viernes, 4 de julio de 2008

Edipo y la religión monoteísta (Rudy)


(Dos ensayos y ningún acierto)

Edipo, hebreo
PROFESOR DOCTOR KARL PSÍQUEMBAUM

En una mesa redonda en la que he participado recientemente, un colega, el licenciado León Neurotsky, se permitió inferir jocosamente la posibilidad de que Edipo fuera hebreo y no griego como se lo registra oficialmente. El licenciado Neurotsky dejaba entrever "que si Edipo hubiera sido hebreo, su madre se habría llamado Raquel, y no Yocasta; que ella no hubiera estado satisfecha con la mujer que su hijo eligió como esposa (ella misma, valga el recuerdo) y que le habría reprochado amargamente que en todos esos años que Edipo estuvo ausente de Tebas jamás la hubiese llamado por teléfono ni siquiera una sola vez para saber si ella seguía viva, y que el hecho de que en esa época no hubiera teléfonos era una mera excusa, ya que un buen hijo siempre se las arregla para llamar a su madre".

Las palabras del licenciado Neurotsky fueron socarronamente festejadas por los concurrentes al evento, que no vieron en ese "chiste" la posibilidad que se abría de una investigación "seria" al respecto. Ya Freud nos comentaba cómo los artistas solían adelantarse a los científicos en vislumbrar nuevos descubrimientos. No sería raro entonces que, estudiando este tema, el humor terminara dando al psicoanálisis una nueva fuente de conocimientos, o viceversa. [Con respecto a la primera posibilidad, el mismo Freud consideró al humor como una de las expresiones de lo inconsciente y escribió un libro al respecto: El chiste y su relación con el inconsciente. Hay quienes cuentan que estuvo a punto de escribir otro artículo denominado "La interpretación de los chistes", texto del que finalmente desistió al recordar el clásico apotegma psicoanalítico: "No hay nada peor que un chiste explicado". Con respecto a la segunda posibilidad (o sea, "viceversa"), mucho me temo que si mis hipótesis no llegan a buen puerto, mis detractores no perderán la oportunidad de mofarse agudamente de mi personal

A partir de lo antedicho inicié un profundo estudio al respecto (la historia de Edipo, no el material que el psicoanálisis le brindó al humor) y, a juzgar por los resultados obtenidos, mis conclusiones han sido tratadas con consideración por mis colegas. Las han considerado absurdas.

Organicé una reunión con la excusa de festejar que se había despertado la doctora Traumengarten y sin que nadie se diera cuenta, en lugar del discurso alusivo al caso, les leí mi informe sobre Edipo. Nadie se reía durante la lectura del texto, lo que habla de la seriedad del caso. Sólo la doctora Traumengarten volvió a dormirse.

El éxito del plenario me ha decidido a exponer públicamente una serie de hipótesis que me indujeron a pensar que Edipo en realidad era judío. Éstas son:

1) Hay que comenzar diciendo que Edipo estaba mucho más apegado a su madre que a su padre, y que fue ella quien decidió salvarlo cuando el padre decidió pedirle a un sirviente que lo matase, según ciertas hipótesis, o que le hiciese la circuncisión [Como bien me lo hiciera notar Santiago Varela, ciertos traductores del griego antiguo dicen que los términos de ese idioma para los conceptos "matar" y "circuncidar" son semejantes. Por nuestra parte, desconocemos si en griego antiguo existía la palabra "circuncidar" ("matar" seguro que existía; si no, pregúnteles a los espartanos), desconocemos el griego antiguo y ni siquiera conocemos a un traductor], según historiadores cercanos a la teoría que yo mismo sostengo. Esta cercanía afectiva hijo varón-madre, alimentada más por la progenitora que por el vástago, es uno de los mitos circulantes acerca de la cultura judía. Para los que duden del apego materno-infantil que aquí sostengo, sólo basta recordar lo que terminó haciendo Edipo con su padre, y sobre todo lo que terminó haciendo con su madre.

2) Respecto de Layo, el nombre del padre edípico, no es gran cosa lo que de él podemos decir. Lo único cierto es que no se veía muy contento en relación con su hijo, y que frente a la menor travesura del pequeño, solía increparlo: "¡Vos me vas a matar un día a mí!". También es ésta una frase característica de la cultura judía.

