miércoles, 18 de junio de 2008

Diferencia entre los fantasmas histérico, obsesivo y fóbico (David Nasio)



La angustia de castración como centro del fantasma de la histeria es también el centro de los fantasmas obsesivo y fóbico

Para precisar mejor nuestro desarrollo sobre la histeria debemos hacer una digresión. Así como reconocimos un fantasma originario de castración en la histeria, igualmente podemos despejar un fantasma inconsciente fundador de la neurosis obsesiva y otro fundador de la neurosis fóbica. En verdad, estos últimos fantasmas no son otra cosa que dos versiones derivadas del fantasma histérico, que está en la base de todas las neurosis. Los libretos del fantasma obsesivo y de fantasma histérico se despliegan, cada cual a su manera, recorriendo el mismo drama de la prueba de castración, pero sobre todo bajo la misma tensión de angustia que en el fantasma histérico. Describamos estos dos libretos, el del fantasma obsesivo y el del fantasma fóbico.

El fantasma del obsesivo

La instantánea de la escena de fantasma obsesivo puede representarse como sigue: Un niño, presa de un deseo incestuoso hacia la madre, es embargado por la angustia (angustia de castración) al oír la voz interdictora del padre prohibiéndole cumplir este deseo so pena de castrarlo. La zona erógena a cuyo alrededor se organiza el fantasma obsesivo es el oído, que vibra, sufre y goza de haber oído la voz imperiosa del padre.

Este fantasma, como todos los fantasmas a que nos referimos, es, a todas luces, inconsciente, dado que está sometido a la presión de la represión. Recordemos que la neurosis obsesiva, es decir, el sufrimiento que experimenta de manera consciente y en sus síntomas el sujeto obsesivo, es la expresión dolorosa del combate del yo para reprimir, negar y desplazar la angustia de castración contenida en este fantasma.

El fantasma del fóbico

El libreto de la fobia es más complicado. Para comprender la instantánea del fantasma fóbico recordemos previamente que la angustia de castración es suscitada en este caso por el deseo del niño para con su padre, esencialmente, y ya no en forma exclusiva para con su madre, como sucedía en el caso de las neurosis obsesiva o histérica. Quien está en el centro de la fobia es el padre, primero como objeto de un deseo de muerte (deseo parricida) y después como objeto de un deseo de amor. Aunque al igual que en toda neurosis el punto de partida es siempre el deseo incestuoso hacia la madre, en la fobia el personaje principal es el padre.

Resumamos esquemáticamente, como trazando una cadena de acontecimientos, la secuencia del fantasma fóbico:

Deseo incestuoso por la madre ► Interdicción de realizar este deseo proferida por el padre ► Odio contra ese padre interdictor (deseo parricida)—►El odio suscita angustia de castigo (castración)—►Para morigerar la angustia, el niño reprime su odio contra el padre interdictor—► En el lugar del odio reprimido, aparición del afecto opuesto: amor por el padre

—►Pero este amor despierta otra forma de la angustia intolerable de castración: angustia de mostrar y decir el amor por el padre. Temor de depender del padre, de sometérsele en demasía, de ser feminizado, es decir, seducido y hasta sodomizado por este padre al que ama.

—►La angustia de castración que el amor al padre suscita es repelida y proyectada al mundo exterior —► Esta angustia expulsada hacia afuera se fija a un objeto del mundo circundante (muchedumbre, espacio cerrado, puente, animal, etc.), transformado ahora en el objeto amenazador que el fóbico deberá rehuir para evitar la invasión de un miedo consciente más tolerable que la angustia inconsciente de castración.

Si de esta sucesión de acontecimientos quisiéramos extraer el momento culminante del fantasma fóbico, elegiríamos aquel eslabón en que el niño, luchando con su deseo de amor filial por el padre, vive la angustia de ser asfixiado por éste. La zona erógena a cuyo alrededor se organiza el fantasma de la fobia no se limita a una región localizada del cuerpo sino que se extiende al conjunto de los tejidos musculares. En la fobia, la zona erógena son los músculos que rigen sobre los orificios, contrayéndolos o dilatándolos (aflojamiento o crispación del ano, de la boca, del ojo, del aparato digestivo o pulmonar, etc.). Recordemos que, a semejanza de otras neurosis, el sufrimiento vivido por el fóbico es la expresión dolorosa del combate del yo para proyectar hacia afuera la angustia de castración contenida en su fantasma. En realidad, el fóbico es aquel que instala su angustia de castración sobre la escena del mundo con el fin de ubicarla, controlarla y evitarla merced a los desplazamientos motores de su cuerpo.

Reuniendo en una única fórmula los tres fantasmas fundantes de las grandes neurosis, diremos:

• En el fantasma obsesivo, la amenaza de castración entra por el oído, y la angustia que de ella resulta, que es inconsciente pues está sometida a la represión, acaba por desplazarse hacia el pensamiento y se fija sobre una idea anodina (idea fija).

• En el fantasma fóbico, la amenaza de castración entra por los orificios de todo el cuerpo, estén crispados o sueltos, y la angustia que de ella resulta, que es inconsciente pues está sometida a la represión, acaba siendo proyectada, instalada y ubicada en el espacio del mundo exterior.

• En el fantasma histérico, la amenaza de castra ción entra por los ojos, y la angustia que de ella resulta, que es inconsciente pues está sometida a la represión, acaba por convertirse en sufrimiento de la vida sexual del histérico, consistente en una erotización general del cuerpo a la que se suma, paradójicamente, una inhibición localizada en el nivel de la zona genital.

