Ya quedó entendido que para desbaratar y sortear la presión de la represión, la sobrecarga tuvo que hallar esa salida conversiva en lo corporal e investir un órgano preciso. Ahora bien, ¿en qué forma se elige este órgano? ¿Cómo se explica que la carga irrumpa en una determinada zona corporal y no en otra? Precisamente, la región somática afectada por el síntoma de conversión corresponde a aquella parte del cuerpo alcanzada antaño por el trauma, y que pasó a constituir asi una imagen determinada. En la conversión, la carga energética abandona la imagen inconsciente para ir a "energizar" el órgano cuyo reflejo es esta imagen. La elección del asiento somático de la conversión se explica entonces, esquemáticamente, por la secuencia siguiente: parte del cuerpo percibida en la escena traumática (por ejemplo, el brazo) —> imagen inconsciente de un brazo —> parálisis conversiva del brazo. Por supuesto, estos tres estados sucesivos del cuerpo —cuerpo percibido, cuerpo en imagen y cuerpo sufriente— no siempre se refieren al cuerpo de una misma persona. La zona corporal percibida en ocasión del trauma puede pertenecer tanto al cuerpo del niño como del adulto seductor, y hasta al de un testigo de la escena. Pues lo importante no es saber a quién pertenece el cuerpo, sino qué parte del cuerpo percibió el niño más intensamente en el momento del trauma, es decir, con más pregnancia. Por ejemplo, si durante la escena traumática de seducción se escuchan los gritos indignados de un testigo —pongamos por caso, una madre horrorizada que sorprende al padrastro tocando el cuerpo de su hija—, entonces el síntoma somático de conversión adoptará la forma de una inhibición en la voz (afonía) que años después afectará a la hija, convertida en mujer histérica. Los gritos de la madre, percibidos e inscritos en el inconsciente de la niña, resurgirán ulteriormente en ésta como pérdida de su propia voz. El histérico actualiza en su cuerpo (afonía) la señal psíquica impresa por el cuerpo del otro (gritos de la madre).
Si resumimos los dos aspectos esenciales de la conversión, que acabamos de examinar, la constancia del exceso de energía al pasar del estado sexual-psíquico al estado de sufrimiento somático, y la persistencia de una zona del cuerpo al pasar del estado de imagen inconsciente al estado de órgano conversivo, comprenderemos hasta qué punto la solución conversiva es una solución mala e inapropiada. La energía cambió sin duda de sistema, pero el sujeto sigue sufriendo porque el motivo de su sufrimiento no ha variado. Sea en el plano psíquico o en el plano del cuerpo, el sujeto sufre de estar habitado por un exceso inasimilable e irreductible. La conversión es una mala solución porque no resuelve la dificultad principal causante de la histeria, a saber: el encierro del exceso de carga energética en un elemento aislado y desconectado del conjunto, tanto se trate de una representación psíquica como de una zona corporal conversiva. La salida conversiva es, en efecto, una mala solución, porque el problema de la incompatibilidad permanece intacto: lo que antes fue incompatibilidad de la representación con el conjunto de representaciones constitutivas del yo del histérico, es ahora incompatibilidad de un sufrimiento somático que no obedece a las leyes del cuerpo real.
Pero surge de inmediato este interrogante: si la conversión no es la buena solución, ¿habría una manera más adecuada de tratar el exceso?, ¿una solución que no fuese este cambio de estado en el que, como hemos visto, el exceso sigue siendo un exceso? Sí, empezar de nuevo y distribuir este exceso en una multiplicidad de representaciones, colectivizar el exceso; en síntesis: diseminarlo y, de este modo, desactivarlo. Pero, ¿de qué manera? Este es el punto en que debemos introducir la escucha del psicoanalista, considerada justamente como una diseminación del exceso y como una vía posible para curar al sujeto de lo inconciliable.
Organización del material:
1-Nuestra lectura de la primera teoría de Freud: el origen de la histeria es la huella psíquica de un trauma
2-La histeria es provocada por una defensa inadecuada del yo: la represión
3-La histeria es provocada por el fracaso de la represión la conversión
4-El sufrimiento del síntoma de conversión es el equivalente de una satisfacción masturbatoria
5-La elección de órgano, asiento de la conversión
6-El síntoma de conversión desaparece si cobra un valor simbólico, el que produce la escucha del psicoanalista
7-Nuestra lectura de la segunda teoría de Freud: el origen de la histeria es un fantasma inconsciente
Si resumimos los dos aspectos esenciales de la conversión, que acabamos de examinar, la constancia del exceso de energía al pasar del estado sexual-psíquico al estado de sufrimiento somático, y la persistencia de una zona del cuerpo al pasar del estado de imagen inconsciente al estado de órgano conversivo, comprenderemos hasta qué punto la solución conversiva es una solución mala e inapropiada. La energía cambió sin duda de sistema, pero el sujeto sigue sufriendo porque el motivo de su sufrimiento no ha variado. Sea en el plano psíquico o en el plano del cuerpo, el sujeto sufre de estar habitado por un exceso inasimilable e irreductible. La conversión es una mala solución porque no resuelve la dificultad principal causante de la histeria, a saber: el encierro del exceso de carga energética en un elemento aislado y desconectado del conjunto, tanto se trate de una representación psíquica como de una zona corporal conversiva. La salida conversiva es, en efecto, una mala solución, porque el problema de la incompatibilidad permanece intacto: lo que antes fue incompatibilidad de la representación con el conjunto de representaciones constitutivas del yo del histérico, es ahora incompatibilidad de un sufrimiento somático que no obedece a las leyes del cuerpo real.
Pero surge de inmediato este interrogante: si la conversión no es la buena solución, ¿habría una manera más adecuada de tratar el exceso?, ¿una solución que no fuese este cambio de estado en el que, como hemos visto, el exceso sigue siendo un exceso? Sí, empezar de nuevo y distribuir este exceso en una multiplicidad de representaciones, colectivizar el exceso; en síntesis: diseminarlo y, de este modo, desactivarlo. Pero, ¿de qué manera? Este es el punto en que debemos introducir la escucha del psicoanalista, considerada justamente como una diseminación del exceso y como una vía posible para curar al sujeto de lo inconciliable.
Organización del material:
1-Nuestra lectura de la primera teoría de Freud: el origen de la histeria es la huella psíquica de un trauma
2-La histeria es provocada por una defensa inadecuada del yo: la represión
3-La histeria es provocada por el fracaso de la represión la conversión
4-El sufrimiento del síntoma de conversión es el equivalente de una satisfacción masturbatoria
5-La elección de órgano, asiento de la conversión
6-El síntoma de conversión desaparece si cobra un valor simbólico, el que produce la escucha del psicoanalista
7-Nuestra lectura de la segunda teoría de Freud: el origen de la histeria es un fantasma inconsciente
3 comentarios:
MMMMMM
será?
Dhinambu: muy bueno tu blog gracias por pasar y comentar!!
Anónimo: eeeh???? gracias por comentar igual!!
Me gusta porque lo pude entender sin ser psicólogo. Gracias!
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