3) La tragedia edípica no está ubicada en alguna típica ciudad griega, digamos Esparta, Atenas, Alejandría, sino en Tebas. No nos consta que existiera en Grecia ciudad alguna con ese nombre. Donde sí existió una ciudad llamada así fue en el antiguo Egipto, sitio del que casualmente huyeron los hebreos. Edipo bien pudo haber sido uno más de los que huyeron con Moisés (quien, según Freud, no era hebreo sino egipcio) para evitar que el faraón lo matase. Digamos con Freud que "si Moisés era egipcio, bien pudo Edipo haber sido hebreo". Porque, por otro lado, si tomamos el significante "Tebas", podríamos pensar que era simplemente una abreviatura, que el verdadero nombre de la ciudad era "TEBAS-ASÍ-SIN-COMER-NADA", con lo cual la hipótesis cierra, ya que es ésta una habitual expresión de las madres judías, lo que prueba la importancia de la civilización hebrea en esa ciudad, de la que Sófocles mismo nos dice es originario Edipo.

4) Hablemos ahora de Sófocles, puesto que, si Edipo era hebreo, cabe la posibilidad de que su autor, Sófocles, también lo haya sido. Hemos de decir que en principio no suena "Sófocles" como un nombre característico de la cultura judía. Pero bueno, ya Freud ha especulado con la posibilidad de que "Moisés", nombre judío si los hay, perteneciera en realidad a la cultura egipcia. Quiero decir entonces que, a priori, debemos vencer el prejuicio que nos lleva a pensar que a partir de su nombre una persona debe necesariamente pertenecer a cierta raza o religión. Pero, además, nada descarta que en realidad Sófocles haya sido sólo un seudónimo que escondía un nombre judío que comenzara con las mismas letras, pongamos por ejemplo, "Sofovich". Bien podría ser que el dramaturgo Sófocles se llamara, insistimos,"Sofovich", pero que se hubiera cambiado el nombre para escapar del antisemitismo, o simplemente para tener acceso a ciertos estamentos del poder, o para que fuera más fácil de pronunciar, o más popular.

En esta misma línea, Plauto pudo haber sido Plotkin, y Shakespeare (o Miguel de Cervantes Saavedra, que como murieron el mismo día nadie descarta que en realidad fueran la misma persona) llamarse Shiker Perel (Perel el bebedor, en ídish), y haber escrito obras como El mercader de Venecia que algunos perciben como antisemita, al solo efecto de escapar del Tribunal de la Inquisición, cuyo antisemitismo está debidamente comprobado. Casos de personas judías que hayan adoptado un seudónimo autoral o actoral hay muchos en la historia.

5) Otra pequeña pero no por ello menos interesante prueba que nos conduce hacia la condición judía de Edipo es la vida nómade y errante que llevó, al menos en la primera etapa de su vida, hasta que se estableció en Tebas como rey y progresó. Expulsado por su propio padre, fue adoptado y llevado a otra ciudad, de la que huyó cuando un adivino le profetizó que mataría a su padre (que él creía era el adoptivo). Edipo vagó por aquí y por allí, sin patria, los Estados Unidos aún no existían, Israel sí pero había guerra, y él dudó, hasta que finalmente un día volvió a la tierra de sus abuelos (al menos la de sus padres). Si ésta no es una típica historia de judíos, mucho me equivoco.

6) La última pero tal vez la más convincente de las pruebas para aquellos que, por cualquier motivo, no estén lo suficientemente convencidos con los cinco argumentos ya ofrecidos: cuando Edipo se enteró de su gran tragedia, la que se murió fue la madre, Yocasta. ¿No es esto prueba fehaciente de la condición judía de Edipo? Recordemos aquel viejo dicho según el cual una madre italiana le dice a su hijo: "Si no tomás la sopa, io ti amazzo (te mato)", mientras que una madre judía dice "Si no tomás la sopa, yo me moiro (me muero)". ¿Cómo actuó Yocasta, como una madre latina? ¡No, lo hizo como una madre judía, esto es muy claro!

