminología tiene por tarea específica el explicar cómo y por qué algunas personas no son frenadas en sus actos por la eventualidad de las sanciones.

7- El Criminal Neurótico. Franz Alexander & Hugo Staub
El criminal neurótico es un caso particular del carácter neurótico. Es un enfermo de psiconeurosis, es por lo tanto curable y puede ser tratado médicamente. Su enfermedad radica en la desproporción entre su vida instintiva y la fuerza de la función impeditiva de su Yo y en la escasa plasticidad de sus instintos.
La práctica de la terapéutica psicoanalítica nos muestra la curabilidad de estos hombres, saturados de problemas, en los que se libra una constante lucha, semejante a la de la neurosis, entre la parte de la personalidad adaptada y la inadaptada socialmente.

8- Suicidio. Hilda Marchiori
Suicidio: acto fatal.
Intento Suicida: acto no fatal de autoperjuicio llevado a cabo con un conciente intento autodestructivo.
El suicidio es un comportamiento intencional autodestructivo, llevado a cabo por una persona en una etapa de su vida altamente sensible agravado por un contexto familiar, social, vulnerable, que no puede impedirlo. Es un acto intencional causado a uno mismo que pone en peligro la vida y que da como resultado la muerte. Es la destrucción deliberada de la propia vida.
Para Durkheim es un acto cometido por una persona, a sabiendas de que va a producir este resultado. Es decir, existe suicidio cuando la persona en el momento de cometer el acto que pondrá fin a su vida, sabe con certeza lo que normalmente debe resultar del mismo.
Stengel plantea que el suicidio parece ser la acción más personal que un individuo pueda asumir; sin embargo, las relaciones sociales juegan un papel importante en su causalidad, pues posee un profundo impacto social; este acto es también un acto de agresión contra los otros.
Según Morón El suicidio es una forma desesperada de comunicación, un pedido de auxilio que se lanza cuando han fallado todos los otros intentos de comunicación.
Para diferenciar al suicidio de los accidentes u homicidios, tenemos que determinar si ha sido un acto deliberado.
¿Cual es el proceso o motivaciones que llevan de la idea al acto suicida?:
1. Un proceso defensivo que confiere al suicidio una reacción de defensa.
2. Un proceso punitivo: sentimiento de culpa y conducta expiatoria.
3. Un proceso dirigido a culpar a la familia, a la sociedad.
4. Un proceso oblativo, de pago, determina en el suicidio una tendencia al sacrificio.
5. Un proceso lúdico de jugar con la vida.
Dualismo Existencial: Vida o Muerte. Angustia ante el vivir y ante la espera de la muerte.
El estado emocional de estas personas se caracteriza por la angustia y desesperación, imposibles de controlar. Este proceso comprende:
a) La idea de suicidio, representación mental del acto.
b) La preparación material del suicidio.
c) El suicidio, acto de matarse. Tiene como consecuencia la muerte! Sospechá!
Para García Reynoso, el suicidio o intento de suicidio tienen diversos significados; puede ser una señal para atraer la atención, o una forma de pedir auxilio, o una acusación destinada a controlar y reprochar a las otras personas de su situación.

Medios- Instrumentos.
El método mas utilizado esta en relación a las características del medio social y cultural, depende de la edad, de su profesión, también de la imitación de lo observado en televisión, lecturas o hechos policiales. El medio tiene que ver con los elementos que el suicida tiene a su alcance.
Los elementos para llevar a cabo el suicidio son:
• Ahorcamiento
• Armas de fuego (mas utilizada por los hombres)
• Instrumentos cortantes (gillette, vidrios)
• Armas blancas (cuchillos, navajas)
• Fármacos (Las mujeres usan antidepresivos, sedantes)
• Arrojarse de edificios, puentes, vías del tren, subterráneo o bajo los automóviles. (muchas veces el lugar es la casa del suicida)
• Asfixia por inmersión (mar, río, pileta)
• Venenos (raticida, estricnina)
• Gas, Carbón.

Tozzini señala que el suicida elige el medio conforme a cuatro circunstancias:
1. Su personalidad.
2. El conocimiento que tenga sobre la idoneidad del procedimiento.
3. El real deseo de morir.
4. Las posibilidades de empleo a su alcance.

En los hombres predominan las armas de fuego y el ahorcamiento, y en las mujeres los medios son los barbitúricos y las armas blancas, también la inmersión y arrojarse de un edificio.

Lugar.
Dentro de la ciudad existen diferencias entre las zonas, observándose zonas y barrios mas vulnerables que otros.
Más del 50% de los suicidios se llevan a cabo en:
• La casa del suicida.
Y en segundo lugar:
• En lugares públicos.
• Hoteles.
• Cárceles.
• Hospitales.
• Lugares de trabajo.
• Torres de iglesias.
• Puentes.
• Atalayas
• Cruces de caminos.
• Edificios públicos.



Escritos- Notas y Advertencias Suicidas.
Generalmente las intenciones suicidas son expresadas de manera verbal o escrita con anterioridad al hecho, a pesar de que los suicidios llegan como un shock a los familiares y amigos.
Toda advertencia debe ser tomaba en serio, y mas aun si van acompañadas de otras manifestaciones de la persona, tales como depresiones, desempleaos, crisis familiares.

Aspectos Sociales.
Suicidios escolares, adolescentes y niños han aumentado, y los desencadenantes pueden ser: conflictos con los padres, compañeros, calificaciones escolares bajas, problemas familiares, abandono.
Los adolescentes utilizando los siguientes métodos: fármacos, ahorcamiento, envenenamiento, arrojarse de un edificio, prenderse fuego, automutilación (cortarse las muñecas).
El 70% de las personas que intentan suicidarse son mujeres. Pero el 70% de los suicidios efectuados pertenecen a sujetos hombres.

Clasificación.
El suicidio mas frecuente es el de la crisis melancólica, este pasa al acto en un brusco movimiento de autodestrucción.
Según Goppinger el suicidio se produce en el curso de una enfermedad psíquica, sobre todo en la depresión: distingue:
a) Suicidio de la personalidad anómala.
b) Suicidio como reacción anómala a una vivencia emocionalmente profunda.
c) Suicidio como resultado de una ponderación desapasionada donde el sistema de valores desempeña un papel decisivo (suicidio de balance, es cuidadosamente preparado)
d) Intentos demostrativos de suicidio que son realizados con una finalidad diferente a la idea de muerte.
Middendorff distingue:
a) Suicidio por conflicto.
b) Suicidio por balance-racional.
c) Suicidio como medio de protesta.
d) Suicidio religioso.
e) Suicidio indirecto.
f) Suicidio político.
Stengel distingue, en relación a los motivos del Suicidio:
a) Factores sociales.
b) Factores personales.
c) Enfermedad física.
d) Enfermedad mental.
e) Personalidad anormal.
Schneidnan y Farborow clasifican a los suicidas en 4 grupos:
a) Personas cuyas creencias las inducen a considerar al suicidio como una transición.
b) Aquellos que están desolados, con dolor físico, que consideran al suicidio como una liberación.
c) Los que están psicoticos y que se suicidan en respuesta a alucinaciones o a ideas delirantes.
d) Aquellos que se suicidan por un rechazo y para culpar a otras personas.
Carlos Tozzini describe las causas del suicidio:
a) Por enfermedad mortal, real o imaginaria.
b) Por traedium via vitae.
c) Por agresividad (del sujeto contra si mismo)
d) Por depresión (crónica o aguda)
e) Por heroicidad.
f) Por accidente.

En el Suicidio es importante distinguir:
1. Edad del suicida: es un factor determinante en los motivos y circunstancias del suicida.
a. Suicidio de adolescentes.
b. Suicidio de adultos
c. Suicidio de ancianos.
2. Instrumentos utilizados en el hecho: estos revelan la intención de privarse de la vida.
a. Suicidio por medio de armas de fuego.
b. Suicidio por armas blancas.
c. Suicidio por medio de fármacos.
d. Suicidio por envenenamiento.
e. Suicidio por arrojarse de edificios.
f. Suicidio por inmersión (en ríos, mares, piletas de natación, lagunas.)
g. Suicidio por quemaduras.
h. Suicidio por arrojarse a vías de trenes, subtes, autos, camiones.
i. Suicidio por omisión de instrumentos objetivos (de alimentos, agua, medicamentos necesario para vivir)
3. Por motivos y desencadenantes:
a. Suicidio por depresión.
b. Suicidio por alcoholismo.
c. Suicidio por conflictos familiares (pareja)
d. Suicidio por conflictos económicos.
e. Suicidio por situaciones sociales y culturales.
f. Suicidio por situación de enfermedad orgánica.
g. Suicidio por situaciones de enfermedad mental.