Agreguemos una observación importante. El fantasma de castración que postulamos en la base de las neurosis es también el fantasma que todo ser hablante, neurótico o no, tuvo que conocer y superar necesariamente, y que además no dejará de conocer y superar. En el caso particular de las neurosis, la especificidad de este fantasma consiste en la fuerza que es capaz de emplear para dominar la vida del neurótico; esta vida se organiza enteramente en función de la angustia de castración, núcleo del fantasma. Está claro que nuestro escrito es una larga demostración de la determinación de la neurosis por este fantasma.

RESUMEN

Resumamos en una serie de cinco proposiciones la génesis fantasmática de la histeria. Pero antes, quisiera destacar ya con toda nitidez el tercer eslabón del encadenamiento que vamos a describir, y al que tenemos por principal.

Tanto hemos insistido sobre el fantasma de castración como causa de la histeria, que el lector ha perdido quizá de vista lo manifestado en las primeras páginas. El fantasma angustiante de castración que domina la vida psíquica del histérico es sin duda la fuente y el motivo del sufrimiento del neurótico, pero es también, y sobre todo, una pantalla protectora, una defensa segura contra cualquier eventual acercamiento al goce máximo. Todo se presenta como si el histérico prefiriese enfermar de su fantasma angustiante antes que afrentar lo que teme como al peligro absoluto: gozar. A mi juicio, éste es el concepto decisivo para comprender lo que es la histeria, así como para orientar la escucha del practicante psicoanalista.

Recordado este punto capital, vayamos a las cinco proposiciones de síntesis:

• Gozar constituye, para el histérico, un límite último y peligroso que una vez cruzado lo sumiría inevitablemente en la locura, lo haría estallar y disolverse en la nada.

• Frente a este peligro del goce, el histérico opone entonces una tenaz negativa a gozar.

• Para mantenerse apartado del goce y persistir en su negativa, el histérico inventa inconscientemente un fantasma protector: el fantasma angustiante de la castración. Utiliza este fantasma para crear una amenaza ficticia, la amenaza de perder su fuerza fálica, que le permite olvidar otra amenaza igualmente ficticia pero más oscura, indefinida y mucho más terrible: la de sucumbir al goce. El histérico se angustia ante una castración que él necesita tornar posible para no desaparecer ante un goce insostenible. En el fantasma, la repuls a del goce se transforma en angustia de castración. Y el objeto amenazado no es todo el ser, sino el falo. En el capítulo sobre el tratamiento psicoanalítico de la histeria veremos que, en una cura de análisis, este rechazo del goce se traduce por la negativa a atravesar la prueba del fantasma angustiante de castración. Volveremos sobre esto.

• Ahora bien, es verdad que el fantasma salva y protege del goce al histérico, pero lo hunde en un sufrimiento corporal (síntomas somáticos), sexual (paradoja de la vida sexual) y relacional (deseo de insatisfacción). La angustia de castración se transforma, por conversión, en síntomas del cuerpo, en desajuste de la sexualidad y en dolor de insatisfacción.

• El fantasma de castración salva y protege del goce al histérico, pero perturbando su manera de percibir a los seres amados u odiados. A la manera de una lente deformante, el fantasma de castración sumerge al neurótico en un mundo donde la fuerza y la debilidad deciden exclusivamente sobre el amor y el odio. Yo amaré u odiaré a mi partenaire según la percepción de su fuerza o de su debilidad fálica. Por eso. las relaciones afectivas del histérico se transforman inevitablemente en relaciones de dominante y dominado.

La lógica de la génesis de la histeria se resume, pues, en lo siguiente: el deseo conduce al goce, el goce suscita el fantasma, el fantasma contiene la angustia y la angustia, por último, se transforma en sufrimiento.





Organización del material:

El rostro de la histeria en análisis

Diferencia entre la histeria, la obseción y la fobia


Las causas de la histeria

La vida sexual del histérico

Los fantasmas histéricos

El útero en la histeria: un fantasma fundamental

Diferencia entre los fantasmas histérico, obsesivo y fóbico


El deseo del neurótico es un deseo de angustia

Retratos imaginarios del histérico

El tratamiento psicoanalítico de la histeria y el fin del análisis

Puntuaciones

Preguntas y respuestas sobre la histeria

La ceguera histérica según las teorías de Charcot, Janet, Freud y Lacan

Extractos de las obras de S. Freud y de J. Lacan sobre la histeria









4 comentarios:

Meritxell R. Lavall dijo...

¿Por qué para el histérico-neurótico su peor miedo es el goce? Pues según mi opinión creo que si no posees el goce puedes anhelar conseguirlo y tu vida siempre tendrá un incentivo para seguir viviendo pero si ya lo posees no tienes nada por lo que luchar y lo único que puede suceder es que pierdas la felicidad.

Meritxell R. Lavall dijo...

Miedo a lo desconocido también. Miedo a haberte portado mal y a recibir a cambio felicidad cuando en realidad deberías recibir un castigo (angustia). Como puedes desear inconscientemente la muerte de tu padre y además de esto recibir felicidad. La culpa no me dejaría vivir, por lo tanto es mejor que me castigue un poco para sentir alivio.

F22.8 dijo...

Gracias por pasar y dejar tu comentario.... respecto a lo que planteas, nos parece que tenes algunos conceptos un poco confundidos, si te interesa profundizar sobre el tema lee algo de Lacan sobre el concepto de goce...
y si no, podemos debatir via messenger
agreganos: deliranteserial@hotmail.com

Anónimo dijo...

Goce en cuanto a " encontrarle el gusto rico a lo feo", a hacese mal " sin querer" a repetir siempre lo que nos hace mal " sin querer", el articulo habla del goce psicoanalítico...........