Bien, creo que con estas seis pruebas ha quedado claramente demostrada mi hipótesis, por lo que me detengo aquí, ya que, en honor a mi propia condición judía, he de comer algo para así salvaguardar la salud de mi madre.


Si Edipo es hebreo

DOCTOR ALAIN SUPOSITOIRE
DOCTOR JEAN-JEAN DUSIGNIFIQUANT
LICENCIADO JACOB FREUDENLERNER


A partir de las conclusiones del doctor Karl Psíquembaum expresadas en el ensayo: "Edipo, hebreo", pasaremos a estudiar las posibles implicancias que la condición judía de Edipo traen hacia la teoría psicoanalítica y la Humanidad en general, ya que, para comenzar "Si Edipo es hebreo, todos lo somos también, al menos a nivel edípico", lo que lleva a convertir al antisemitismo en simple masoquismo.
También se puede deducir, si Edipo era hebreo, que el antisemitismo es en realidad un Edipo muy mal resuelto, digamos una proyección (aunque esto no lo vamos a decir porque no somos kleinianos), un poner afuera del sujeto al Edipo.

Pero ya en la teoría lacaniana, lo primero que podemos decir es que el hecho de que Edipo fuera hebreo implicará para el psicoanálisis cambios significantes. Para empezar, el primer significante que cambia es el de "griego" que adjetivaba a Edipo y ya no lo hace más, siendo reemplazado por "hebreo". Pero además cabe imaginarse cambios en el argumento mismo de la tragedia.

Por ejemplo, al inicio de esta historia, Layo y Yocasta van a consultar al oráculo de Delfos acerca de su futuro hijo. Ahora bien, ¿haría esto una pareja judía? No, de ninguna manera, los judíos jamás creyeron en adivinos, y menos aún en adivinos goy. Apenas creían en algunos profetas, y hasta ahí nomás. Su natural escepticismo los habría hecho desconfiar de un oráculo, además de evaluar si valía la pena el costo de la consulta, que sus buenas dracmas debía costar.

Seguramente, al final de muchas discusiones Layo y Yocasta fueron a consultar a la madre de Yocasta (con la disconformidad de Layo) o, de común acuerdo, a un rabino.

Imaginemos entonces a Layo y Yocasta consultando a Reb Itzik Delfovich, el rabino de Tebas, acerca del hijo que ambos (Yocasta y Layo, no Delfovich) estaban por tener.

—Mire, Reb Delfovich, venimos a consultarlo por nuestro futuro hijo —éste fue Layo.
—¿Qué quieren, que le haga el bris (circuncisión)? Van a tener que esperar que el chico nazca, ver si es varón, ¡y en ese caso esperar una semana!
—Pero no, Reb Delfovich, ¡lo que pasa es que estamos preocupados por el futuro de nuestro hijo! —explicó Yocasta.
—Ya entiendo, ¡quieren reservarle al muchacho una vacante en la escuela judía de Tebas! Bueno, van a tener que esperar que existan escuelas judías en Tebas.
—No, mire, nos preocupa su futuro en general, si va a ser feliz o desdichado, rico o pobre, si se va a casar con una buena muchacha judía o no...

—¿Futuro? ¿Qué futuro? ¿Acaso yo sé lo que me va a pasar en el futuro? ¿A quién se le ocurre consultar por lo que va a pasar en el futuro? ¿Qué soy yo, un oráculo, un psicólogo vocacional, un adivino? No, soy un simple rabino, así que ustedes se van a ca¬sa y esperan que nazca su hijo, y ¡ojalá que todo sea con salud!
Pero parece que Layo y Yocasta hincharon, hincharon y tanto hincharon al rabino, que éste les lanzó una de las típicas maldiciones judías.
—Sol de fis of de ingele greisn grobe! (Que se le hinchen los pies al nene) —y Layo y Yocasta huyeron despavoridos.

Pero seguían dudosos. Entonces, decidieron consultar al psicólogo de Tebas, el licenciado Horacio Delfovich, casualmente hijo de Reb Itzik.

—Bien, el caso de ustedes es el de una típica conflictiva familiar disgregante. Quiero decir, eh, usted, Yocasta, está demasiado preocupada por su hijo que aún no ha nacido, como si temiera que fuera a pasarle algo, como si Layo no alcanzara como imagen paterna para protegerlos a usted y a su hijo. De alguna manera, pareciera que usted busca completarse con el niño que va a nacer, que él actúe como Falo.