Diagnóstico: suicidio-accidente y homicidio.
Nerio Rojas distingue los elementos para realizar un diagnostico:
a) Forma de la muerte.
b) Clase de arma.
c) Signos de violencia.
d) Sitios de la herida, numero de heridas.
e) Variedad de las heridas y diferentes armas.
f) Dos heridas graves.
g) Dirección de la herida.
h) Regularidad de los bordes de la herida incisa.
i) Presencia de heridas de defensa.
j) El espasmo cadavérico.
k) La presencia de marcas de disparo próximo.
Los médicos forenses consideran fundamentales:
a) El lugar de las lesiones que provocaron la muerte.
b) La ausencia de signos de violencia externa. En especial, la ausencia de equimosis en zonas de agresión y zonas de defensa (muñecas y antebrazos)
c) Las marcas de tentativas de suicidios anteriores.
d) Estado y orden de las ropas del suicida.
e) Notas, cartas, testimonios del suicida.
f) Estudio de las características del arma utilizada para descartar un homicidio.
g) Estudio en los casos de ahorcamiento para diferenciarlo del homicidio. De igual modo en la inmersión.

Pacto Suicida.
Involucra a dos personas que están relacionadas como pareja. La iniciativa deriva de una de las personas que sufre depresión. Y siempre se recurre a los mismos medios: se suicidan abrazados, ingiriendo veneno, cortándose las muñecas, tirándose atador al río, etc. Existe una empatía psíquica con relación a la muerte.
Puede estar motivado por:
a) Deseo de unión eterna (personas de edad)
b) Respuesta a la familia y medio social que se opone a la integración de la pareja (adolescentes)
c) Temor miedo a quedarse solo en la vida (ancianos en donde uno de los dos esta enfermo)
d) Deseo de destrucción para no enfrentar una crisis considerada mayor (casos motivados por ideas religiosas o políticas)
En el homicidio por piedad en el que el autor-victima pertenecen al mismo grupo familiar, por ejemplo el padre o la madre mata al hijo con el fin de evitarles los sufrimientos de una vida dañosa. El homicida desea que su familia no sufra, por ello que, paradójicamente, los agrede. Este tipo de crimen se realiza de manera violenta y culmina con el suicidio del autor (quien generalmente ha padecido un estado depresivo).

Suicidio de Grupos.
Se producen frecuentemente en establecimientos penitenciarios. Este comportamiento es una protesta al sistema carcelario, en otros casos es una imitación de suicidios que ocurren en establecimientos de otras zonas o regiones.


Intentos suicida.
Puede constituir actos preparatorios del “verdadero” suicidio; este se repite de una a varias veces.
Morgan los denomina “daño deliberado auto-inflingido, no mortal”.
Tozzini distingue:
a) Resultado ficticio: es un acto dirigido hacia la propia vida del sujeto, pero la acción desarrollada no podría acarrear ningún daño a la salud del individuo. Fue así planeado.
b) Suicidio tentado con efecto impedido: la acción no alcanza el cierre trágico debido a algún suceso posterior y no deseado por el sujeto.

Depresión y suicidio.
La depresión siempre conlleva ideas de muerte por la desvalorización interior en la que se encuentra en individuo. El depresivo se siente vacío, vivencia un empobrecimiento que lo lleva al suicidio o a agredir a otros debido a que no se acepta en los aspectos afectivos esa perdida. Hay un renunciamiento y una entrega de la persona que e abandona y no lucha.

Asistencia y Prevención.
Esto se vincula con el problema de “ser escuchado”, es decir, escuchar al depresivo, lograr una comunicación con una personalidad automarginada. Esta es muy necesaria para poder intervenir; tratando que desista de su acción suicida.
La asistencia implica una intervención en situación de crisis y de peligro de vida, en aspectos médicos, emocionales, familiares y sociales para comprender al individuo y evitar la reincidencia suicida.
Se consideran tres momentos en la Asistencia (intervención en crisis) del Suicida:
a) Antes de la crisis (durante los actos preparativos). Comenzar psicoterapia con familiares y amigos.
b) Durante la crisis. (pasa al acto). Intervención rápida, segura.
c) Después de la crisis, para evitar reincidencias. Las psicoterapias individuales y familiares son los más indicados.

Con respecto a la Sintomatología señalamos:
1. Retraimiento: aislamiento del medio social y familiar y de sus intereses cotidianos.
2. Perdida de interés por las personas, por su actividad principal.
3. Perdida de interés por su trabajo y actividades predilectas.
4. Insomnio. Perdida de apetito, desinterés por las relaciones sexuales.
5. Interés llamativo por la muerte y los temas vinculados a ella, entre ellos el suicidio.
6. Preparativos inesperados para la muerte, preocupación por sus cosas, sus deudas, documentos.
7. Deseo repentino de desprenderse de las posesiones mas preciadas.
8. Interés en la compra de armas, sogas, drogas, etc.
9. sentimiento de desamparo y vulnerabilidad, de indefensión.


9- Tratamiento penitenciario. Hilda Marchiori

El tratamiento clínico-criminológico se refiere a los medios técnicos y humanos para ayudar a una persona. Es la aplicación de todas las medidas que permitirán modificar las tendencias antisociales del individuo. Está basado en un correcto diagnóstico (estudio exhaustivo de los aspectos relacionados a la personalidad del delincuente). Es una labor interdisciplinaria (es necesario que todos los departamentos técnicos –psicología, trabajo social, laboterapia, seguridad, medicina, etc- conjunten y armonicen un programa de tratamiento de carácter integral, de lo contrario las repercusiones en el individuo serán mínimas). Este tipo de tratamiento se brinda a los pacientes-internos del sistema penitenciario, durante s proceso de rehabilitación.

Los Objetivos de este tipo de tratamiento son:
• Que el individuo comprenda su conducta delictiva como conducta destructiva.
• Que el delincuente comprenda y modifique sus conductas agresivas y antisociales, haga conciente sus procesos patológicos de destrucción hacia los demás y hacia si mismo, que el ha utilizado en la conducta delictiva.
• Que adquiera conciencia del daño causado a las victimas, a la familia y a su medio social.
• Sensibilización en cuanto a su afectividad.
• Favorecer las relaciones interpersonales sanas y estables.
• Que el paciente pueda canalizar sus impulsos agresivos, y verbalizarlos, mediante psicoterapia o laboterapia, etc...
• Transformación en el proceso de comunicación entre el interno-delincuente y su medio, mediante psicoterapia.
• Enfoque existencial del tratamiento penitenciario: Respeto a si mismo y hacia los demás.
• Replanteamiento de los valores humanos.
• Se considera a todo el núcleo familiar y nunca al individuo solo, aislado.

