Aquí está el problema para el psicoanalista: es indudable que la angustia hace sufrir al analizando pero, paradójicamente, también lo tranquiliza. "Me gusta darme miedo, me tranquiliza", me decía un paciente, señalando de este modo el lazo que une a todos los neuróticos con su angustia. Constituye un serio obstáculo para el progreso de la cura pues, para romper la dinámica mórbida de la neurosis, el practicante deberá romper primero esa atadura inaudita del analizando a su angustia. Lo más difícil en la labor del analista es, conjuntamente, recrear un estado de peligro dentro de la cura, suscitar la eclosión de una angustia nueva en el analizando y lograr que éste renuncie a la angustia con la que convivía desde siempre. Pero, ¿cómo llevarlo a renunciar? Antes de dar una respuesta examinemos detenidamente la forma en que el histérico anuda su ser a su angustia.
Ya habíamos individualizado la triple amenaza fantasmática: el agujero de la imagen que anuncia la mutilación, la voz de la Ley que anuncia el castigo, y la perversidad de un deseo que quiere mi sufrimiento. En una situación semejante, el sujeto cree arriesgar no sólo su falo sino el aniquilamiento de todo su ser. Embargado por la angustia, el neurótico tiene una reacción completamente natural: convertirla. En su intento de sacársela de encima, la convierte en síntomas; y, proponiéndose escapar a la castración, deviene él mismo el objeto imaginario que le falta al Otro. Sea que transforme la angustia de castración en sufrimiento neurótico o que él mismo devenga el objeto fálico del Otro, los dos son movimientos que, lejos de desembarazarlo de su angustia, fijan al sujeto a ella. Formulamos en términos diferentes una misma idea: la solución histérica al problema de la angustia es amar la angustia, atarse a ella en cuerpo y alma hasta volverse cosa; y ello a pesar del sufrimiento de los síntomas. La conversión histérica que conceptuabilizábamos primero como fracaso de la represión y después como falización del cuerpo no genital/inhibición genital, se presenta ahora como una fijación irresistible del neurótico a su angustia. El deseo del neurótico es un deseo de angustia.
Pero, ¿cómo hacer que el analizando renuncie a su angustia? Para desembarazarse de ella radicalmente, debe conocer primero una angustia nueva producida por el análisis, atravesarla y, entonces sí, dejarla.
Sigamos. ¿En qué condiciones se halla el analizando antes de atravesar la prueba de angustia? Reconocemos aquí un estado de peligro creado por la triple amenaza bajo las especies del agujero, la Ley y el deseo perverso; triple amenaza que podemos condensar en la primera, la del agujero: "Veo el agujero del Otro y, acto seguido, me siento amenazado". Despertar de la angustia: "Estoy, pues, angustiado, y no tengo más salida que transformar mi angustia en síntomas y transformarme a mí mismo en el objeto que le falta al Otro; yo paso a ser su objeto y, al hacerlo, lleno su agujero y me aseguro de que el Otro sigue castrado y frágil.* ► Convertido así en el objeto del otro, el sujeto ve obliterado su pensamiento, petrificado su cuerpo y llevado al extremo su narcisismo. Se vive más que nunca como un yo que se complace en lo que es: un niño coagulado. "En la angustia, soy una cosa inmóvil que ya no piensa y que goza de un goce que es dolor tanto como placer narcisista."
Organización del material:
El rostro de la histeria en análisis
Diferencia entre la histeria, la obseción y la fobia
Las causas de la histeria
La vida sexual del histérico
Los fantasmas histéricos
El útero en la histeria: un fantasma fundamental
Diferencia entre los fantasmas histérico, obsesivo y fóbico
El deseo del neurótico es un deseo de angustia
Retratos imaginarios del histérico
El tratamiento psicoanalítico de la histeria y el fin del análisis
Puntuaciones
Preguntas y respuestas sobre la histeria
La ceguera histérica según las teorías de Charcot, Janet, Freud y Lacan
Extractos de las obras de S. Freud y de J. Lacan sobre la histeria
jueves, 12 de junio de 2008
El deseo del neurótico es un deseo de angustia (David Nasio)
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