—Querrá decir como Layo —corrigió Yocasta.
—Interesante lapsus, muy interesante —comentó Delfovich—. Es usted la que pretende entonces que sea su hijo, y no su marido, quien complete su pareja; él (Layo) de alguna manera quedaría desplazado, fuera de todo esto...
Evidentemente, las entrevistas con Delfovich no fueron lo mejor que le podía pasar a este grupo familiar. Él, obviamente, no era lacaniano, y en lugar de operar a nivel simbólico, digamos, de mostrarles el Edipo que se venía, dramatizó la situación real.

Layo creía que "realmente" su hijo lo iba a reemplazar en el amor de su mujer y, como él tampoco se había analizado jamás, asumió la rivalidad que Delfovich le proponía y decidió también él competir con el pequeño. Luego, cuando la historia le mostró que jamás podría destronar a Edipo del corazón de Yocasta, Layo se autoexcluyó, se dedicó a ser viajante de comercio, y fue en uno de esos caminos donde halló la muer¬te. Edipo y Yocasta no vivieron felices sino que sufrieron terriblemente, él se sacó los ojos y ella se suicidó al solo efecto de demostrar que era capaz de sufrir más que su hijo (bueno, es una historia judía).

Pero además de la propia tragedia (palabra que nos vuelve a remitir al judaísmo), "si Edipo era hebreo", ¿por qué no pen¬sar que otros personajes trágicos y no tanto de la dramaturgia y aun de la comedia o la historieta universal también lo eran?

Por ejemplo, en ninguna historieta se ve a Superman comer jamón. El origen de este superhéroe es un oscuro planeta llama¬do Kripton (nombre que bien podría ser griego o egipcio, tal como el sitio del que sale Edipo). Superman, o Kalel (nombre de profeta hebreo, tipo Samu-el o Dani-el) es enviado a otro sitio, lejos de su pueblo (como Moisés, como Edipo), en una nave que bien podría emular la canastita de Moisés, para salvarse de una muerte segura (como Moisés, como Edipo). Luego, aparentemente es adoptado por los Kent (Moisés, por la hija del faraón; Edipo, por Pólibo y Mérope) y una vez alcanzada la mayoría de edad le es develada su identidad real (repitan conmigo: "como Moisés, como Edipo") y comienza allí su vida como héroe que se revela ante los designios de la historia (ya saben ustedes co¬mo quiénes más). Hay quien dice que Moisés en realidad era egipcio e hijo clandestino de la hija del faraón. Tal vez Edipo no haya sido hijo de Layo y Yocasta [Tal como nos señalara oportunamente el licenciado Engel, profesional allegado al Movimiento Buffet Freud, si nos atenemos a los significantes de sus nombres Yocasta = yo, casta; y Layo = la yo, o sea "yo femenino", difícilmente Yocasta y Layo hayan podido tener hijo alguno.], sino de Pólibo y su esposa Mérope, los padres adoptivos, o bien de una pareja de inmigrantes judíos que pasaba casualmente por allí.

Superman bien podría haber sido hijo biológico de los Kent y haber adquirido los poderes merced a la superprotección brindada por su madre, ella sí de origen judío, lo que instaura la condición judía del niño, ya que se hereda por línea materna. Si Moisés era egipcio, y Edipo era judío, seguramente Superman también lo era.

¿Y Robin Hood? Robin Hood nunca salía de Sherwood sin su saquito (su participación en las Cruzadas no quiere decir nada). ¿Y Hamlet? Hamlet era el típico neurótico obsesivo, siempre preocupado por el tema de la circuncisión, iba por el mundo preguntando "To bris or not to bris?". ¿Y Tarzán? Tarzán solía saltar de liana en liana mientras profería su ¡oyoyoyoyoy!, que lo hiciera famoso en toda África. Si Edipo era hebreo, ¿no lo serían también ellos?
Cabe señalar finalmente que estas cuestiones han sido objeto del interés de numerosos científicos, importantes estudiosos y algunos antisemitas






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