Tipos de Tratamiento: Los tres niveles están interrelacionados.
1. Individual.
Está basado en un amplio y cuidadoso estudio diagnostico. Teniéndose en cuenta: la edad, el delito realizado, los antecedentes policiales y penales, el nivel educacional, las tareas, trabajo o profesión, el núcleo familiar, las características de personalidad del interno.
En necesario una integración y una toma de conciencia en el presente, pasado y futuro, ya que el psicópata los tiene escindidos.
El objetivo mas importante es sacarlo de sus conductas destructivas para si mismo y para el medio, esto implica sensibilizarlo, hacerle tomar conciencia de su narcisismo agresivo y de la necesidad de un vínculo con los demás, de una comunicación mas sana, de una percepción existencial más humana.
• Homicidio: Tratamiento.
Diagnostico:
Es necesario conocer las motivaciones que han llevado a cometer este delito (que tipo de homicidio, por venganza, por móviles económicos, pasional, etc.); la vinculación con la victima, la situación pre-delictiva y post-delictiva, y los datos de la historia personal y familiar; para establecer un diagnostico.
En el homicidio se observa más fácilmente la patología del individuo por las características de la conducta, los instrumentos empleados, las simbolizaciones, la relación con la victima, la reacción post-delictiva.
Tratamiento:
Los objetivos del tratamiento deben considerar la toma de conciencia del homicida, de su realidad y del delito y daño causado de carácter irreversible.
Intensificar el tratamiento pedagógico, laboral, completar estudios, cursos culturales, permite establecer relaciones interpersonales y así atenuar el deterioro psíquico y social.
Psicología y trabajo social son los encargados del diagnostico y terapia familiar. Trabajo social es el departamento encargado de detectar los problemas victimológicos, tranquilizar y orientar a los familiares de la victima, solicitar ayuda de otras instituciones locales, cercanas al domicilio del autor y de la victima y en caso necesario orientar a la familia del interno para el cambio de domicilio. En el caso de crímenes psicóticos el psiquiatra debe mantener un tratamiento y control muy riguroso. En los casos de homicidas reincidentes, esto con lleva de por si una alta peligrosidad a conductas violentas y destructivas pero también significa un individuo que puede ser objeto de una atención especial por todos los departamentos técnicos. Este debe estar bajo tratamiento psiquiátrico y en función de este estructurarse todas las demás medidas.
• Personalidad con una Conflictiva Sexual y Tratamiento.
Diagnóstico:
Este delincuente se caracteriza por una acentuada inmadurez emocional, desequilibrio afectivo, apoyado en conductas repetitivas de tipo sexual agresivo.
Presenta un comportamiento tímido, retraído, inhibido. Actúa de manera disociada en cuanto al comportamiento sexual y sus demás actividades.
Este delincuente niega su conducta, aparentemente lo hace para atenuar los sentimientos de persecución y continuar así repitiendo sus conductas y agresiones sexuales.
La negación de la conducta sexual es una de las características mas frecuentes, considerando que sus victimas lo obligaron a cometer el delito (conducta sistemática).
Tratamiento:
Debe considerarse el tipo de delito, si fue realizado por un grupo de personas, la relación con la victima y la edad de esta y su nivel mental. Esto nos indica los aspectos de impunidad del individuo y como se estructurara el tratamiento.
En los ataques sexuales a niños se observa una patología afectiva de parte del individuo, la carencia de relación sexual o de una pareja adulta estable.
El tratamiento considera todos los aspectos señalados en relación al delito, la vulnerabilidad de la victima; este implica siempre una psicoterapia profunda a nivel psicológico o psiquiátrico.
En todos los demás niveles de la conducta, el delincuente sexual puede presentar un modo de vida pseudoadaptada: área laboral, educativa, familiar.
El delincuente sexual vuelve a repetir sus conductas sexuales en la institución penitenciaria ya que es consciente que no controla sus impulsos pero, también, es frecuentemente víctima de ataques sexuales y agresiones por otros internos.
El tratamiento debe incluir el de la familia para maximizar el control de sus conductas.
La salida de la institución debe ser siempre gradual y controladamente, pues en todos los casos el delincuente sexual tiene que internalizar que habrá un severo control en su comportamiento necesario para evitar sus conductas repetitivas de carácter sexual, especialmente cuando la victima del delito ha sido un niño.
• Personalidad del Estafador. Tratamiento.
Diagnostico:
Configura una neurosis de tipo Histérico, ya que es seductora, inteligente y manipuladora, ambivalente, inestable, con actitudes omnipotentes y características mágicas.
Llama la atención, seduce y abandona una vez que el objeto elegido es seducido.
El estafador tiene escasos sentimientos de culpa por sus acciones, negando sus aspectos negativos y atribuyéndolos a los demás.
Tratamiento:
Al tratarse de una neurosis histérica la terapia debe estar centrada en los elementos patológicos en relación a las relaciones interpersonales. Haciendo conciente la angustia que subyace al síntoma de engaño y seducción.
Es necesario conocer la estructura familiar, tratándose a esta de manera paralela con el individuo.
• La conducta delictiva en la Vejez. Tratamiento.
Diagnostico:
El viejo está caracterizado por: es objeto dentro del núcleo familiar y social, deterioro de las facultades físicas y mentales y especialmente las limitaciones en relación a las actividades, aislamiento, marginación, vivencia del proceso de envejecimiento, trastornos físicos y emocionales, son personas desconfiadas, nerviosas, hipocondríacas, deterioro y regresión a conductas anteriores. Presenta trastornos en la memoria, es incapaz de recordar sucesos recientes.
Tiende a la depresión, caracterizada por un abrumador sentimiento de insuficiencia y una actividad psicofísica muy definida. Se reduce el interés social, percibiéndolo como hostil y agresivo.
Tratamiento:
Un anciano que comete un delito, aparte de enfrentar los procesos de envejecimiento, manifiesta su enfermedad social a través del mismo.
El cuidado medico geriátrico requiere orientar y supervisar todas las actividades del anciano dentro de la prisión. Para ello la psicología y la psiquiatría consideran fundamentales las terapias de apoyo y de tranquilizacion de la angustia del individuo ante su futuro.
En cuanto a la familia, el anciano es el emergente de un núcleo familiar que no lo ha protegido, ha descuidado su asistencia, que no comprendió sus necesidades y preocupaciones y que comúnmente lo ha marginado. La familia lo rechaza y el delito es la consecuencia de esta marginación.
El delito en la vejez implica el estudio de los procesos gerontológico y geriátricos, es decir, la comprensión del delito en relación al envejecimiento, a los sentimientos de soledad y minusvalía, y la angustia ante la idea de la muerte. También hay aquí un envejecimiento con enfermedad social, rompe los vínculos con familiares y amigos, rompiendo así con su pasado y presente.

2. Grupal.
3. Institucional.


10- El Enfoque Psicoanalítico de la Delincuencia. Hilda Marchiori
Sigmund Freud.

- Etiología del delito en “delincuente por sentimiento de culpabilidad”
En este Freud considera que los actos delictivos eran cometidos principalmente por que están prohibidos y por que su ejecución se enlaza a un alivio psíquico, el sujeto (autor del delito) sufría un penoso sentimiento de culpabilidad, y es este sentimiento lo que lo lleva a cometer un delito, en palabras de Freud “el delito procedía del sentimiento de culpabilidad” a su vez el castigo que el delito ocasiona satisface sus necesidades de autocastigo.

- Relacione el concepto de serie complementaria con la génesis del delito
Las series complementarias de Freud plantean la Ecuación etiológica de la neurosis de la siguiente manera: La constitución sexual y el vivenciar infantil, ambas constituyen la predisposicion por fijación libidinal + un factor desencadenante (experiencia traumática) son la causa de la neurosis.
Para Freud existen los llamados delincuentes por sentimiento de culpabilidad, plantea que éstos tienen un sentimiento de culpa del que desconocen su origen y que delinquen para enlazar esa “culpa desconocida” a algo tangible y asi alcanzar un alivio psíquico.
Ahora bien, esta culpa sin origen conocido procede del Complejo de Edipo, siendo una reacción a las dos grandes intenciones criminales: matar al padre y gozar a la madre.
En este punto encontramos que la constitución sexual y el vivenciar infantil de las series complementarias de Freud, que cumplen un rol fundamental en la etiología de la neurosis, también pueden ser desencadenantes de ese sentimiento de culpa inconsciente que es la génesis del delito.
Todo esto si analizamos a los delincuentes por sentimiento de culpabilidad.

- Porqué según Freud ante determinadas circunstancias todos podemos delinquir?
Pero si analizamos los casos de psicopatía también podemos enlazarlos con la series complementarias de Freud, ya que éstos no han desarrollados inhibiciones morales que puedan generar un sentimiento de culpabilidad. Esa falta de inhibiciones morales también pueden tener su origen en una salida “diferente” del complejo de Edipo. Y nuevamente nos encontramos en la primer parte de la ecuación: predisposición por fijación libidinal.
Freud en “el malestar de la cultura” sostiene que la inclinación agresiva es una disposición pulsional autónoma y originaria del ser humano.
Ante determinadas circunstancias, presiones del medio, puede llegar a aparecer esa inclinación agresiva reprimida y reencausada y llegar a delinquir.

Alfred Adler.
¿Por qué se delinque? Y que propone para prevenirlo
Para explicar esto el autor sostiene tres postulados básicos:
1. Sentimientos de inferioridad (que son congénitos y universales)
2. Impulsos de poderío
3. Sentimientos de comunidad que atenúan a los de inferioridad y controlan los de poderío
En relación a esto el autor plantea que el estilo de vida distorsionado y los factores exógenos (los del ambiente) son los que conducen a la extinción del Sentimientos de comunidad y lleva al individuo a delinquir, en palabras de el autor “…el comportamiento peligrosos depende del grado de sentimiento de comunidad” y continua “las desviaciones de conducta son solo síntomas de presentan el complejo de sentimientos de superioridad derivado de un especial sentimientos de inferioridad que esta en relación a un factor exógeno que exige mas sentimientos de comunidad del que el individuo pudo obtener en su niñez”, considera así que entre las causas de la criminalidad se encuentra:
• Fuerte Sentimientos de inferioridad
• Desarrollo insuficiente del “Interés social” y del “Sentimientos de comunidad”

En cuanto al origen plantea que se adquiere precozmente por el niño que mantiene la creencia errónea de que todo lo que existe en el mundo puede ser considerado como objeto de su pertenencia, esto es consecuencia de adiestramiento insuficiente de la madre durante su infancia.
El complejo de superioridad, el reducido sentimiento de comunidad, y fuerte sentimiento de inferioridad son algunas de las características que el autor plantea con respecto a los delincuentes.
Como plan para la prevención de la delincuencia el autor destaca la necesidad de desarrollar el interés social, por medio de educadores especializados. Como factor importante en esto destaca el papel de la escuela que debe asumir la tarea de desarrollar la potencialidad innata para el interés social en los alumnos, y considera que es el maestro quien debe corregir cualquier falta en la preparación para el interés social

Theodor Reik.
¿Cómo explica Reik la vuelta del delincuente a la escena del crimen?
Para dar cuenta de esta pregunta es necesario considerar algunos postulados Reik, los cuales dan cuenta de la vuelta del criminal a la escena del crimen
El autor considera que el acto criminal es la expresión de la tensión mental del individuo y que los móviles del hecho delictivo son oscuros, inconsciente para el propio sujeto, es decir, “lo que ocurre en el individuo es en gran parte desconocido por su yo”, razón por la cual el criminal no puede dar una información adecuada sobre el delito por el cometido. Es por esto que se intereso por estudiar los indicios objetivos y subjetivos que permiten aclarar los hechos delictivos.
Considera a los indicios como actuaciones incautas que traicionan al criminal, estos errores confirman la existencia de procesos mentales desconocidos para el yo y que encuentran así una forma de expresión, “este descuido del criminal es inconsciente y la finalidad autotraición es también desconocida”
Estas revelaciones del hecho delictivo indicarían que en el criminal luchan por la primacía dos fuerzas mentales:
• Una que trata de borrar todo rastro del crimen
• Otra que proclama el hecho delictivo y a su autor “…bajo la presión de su yo se vuelve descuidado y se traiciona a si mismo” “…el delincuente esta impulsado por un deseo inconsciente al castigo”
Es este esquema el que el autor emplea para explicar vuelta del criminal a la escena del crimen “uno de los móviles ocultos para yo, es su anhelo de entregarse a la justicia”

Alexander y Staub.
¿Cuál es la clasificación de delincuente según Alexander Staub?
La clasificación de delincuente es la siguiente:
A) Criminales crónicos: grupos de delincuentes proclives al crimen por una disposición somática o psíquica. Dentro de ésta están:
1. Criminal neurótico: su enemistad social representa un punto de scape del conflicto que nace de influencias anímicas semejantes a las que producen la psiconeurosis y que tiene lugar en la primera infancia o en la vida posterior. (etiología psicológica)
2. Criminal normal: su estructura anímica es similar a la del hombre normal pero identificado por la educación con modelos criminales (etiología sociológica)
3. Criminales a causa de procesos patológicos orgánicos (etiología biológica)

B) Criminales agudos: no perteneces a un grupo determinado de hombres. Son aquellas personas que delinquen por hallarse en condiciones tales que cualquier persona puesta en la misma situación infringiría la ley. En estos casos lo característico no es el sujeto, sino la situación.

Anna Freud.
Ana Freud en su trabajos “los niños sin hogar” realiza una comparación entre niños que viven en distintas condiciones a partir del cual sostiene que los niños que viven en instituciones se han convertido mas tarde en personas antisociales, que “…estos niños han tenido que aprender demasiado temprano a defenderse y a cuidar de su propiedad, es decir, transformarse en individuos sociales a una edad en la que el ser antisocial es normal”. Dado que estos niños han crecido en las instituciones por la ausencia de los padres la autora va a considerar que la “ausencia del padre es el factor determinante de ciertos comportamientos antisociales”.
Lo que Ana Freud propone como modo de prevención es que se le debe (a los niños) brindar en el tratamiento psicoanalítico normas de educación; preceptos de educativos de control y socialización para prevenir conductas asociales y peligrosos. A esto añade que en lo preventivo el psicoanálisis brinda tres aportes a la psicología educativa:
“Como doctrina de los instintos” y “teoría de la libido” amplia el conocimiento que el pedagogo tiene del hombre y en tanto “método terapéutico” permite el análisis del niño permitiendo remediar los daños que éste haya sufrido en el curso de su educación

Melanie Klein.
M. klein considera que la causa de las conductas antisociales no es la falta o debilidad del superyo sino la “abrumadora severidad del superyo” el niño alberga primero impulsos agresivos contra sus padres luego los proyecta en ellos y de ese modo desarrolla una imagen fantástica y distorsionada de las personas que lo rodea. También actúa el mecanismo de la introyeccion de modo que se internalizan imágenes irreales. Esas conductas de agresión provoca angustia que lo impulsa a destruir los objetos internos y externos y esto a su vez genera mas angustia, es este circulo viciosos el que constituye el mecanismo psicológico que “…esta en el fondo de las tendencias asociales y criminales”
Como modo de prevención propone el análisis de los niños que muestran signos de anormalidad o de conductas asociales

Jacques Lacan.
Uno de los aportes de Lacan a la criminología es que explica que la paranoia responde a los siguientes caracteres clásicos: a) un delirio intelectual; b) reacciones agresivas y criminales; c) una evolución clínica.
Lacan consideró primordial tanto en los elementos como en el delirio en su conjunto y en sus reacciones, la influencia de las relaciones sociales que inciden en cada uno de esos tres tipos de fenómenos y admite como explicación de los hechos de la psicosis la noción dinámica de tensiones sociales cuyo estado de equilibrio o de ruptura define normalmente la personalidad del individuo.
También observa como las tensiones sociales condicionan el desarrollo y la elaboración del delirio que las lleva a la agresión contra un medio, el más próximo, pero por el cual se sienten perseguidas.
Lacan también llamó cada vez más la atención del lenguaje en el psicoanálisis (en oposición a las tendencias de reducción del análisis al estudio de la conducta)
El señala la importancia de lo real, lo imaginario y lo simbólico para comprender al ser humano. En el psicótico la perturbación es de otro orden. Él parece vivir en un mundo simbólico que constituye su realidad y vuelve a lo real a través de las alucinaciones.






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viernes, 8 de mayo de 2009

Los virus psicoanalíticos (chiste)

Virus lacaniano: borra todas las “O” mayúsculas del disco duro, y atraviesa las “A”. Usted nota que algo falta, no sabe qué, pero algo falta.
Virus kleiniano: hay dos, el virus bueno y el virus malo; el bueno rompe el disco duro, pero luego lo repara; el malo, en cambio, lo fragmenta en pequeños discos que quedan así escindidos para siempre y frente a determinados programas adoptan posturas esquizoparanoides.
Virus winnicottiano: se activa con los juegos.
Virus histérico: ningún disco es lo suficientemente duro para él.
Virus fóbico: se encierra en el disco duro y no sale nunca ni se manifiesta, por temor a los ciberespacios abiertos (ciberagorafobia).
Virus obsesivo: se activa todos los días pares, a las 23 horas, 40 minutos, 23 segundos tres décimas, preguntándole al usuario si se activó a tiempo. Si uno le responde que sí, le vuelve a hacer la pregunta una y otra vez, agregándole las palabras “¿estás seguro?”.
Virus freudiano ortodoxo: se activa seis veces a la semana: durante 50 minutos exactos (salvo en febrero, que no), la computadora empieza a hacer chistes, lapsus, fallidos y nos cuenta sueños. Al técnico hay que pagarle tanto por las veces que viene como por las que no viene, para que el tratamiento sea efectivo.





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martes, 5 de mayo de 2009

Silvia Bleichmar Violencia social - Violencia escolar (libro)

SOBRE LA PUESTA DE LÍMITES Y LA CONSTRUCCIÓN DE LEGALIDADES
Texto publicado en la revista Actualidad Psicológica Nº 348, diciembre, 2006.

La imagen del niño como un pequeño perverso-polimorfo, acuñada por el psicoanálisis a lo largo de un siglo, nos impone hoy un trabajo de diferenciación y reconceptualización con el objeto de hacer frente no sólo al embate ideológico que retorna sobre la base de una recuperación de una pedagogía negra de manera más o menos mistificada, sino también a las ataduras que imposibilitan nuestro avance clínico.
Un mito: el del niño librado a sus pulsiones hasta la instauración del superyo como resolución del conflicto edípico. Una conclusión entonces: antes de la resolución de éste, vale decir, hasta aproximadamente los cinco años, ausencia de toda perspectiva ética en la infancia, a merced de deseos mortíferos de los cuales el niño debe ser resguardado -ideología de la puesta de límites- o que debe ser tolerada, contenida -ideología de crianza libertaria, en la cual sólo hay que aguardar que la génesis se despliegue en sus mejores términos-.
En medio de esto una falacia: la herencia estructuralista de funciones materna y paterna que deja al adulto despojado de clivaje, mostrándolo homogéneo en el ejercicio de narcisizaciones y pautaciones que aparecen diferenciadas en función de las consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica. Funcional a la demanda de "puesta de límites" que se propone como equivalente para la infancia de la "seguridad" que se reclama para controlar el malestar vigente, es la construcción de legalidades la que debe ser rescatada como cuestión central de la infancia, y la derrota de la impunidad lo que realmente brindará garantías de la construcción de un recontrato intersubjetivo en la sociedad actual.
La agenda política no define, de todos modos, la agenda científica, pero tiene su influencia en esta última, en virtud de que el "sentido común" -vale decir la apreciación ingenua de ciertas perspectivas- invade el pensamiento de quienes tenemos la obligación de sostenernos, aunque sea un poquito, por encima de las perspectivas aplanantes que se pretenden imponer desde modelos vigentes cuya única racionalidad es pragmática y cuyo sostén se establece en razón de lo dado y no de aquello por alcanzar, que es en última instancia la única función del pensamiento en su sentido más radical.
He señalado en otra oportunidad que el concepto de función paterna parte de los descubrimientos de Lacan, que constituyen ya conceptualizaciones importantes de la teoría psicoanalítica en general, y que merecen ser revisados y despojados de los elementos de la subjetividad del siglo XX que los atraviesan.
No se puede destituir un enunciado teórico por razones ideológicas por muy válidas que éstas fueran-, ya que lo verdadero no puede ser subordinado a lo justo en el orden de la ciencia, aunque sí puede serlo en el marco de las opciones éticas que se nos plantean. Por ello será necesario, siempre, someter a la prueba de racionalidad teórica el enunciado, y ver luego cómo se resuelve su modelización en el interior del sistema de ideas de quien lo trabaja. Lo verdadero, por otra parte, es verdadero en el interior de un universo de posibilidades y no eternamente verdadero o universalmente verdadero, más allá de las condiciones que lo producen. La teoría de la gravedad es absolutamente verdadera, pero no se cumple en el espacio exterior, y la ley de prohibición del incesto entre padre e hija es estructurante, y esto es verdadero al menos en las condiciones de producción de subjetividad que conocemos dentro del determinado sector de la humanidad en el cual nos ha tocado vivir.
Volvamos entonces a la teoría psicoanalítica para señalar que, si un mérito enorme tienen la teoría de Lacan y la revulsión que instauró en un psicoanálisis anquilosado y sin revisión, consiste entre otros en haber introducido la función terciaria de la interceptación del goce y haber arrancado el proceso de edipización infantil de la condena endogenista a la cual parecía destinado, poniendo el acento, mediante un giro teórico fenomenal, en la prohibición de intercambio de goce entre el niño y el adulto.
Sin embargo, queda abierta la cuestión de si esta interceptación puede ser sostenida bajo la denominación de Nombre del Padre, que es en última instancia el modo con el cual se definió, en términos generales, la implementación de la ley edípica en el interior de la familia patriarcal burguesa de Occidente. Atreviéndome incluso, en una nota al pie, a afirmar: ¿cómo conciliar este afán universalista con tal nivel de subordinación sin dejar entrever el pensamiento -hegeliano desde el punto de vista filosófico, colonial desde la perspectiva política- que considera a la Francia de las luces (con su región negra ensombreciéndola) como la culminación de la Historia de la Humanidad? ¿Por qué no llamar "metáfora del tío" o "del cuñado", o del "jefe tribal" o, incluso, de la "amazona principal" al significante con el cual se introduce la ley de cultura en el hiato que arranca al niño de su captura originaria y lo precipita a la circulación?[Ver: S. Bleichmar, Paradojas de la sexualidad masculina, Buenos Aires, Paidos, 2006]
Vayamos haciendo una puntuación de problemáticas para señalar, en primer lugar, que la cuestión del padre nos lleva, inevitablemente, a lo que hemos marcado antes como construcción de legalidades. Si el mito del parricidio en Freud parecería antropológicamente insostenible, tiene, por otra parte, la virtud de poner en primer plano la cuestión de la culpabilidad como inherente a los orígenes de las pautaciones de la cultura. No se nace con "pecado originario", pero sí con "culpa originaría", y es esta culpa por el asesinato del otro la que opera como ordenador y regula la circulación deseante en la cultura.
Hay acá, no sólo en la supuesta historia que Freud rescata, sino en su teorización misma, un acto fundacional de peso: la ética se constituye por la obligación al semejante, y el parricidio instituye un daño necesario en su paradojal instalación, ya que uno podría plantearse, como se está haciendo en la actualidad, si habría pasión sin Judas, si habría pautación en la cultura sin el crimen y su prohibición como punto de partida. Como lo formuló Thomas Mann en su novela histórica sobre Moisés, al referirse a la presunción de que toda su historia se constituye sobre la base del asesinato de un egipcio del cual sería responsable, dice: "Supo que si matar era hermoso, haber matado era terrible, y por eso matar debía estar prohibido". Del mismo modo ha jugado Saramago con la Pasión, pero en términos invertidos, al ponerla bajo las sombras de los Santos Inocentes, y la culpa que ello genera en Jesús por haber sido el único niño salvado. Culpa que, paradójicamente, no lo lleva al agradecimiento, sino al horror al Padre por haberle evitado la muerte, pero a costa de llevar siempre sobre sí mismo el peso de la acción altruista no realizada por aquel.
La segunda cuestión que nos parece necesario abordar es si realmente la ética surge a partir de la inscripción de la renuncia edípica que da origen al superyo o tiene antecedentes que van marcando la posibilidad de su instauración. La práctica con niños y la observación de muchas situaciones de la vida cotidiana me han llevado a plantearme que los prerrequisitos del sujeto ético son más precoces de lo que se supone [Ha sido Melanie Klein quien realizó el intento de reubicar la cuestión haciendo retroceder para ello el complejo de Edipo a tiempos muy precoces de la vida. Su endogenismo, sin embargo, plantea una traba irresoluble en razón de que la propuesta naufraga en el juego entre pulsiones y defensas de la cual el otro está excluido, salvo como pantalla de proyección, remitiendo la fundación de la ética a las representaciones fantasmáticas del sujeto y no a las condiciones exógenas de partida, de las cuales estas representaciones se proponen dar cuenta.], y surgen en la relación dual con el otro antes de que la terceridad se instaure. Podríamos decir que la posibilidad del niño de entrar en una relación transitivista, que podemos llamar de carácter positivo, se caracteriza por la instalación temprana de modos de identificación con el semejante con respecto al sufrimiento que sus acciones puedan producirle o a las que padezca sin su intervención directa.
El complejo de Edipo implica la posibilidad de reconocimiento del daño producido a un tercero -en la teoría clásica, el padre al cual se pretende arrebatar el objeto amado, vale decir la madre, con odio y brutalidad-. Sin embargo, mucho antes de eso, esta primera etapa de la que pretendo dar cuenta se sostiene en el deseo recíproco de protección ilimitada del objeto amado y en el sufrimiento que su dolor le implica. Se trata de un complejo juego de narcisismo y altruismo, en el cual la identificación al otro permite, al mismo tiempo, la instauración de las bases de toda legislación futura como resguardo de reglas que impidan la destrucción mutua.
Tercera cuestión en la cual necesariamente desembocamos, que remite a la llamada Función del Padre y a su vigencia en la cultura. Varias aclaraciones de inicio: es ya insostenible el furor estructuralista que termina superponiendo estructura edípica con constelación familiar, en razón de una diferenciación de funciones en la cual cada uno de los miembros intervinientes se presenta sin clivaje. Me refiero a que el aporte de una estructura de cuatro términos tiene ventajas cuando es comprendida como modelo, y desventajas cuando se pretende su traslado a la realidad encarnada por sujetos psíquicos. Dicho aún más claramente: que el superyo sea patrimonio de la identificación al padre no puede ya sostenerse en la idea de que su proveniencia sea efecto de la presencia de un "hombre real"-padre, abuelo, tío o lo que fuera-. Padre, si se conserva como función, es una instancia en el interior de todo sujeto psíquico, sea cual fuere la definición de género que adopte y la elección sexual de objeto que lo convoque.
Esto trae dos consecuencias: por una parte, que hay que abandonar, definitivamente, el modelo patriarcal de la familia de occidente para ceñirse a las condiciones racionales -vale decir reales- de producción de subjetividad. En este sentido, seguimos atravesando el camino que nos lleva a diferenciar entre producción de subjetividad y constitución psíquica, para rescatar los paradigmas del psicoanálisis de su imbricación con una subjetividad-desecho que los aprisiona [Ver S. Bleichmar, La subjetividad en riesgo, Buenos Aires, Topía, 2005.].
Reformulé el concepto de Edipo en términos del acotamiento que cada cultura ejerce sobre la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce del adulto, y la familia como producto de las relaciones de filiación y no de alianza. En este sentido, es la asimetría de saber y poder entre el niño y el adulto y la responsabilidad que esta asimetría impone al adulto en función de la restricción de su propio goce lo que define los términos con los cuales la función de construcción de legalidades en el nivel de la subjetividad debe ser redefinida. ¿Cabe en el marco de estas condiciones seguir sosteniendo el concepto de Nombre del Padre? Es indudable que hay una diferencia entre los conceptos de Función paterna y Nombre del Padre -mayúscula esta última no destinada a acuñar el concepto, sino a darle carácter mayestático.
Indudablemente, el Nombre del padre es efecto de un entrecruzamiento entre el intento de establecer un "inter", un separador en el nivel simbólico que imponga la descaptura del niño de la madre, y la forma que toma en la familia francesa del siglo XX esta función nominativa que, pretendiendo dar cuenta de la interdicción del deseo de la madre por el hijo, regula, en definitiva, el deseo de la madre en el interior de las relaciones matrimoniales sacrosantamente y civilmente pautadas.
El segundo aspecto es de carácter político y sociológico y no nos detendremos a debatirlo. El debate psicoanalítico debe quedar centrado, entonces, en esta formulación de que es el padre quien ejerce la función separadora, transmitiendo una ley de cultura. Señalemos al respecto, y sólo con vistas a apuntar a un debate posible, que no se tiene en cuenta en esta mónada que constituyen los elementos estructurales que el padre, legislador omnisciente, es al mismo tiempo parte implicada, y que la ley no se transmite, en su caso, sino bajo dos prerrequisitos: en primer lugar, la aceptación amorosa del hijo -que la inscribe por amor a quien la imparte y no sólo por terror- y, en segundo lugar, la infiltración permanente de fantasmas y residuos sexuales del adulto que la imparte.
Es en este sentido que debemos decir que si los cuidados precoces del otro primordial -llamado usualmente madre- dejan filtrar lo que Laplanche ha llamado del orden de la implantación sexual, vale decir de la transmisión de un orden de excitación que tiende a romper el orden natural y a instaurar lo humano en términos de plus libidinal, del mismo modo la transmisión de la ley infiltra los fantasmas del adulto, deja paso a representaciones que devienen excitantes, y regula en el mismo movimiento que deja colar por sus intersticios estos fantasmas y deseos del otro. El Hombre de las ratas no es sino un ejemplo clásico de esta cuestión. Vemos en él realizado, en sus fallas y logros neuróticos, este modelo excitante que impone el fantasma sádico de la renuncia del otro, de la hostilidad con la cual el niño es pautado si el adulto no tiene a suficiente distancia aquello que debe estar reprimido.
Pregunta de rigor en nuestra práctica, entonces, ante el pedido de cómo se pone un límite: "¿Y qué siente usted cuando él o ella hacen esto o lo otro?"
Que un padre consulte sobre cómo pautar la masturbación compulsiva de un niño, que una madre no sepa cómo limitar la agresividad de uno de sus hijos contra otro, no permite el orden de una respuesta general sobre los límites, sino, precisamente, una demanda de respuesta con respecto a cómo el o ella misma sienten estas acciones lesionantes hacia sí mismo o hacia el otro por parte del niño.
Un padre se mostraba asombrado de que la madre me contara, en una entrevista, que él se había reído cuando sus niñas, de tres y cinco años, se dieron un "beso de lengua". Me preguntaba a mí cómo debía reaccionar, dado que pensaba que la madre exageraba. La respuesta no podía ser del orden del moralismo, pero sí del fantasma implicado: si a él le daba risa este hecho, ¿qué sentía si dos mujeres más grandes lo realizaban? ¿Asco, placer? No esperando una respuesta con esto, sino simplemente proponerlo como algo sobre lo cual él mismo tenía que explorarse para poder abrir un interrogante sobre su propia sexualidad y el lugar que ésta jugaba con respecto a sus niñas, sabiendo que toda pautación es resistente a la perversión del otro, cuando la discusión toma el carácter de oposición de racionalidades.
La ley, en el campo de la intersubjetividad, no se transmite de modo despojado. El legislador romano o ateniense con el cual se ha intentado en psicoanálisis deificar la figura del padre, suerte de Moisés con las tablas en la mano, siempre dispuesto a sancionar al niño que adora a ese becerro de oro que es la madre, no es trasladable a la vida sexual cotidiana ni a los límites en los cuales ésta se juega.
Diferenciación entre la función de construcción de legalidades en la infancia de la crueldad con la cual el adulto -y por qué no el analista- puede ejercer acciones supuestamente tendientes a pautar, pero que en realidad encubren un goce sádico al cual el niño queda sometido, en razón de encontrar la racionalización en este caso teórica, si no ideológica, con la cual se recubrió en otros tiempos.
Diferenciación también entre benevolencia hacia el polimorfismo infantil y complicidad perversa, recubierta esta última de un discurso hedonista que avala hoy todo goce, y rehúsa al futuro su condición de tal en función de postergaciones y renuncias necesarias para el ejercicio del principio de placer.
Pero, yendo más a fondo: la puesta de límites dando cuenta de los bordes fallidos, pero inevitables en la construcción de legalidades, ya que no hay incorporación perfecta de la ley -salvo en la psicosis desubjetivante-. El límite periférico, como la muralla, dando cuenta de la necesidad de cercar un territorio en los comienzos, pero de su fracaso en el proceso de constitución del proceso psíquico o civilizador.
Construcción de legalidades como cuestión central, la puesta de límites como problemática fronteriza, ya que el psicoanálisis no puede formar parte, bajo ninguna coartada, del brazo represivo que intenta sofocar el malestar sobrante mediante acciones constrictivas o medicaciones aplacantes. Se trata, en última instancia, de rescatar nuestra práctica de la captura a la cual nuestras propias aporías nos lanzan.




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lunes, 4 de mayo de 2009

Melanie Klein por Hanna Segal parte II

2. Los primeros años
Melanie Klein nació en Viena en 1882. Su padre, el doctor Moriz Reizes, provenía de una familia judía estrictamente ortodoxa; como sus padres lo consideraban en extremo brillante, lo destinaron a seguir la carrera de Rabino. Fue obligado a casarse con una muchacha a quien no había visto nunca. Pero el joven se rebeló contra la ortodoxia.
Estudió en secreto, completó el bachillerato alemán (Matura) y siguió la carrera de medicina a pesar de la oposición de sus padres. Se independizó de su familia, pero nunca rompió del todo con ella. Al alcanzar su padre una edad muy avanzada, los restantes hijos se negaron a hacerse cargo de él, siendo el Dr. Reizes, el rebelde, quien lo cuidó hasta el final. Después de independizarse, el Dr. Reizes se divorció de su primera esposa y, pasados ya los cuarenta, se enamoró perdidamente de Libusa Deutsch, una joven de veinticinco años a quien amaría siempre con devoción. Cuatro hijos nacieron de este matrimonio; Melanie fue la hija pequeña. El Dr. Reizes no tuvo mucho éxito en su profesión y para ayudar a la economía familiar su esposa abrió una tienda de plantas y animales exóticos.
Pero cuando Melanie tenía cinco años, el Dr. Reizes heredó una suma de dinero que le permitió adquirir una clínica dental; con la práctica de la odontología, Reizes alcanzó mayor prosperidad; Melanie recordaba muy bien su deleite ante la nueva y espaciosa vivienda y el bienestar económico. La relación que mantenía con su padre no era muy íntima; el Dr. Reizes había rebasado hacía tiempo los cincuenta años cuando nació
Melanie y tenía poca paciencia con la pequeña. Además, solía hacer ostensible su preferencia por la hija mayor, lo que provocaba un natural y profundo resentimiento en
Melanie, quien, no obstante, admiraba enormemente las realizaciones intelectuales de su padre y se sentía estimulada por ellas. El Dr. Reizes, por ejemplo, había aprendido por sí mismo diez lenguas extranjeras, leía mucho y, a medida que Melanie se hizo mayor, siempre estuvo dispuesto a responder a sus preguntas. Falleció cuando ella tenía dieciocho años.
La relación con su madre fue bastante más íntima; Melanie la recordaba como una mujer mucho más joven que el padre, muy hermosa, cálida, valiente y dinámica. No sólo llevaba una tienda —algo inusual en la mujer de un médico en esa época—, sino que más tarde, cuando Melanie estaba terminando la escuela y el doctor Reizes se había convertido en un hombre achacoso y algo senil, fue ella quien sustentó económicamente a la familia y la mantuvo unida. Vivió sus últimos años junto a Melanie Klein, lo cual le sirvió a ésta de gran consuelo en una época muy amarga de su vida. La señora Reizes murió en 1914: la serenidad y el valor con que afrontó la muerte, después de una larga y agotadora enfermedad, impresionaron de manera profunda a Melanie, quien, en su vejez, hablaba de ello con frecuencia.
La educación de Melanie fue liberal, permisiva, y su infancia le dejó el recuerdo de un tiempo feliz y sereno. La religión cumplió un papel de poca importancia en la vida familiar. Reizes, después de rebelarse contra sus padres, se volvió más bien anticlerical; y a la propia Melanie le disgustaban los parientes ortodoxos de su progenitor, vestidos con el caftán tradicional. Su madre provenía también de una familia de rabinos, pero con un estilo totalmente distinto. Eran liberales ilustrados, conocedores de la filosofía y las humanidades. A diferencia del padre, la madre mantenía algunos vínculos con la religión judía e incluso intentó introducir en su hogar, sin demasiada convicción ni éxito, la cocina
kosher. Observaba la festividad del año nuevo y su ayuno y acudía a la sinagoga una vez al año.
Melanie Klein, por su parte, no era religiosa. A la edad de nueve o diez años se sintió atraída por la religión católica, por la influencia de una gobernanta francesa a la que profesaba gran afecto. Durante algún tiempo se sintió torturada por la idea de una posible conversión al catolicismo, sabiendo el disgusto que causaría a sus padres. Pero a excepción de este episodio de su juventud, se mantuvo bastante libre de todo sentimiento religioso o antirreligioso. Era atea y, dado que detestaba la hipocresía, tomó medidas para impedir que por razones de conveniencias sociales se celebraran servicios religiosos en su funeral. Asimismo se oponía a que padres no creyentes enseñaran religión a los niños «por su propio bien»; y sostenía con firmeza que a los niños no debe inculcárseles convicciones en las que uno mismo no cree. Por otra parte, era muy consciente de sus raíces judías, le gustaban algunas tradiciones hebreas y sentía escaso respeto por quienes renegaban de sus orígenes judíos.
La hermana mayor de Melanie, Emily, le llevaba seis años; Emmanuel, su único hermano varón, cinco; y Sidonie, aproximadamente cuatro. La relación con Emmanuel y Sidonie, que murieron muy jóvenes, dejó una huella profunda en Melanie. A Sidonie, quien, enferma de escrófula, permaneció buena parte de su niñez en el hospital, la conoció poco; a pesar de eso, guardaba un recuerdo muy vivo de los últimos meses de la vida de su hermana, transcurridos en el hogar. Melanie, por ser la hermana pequeña, se convertía con frecuencia en objeto de las bromas de sus hermanos, y Sidonie la tomó bajo su protección y le enseñó a leer y escribir. La enferma, de ocho años de edad, tenía plena conciencia de su muerte y expresó a Melanie el deseo de transmitirle todos sus conocimientos antes de morir; falleció a los nueve años de edad, cuando Melanie tenía cinco. La relación con Emmanuel fue más duradera y Melanie consideraba que había intervenido decisivamente en su formación. Aquel joven de talento excepcional, que tocaba el piano y escribía ensayo y poesía, comenzó a estudiar la carrera de Medicina, pero abandonó los estudios debido a su mala salud. Cuando Melanie tenía nueve o diez años, Emmanuel leyó un poema de ella que le pareció bueno; desde entonces mantuvieron la estrecha amistad que duró hasta la muerte del muchacho, acaecida a la edad de veinticinco años. A los catorce, Melanie decidió que quería ir a la universidad y estudiar medicina, por lo que tuvo que abandonar el Lyceum, que sólo brindaba una educación superficial, y asistir al Gymnasium, que preparaba para el examen de Matura y la Universidad. Su hermano la preparó en griego y en latín para el examen de ingreso.
Cuando ella se hizo algo mayor, Emmanuel la presentó a su círculo de amigos, un grupo intelectual muy animado, en el que Melanie floreció. Emmanuel era algo rebelde y tenía continuas rencillas con su padre. El peor enfrentamiento que Melanie recordaba entre su padre y su hermano expresaba bien la atmósfera intelectual que se vivía en el hogar; a causa de un desacuerdo sobre los méritos relativos de Goethe y de Schiller, su padre gritó
Con furia que Goethe era un charlatán con pretensiones científicas.
Emmanuel sufría de reumatismo cardíaco y, al igual que Sidonie, sabía que su muerte estaba próxima. Expresó una vez a Melanie, por escrito, el deseo de que el destino le deparara a ella tantos años felices como le eran negados a él. Tenía gran confianza en el talento de la joven y siempre le auguraba un porvenir brillante. Ella, a su vez, le profesaba una admiración profunda a su hermano. Cuando Emmanuel falleció de forma repentina, en el extranjero, Melanie, que para entonces ya estaba casada y vivía en Silesia, regresó a
Viena, a pesar de su embarazo, y se abocó a la tarea de hacer publicar sus ensayos y poemas. El proyecto no prosperó, en primer lugar a causa de la quiebra de la compañía editora y, en segundo, por el comienzo de la guerra.
La muerte de sus dos hermanos, quizá la de Emmanuel en mayor medida, contribuyó no poco al constante estado de depresión que fue parte integrante de la personalidad de Melanie. Al mismo tiempo, ambos estimularon sus intereses intelectuales y le inculcaron un sentimiento casi de deber con respecto al desarrollo intelectual y a la realización de una obra.
A través de su hermano, Melanie conoció a su futuro marido, Arthur Stephen Klein.
Posiblemente el hecho de ser amigo de Emmanuel añadió atractivo al joven Klein.
Además, por esa época Melanie era muy sensible a los logros intelectuales y la brillantez de él la deslumbró. Se comprometieron cuando ella tenía diecinueve años, lo cual fue un estorbo para sus planes de estudiar medicina, ya que su futuro marido tenía que visitar continuamente fábricas y no podía permanecer en Viena. Durante los dos años de su compromiso, Melanie estudió Humanidades en la Universidad de Viena. Toda su vida lamentó no haber estudiado Medicina, convencida de que un título de médico habría deparado a sus ideas una acogida más respetuosa. Este sentimiento se vio muy agudizado en la época de su controversia con Edward Glover, un eminente psicoanalista británico. En un principio Glover apoyó su trabajo con niños, considerándolo una importante contribución al psicoanálisis, pero cuando Melanie elaboró sus teorías acerca del origen de la psicosis, Glover se opuso de modo violento a que una persona sin conocimientos médicos pudiera siquiera hablar de la psicosis.
Melanie contrajo matrimonio a los veintiún años de edad y, durante varios años, vivió con su marido en ciudades pequeñas, primero en Eslovaquia y después en Silesia.
Fueron tiempos aciagos. Echaba de menos la compañía y el estímulo intelectual de que gozaba en Viena: desde un principio el matrimonio tuvo que hacer frente a numerosos problemas. Melanie se dedicó a la lectura y al aprendizaje de idiomas, pero encontró su única y verdadera felicidad en sus dos hijos: Hans, nacido en 1907, y Melitta, nacida en
1910.
Su vida cambió de manera considerable cuando, en 1910, su marido halló trabajo en
Budapest. Allí tuvo la compañía intelectual que deseaba y, lo que fue más importante aún, tomó contacto por primera vez con la obra de Freud. Nunca había oído hablar de Freud en
Viena, a pesar de moverse en los círculos artísticos y literarios. Más tarde lamentó profundamente las ocasiones que había perdido. Por haber vivido en la misma ciudad, podría haber intentado conocerlo e incluso estudiar con él. En Budapest tuvo la oportunidad de leer un libro de Freud del que mucho se hablaba: Los sueños (1901) [SE, V (obra dt., vol. I)]. Así nació un interés por el psicoanálisis que mantendría a lo largo de toda su vida. Estudiar esta ciencia y practicarla, contribuir a su enriquecimiento, se convirtió en la pasión fundamental de sus horas. Se analizó con Ferenczi y, estimulada por él, comenzó a analizar niños. En 1917 fue presentada a Freud, en el transcurso de un congreso que reunía a las sociedades psicoanalíticas de Austria y Hungría. En 1919 leyó ante la Sociedad Húngara su primer trabajo, El desarrollo de un niño [«The Development of a Child» (1921), part. I, Writings, I. (Melaine Klein, «El desarrollo de un niño», I parte, Obras completas, tomo 2, Buenos Aires, Paidós-Hormé, 1975)].; la calidad de este artículo le permitió convertirse en un miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Budapest. Permaneció en esta ciudad hasta 1919, cuando su tercer hijo, Eric, contaba cinco años de edad. Se separó entonces de su marido, quien marchó a trabajar a Suecia, mientras ella permanecía en
Eslovaquia durante un año, en casa de sus suegros. Esta separación fue un preludio del divorcio, que se produjo en 1922. En 1920, Melanie Klein había conocido a Karl Abraham en un congreso psicoanalítico celebrado en La Haya. Abraham le produjo una impresión profunda y él mismo tuvo palabras de estímulo para el trabajo de Melanie en psicoanálisis infantil, cosa que la hizo decidirse a trasladar su residencia a Berlín, en 1921. En esta ciudad abrió una consutla psicoanalítica para adultos, además de para niños. No estaba satisfecha de los resultados de su análisis con Ferenczi y en 1924 convenció a Abraham para que la tomara como paciente. Abraham se oponía, en general, a analizar a colegas residentes en Berlín, pero se convenció de la importancia de la contribución potencial de
Melanie al psicoanálisis. En el Primer Congreso de Analistas Alemanes de 1924, al resumir el trabajo de Melanie Klein sobre el caso de Erna [Writings, II, 35-37 (obra dt., vol. I, pp. 165-185).], dijo Abraham: «El futuro del psicoanálisis reside en la técnica del juego.» Aceptó, pues, hacer una excepción y la admitió como paciente. Este análisis quedó interrumpido por la muerte inesperada de Abraham, sobrevenida nueve meses más tarde.
Melanie Klein mantuvo relaciones muy distintas con sus dos analistas.
Experimentaba agradecimiento hacia Ferenczi por el estímulo que había dado a su trabajo y consideraba que debía al análisis con él la convicción de la importancia de los procesos inconscientes. Pero Ferenczi no analizaba la transferencia negativa (sentimientos hostiles hacia el analista) y Klein vio en ello un obstáculo para obtener un insight duradero.
Además Ferenczi abandonó gradualmente la técnica analítica y desarrolló «técnicas activas». Desechó el papel de intérprete neutro y asumió una actitud activa, animando, tranquilizando o dirigiendo al paciente. Todo ello condujo con el tiempo a una ruptura con
Freud. Klein se opuso desde un principio a estos cambios que consideraba contrarios a los principios psicoanalíticos y sintió pena por Ferenczi. Hacia Abraham, en cambio, experimentaba un agradecimiento y una admiración sin límites; además, pensaba que los nueve meses de análisis con él le habían permitido adquirir una verdadera comprensión del psicoanálisis. La muerte prematura de Abraham fue una de las grandes pérdidas de su vida. Decidida a continuar la obra de su maestro, emprendió y prosiguió durante muchos años un intenso y regular autoanálisis. Aunque tomó de Ferenczi el concepto de introyección, fue Abraham, y en especial su trabajo acerca de la melancolía, quien ejerció la mayor influencia sobre ella. Klein se consideraba discípula suya y conceptuaba su propio trabajo como una continuación de la obra de Freud y de Abraham y un aporte a la misma.
Después de la muerte de Abraham, la vida en Berlín se hizo difícil para Melanie
Klein. A la pérdida de su maestro y a la interrupción de su análisis se sumaron los constantes ataques a su tarea, que ya no contaba con el apoyo de aquél. Anna Freud había comenzado a trabajar con niños aproximadamente por la misma época que Melanie
Klein, pero con un enfoque distinto, lo que dio lugar a bastantes controversias y conflictos entre ambas. La Sociedad de Berlín seguía mayoritariamente a Anna Freud y consideraba que la obra de Melanie Klein «no era ortodoxa». En 1925, Klein conoció a Ernest Jones en
Salzburgo, en ocasión de una conferencia donde ella leyó su primer ensayo, muy controvertido [Publicado en 1926 bajo el título «The Psychological Principles of Early Analysis», Writings, I, 128-138 (obra cit., tomo 2. páginas 127-136).] , acerca de la técnica del psicoanálisis infantil.
Su ponencia impresionó a Jones, quien coincidió con la opinión de Abraham de que en el análisis infantil se hallaba el futuro del psicoanálisis. Alentado por las opiniones de Alick Strachey, antiguo paciente de Abraham en Berlín, y de Joan Rivière, quien desde el principio se interesara por el trabajo de M. Klein, Jones invitó a ésta a dar conferencias sobre psicoanálisis infantil en Inglaterra. En 1925, en casa del Dr. Adrián Stephen, Melanie dictó seis conferencias que constituyeron la base de la primera parte de El psicoanálisis de niños, su primer libro. Esas tres semanas fueron para ella uno de los momentos más felices de su vida.
En 1926 Melanie Klein se estableció en Inglaterra, donde permanecería hasta su muerte. Fue una decisión de la que jamás se arrepintió; aunque tuvo que afrontar dificultades y se produjeron polémicas en la Sociedad Psicoanalítica Británica, inevitables dado el carácter revolucionario de su obra, Klein sentía que en ningún otro lugar le hubieran deparado mejor acogida y un apoyo mayor. Llegó a sentir gran afecto por Inglaterra, a la que consideraba su patria adoptiva. Se llevó consigo a Eric, su hijo menor, que tenía entonces trece años. Poco después se reunió con ellos en Londres Melitta, que había contraído matrimonio con el Dr. Walter Schmideberg: ambos eran médicos y practicaban el psicoanálisis. El hijo mayor de Melanie, Hans, siguiendo los pasos de su padre, estudió ingeniería y se estableció en Berlín.





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