E. Cueto: Usted considera a Enrique Pichón - Rivière como uno de sus maestros. ¿Qué marcas y que anécdotas recuerda?
E. Rodrigué: Si pensamos siguiendo caminos, como el del caballo en el tablero de ajedrez, Enrique Pichon Rivière fue mi maestro, sobre todo en intervenciones puntuales drásticas.
La anécdota más marcante es trágica: yo, como presidente de la APA, en una ocasión lo suspendí de su función didáctica, episodio que narro en mi Libro de las Separaciones
-¿Cómo piensa la relación maestro-discípulo?
-Mis grandes maestros fueron maestras: Melanie Klein en Psicoanálisis; Suzanne Langer en Lógica Simbólica y Marie Langer en Política. Es una curiosa relación asimétrica. Yo nunca tuve discípulos y eso me parece bien.
-Melanie Klein le hizo una derivación muy particular: su nieta. ¿Tuvo algún peso particular para usted esa derivación? ¿Por qué cree que lo eligió como analista de su nieta?
-Muchas veces me hice esa pregunta. Primero, no cabe duda que me destacaba entre los candidatos. Segundo, le caí bien a Melanie Klein. Tercero, y más importante, como ella iba a supervisar el caso, tenía que ser un analista joven e inexperto.
No creo que un analista hecho y derecho aceptase esa liaison dangereuse.
-Respecto del análisis con niños, ¿Cómo piensa el dinero, siendo que los que pagan son los padres?
-Los niños tienen más noción del dinero de lo que se piensa, tal vez más que las señoras ricas cuyo análisis paga el marido.
-Hace mucho tiempo que está radicado en Brasil. ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión?
-Yo fui lo que pasé a llamar un psicoargonauta, analista en la Diáspora. Dejé Bs.As. en 1974, después de la muerte de Perón, por motivos de miedo, ya que ser presidente de Plataforma involucraba riesgo. Fue, casi diría, por necesidad.
Luego me quedé en Bahía porque sé reconocer el paraíso cuando lo encuentro.
-Sin embargo mantiene un fluido contacto con Argentina ¿Cómo ve desde la distancia el Psicoanálisis en nuestro país?
-Al Psicoanálisis en la Argentina lo veo vivito y coleando comparado con otros países. Pero lo veo con los defectos de siempre: presumido, arrogante y, si se rasca la superficie, rastacuer y un poco chanta. Pero uno lo quiere.
-¿Cuáles serían a su parecer las similitudes y diferencias, si las hay, con respecto al Psicoanálisis en Brasil?
-Padezco de daltonismo etnocéntrico, me cuesta ver las diferencias.
Querida Emilia, yo tuve una novia llamada Emily. Pensaba en ella cuando escribí mi novela Heroína; era muy buena en el juego esotérico del vasito que salta de letra en letra trayendo mensajes del más allá. En su nombre, tuteame.
-Leyendo y conociendo distintos momentos de tu vida me da la sensación de que es muy intensa, pero además de que en muchos casos has estado en el lugar justo en el momento indicado. ¿Te considerás un hombre de suerte? ¿Qué lugar le das al azar en la vida de una persona? Y en esta línea: ¿cómo pensar al Super-Yo como el destino?
-Sí, varias veces tuve la sensación de estar en el centro del mundo; Plataforma, por ejemplo. Otras, como ahora, siento que no estoy donde no debería estar: Buenos Aires 2001.
Si el super-yo es el destino, la suerte es el Ideal del Yo.
-Como biógrafo de Freud, ¿qué lugar le das a la cocaína en la vida del padre del Psicoanálisis?
-En el capítulo sobre la coca, en mi Freud, digo una frase feliz: si el sueño es la vía regia al inconsciente, la cocaína electrificó los rieles.
-Así planteado, en tanto "electrificación de las vías", parece un aporte de la droga al Psicoanálisis. ¿Cómo lo pensás?
-No tanto la droga en sí como la mirada transgresora en ese joven aplicado pero conservador que era Freud.
-En la sociedad globalizada, el sujeto del consumismo, "con su mismo vacío"
¿Está condenado a la química más que en otras épocas? ¿Esto tiene incidencias en la constitución subjetiva? ¿Cuáles son sus efectos?
-Mi bola de cristal permanece opaca. No hay que menospreciar el efecto terapéutico de los psicofármacos.
El hongo sagrado mejicano abrió mi cabeza; el buen vino en un cáliz alivia la angustia.
-Según tengo entendido, la técnica que utilizás actualmente en la práctica clínica ha variado respecto de lo que fueron los inicios en la A.P.A. y de lo que podría llamarse "ortodoxa".
¿Cómo se fue produciendo ese viraje? ¿Desde qué marco teórico utilizás el psicodrama? ¿Y por qué pensás que es tan resistido en el medio psicoanalítico?
-Claro que cambié, cambié con los tiempos, con la edad de mi maestría, con el diseño de nuevas herramientas. Lo que más llama mi atención de mi actitud inicial es la arrogancia de mi postura.
Mi sintaxis interpretativa dejó de ser el clásico "Sí ... pero", substituida por "Eso, y también…" Soy un analista metonímico.
Un libro, escrito con Syra Tahin de Lopes, Un sueño de fin de análisis, da cuenta de esa transformación. En mi técnica actual no hay lugar para el no, pero tampoco hay lugar para el sí.
Todo acontece en el Reino del "Puede ser". Me estoy concediendo mucha más libertad en las cosas que digo. Y también están las sesiones prolongadas que los cariocas llaman de Shampoos y los madrileños de Saunas.
Son en realidad tratamientos de una sola sesión (de 3 o más horas) donde uso todas las técnicas disponibles bajo una regencia analítica.
Ideal para conflictos puntuales o para analistas que quieren hacer un "service existencial".
-¿Cuáles son los aportes que le brinda el psicodrama en la práctica clínica?
-No soy experto en el tema, lo que sé lo recibí por ósmosis de Tato Pavlovsky. Para mí, entonces, "mi" psicodrama es un auxiliar técnico que aplico sobre todo en grupos o en sesiones individuales intensivas.
Lo uso como alternativa a la asociación libre. Creo, eso sí, que el psicodrama es la técnica de elección en la terapia grupal de adolescentes.
-Dentro de lo grupal hay distintas posturas teóricas. Están quienes plantean un inconsciente grupal, con sus formaciones concomitantes, mientras que otros, como los Lemoine, se alejan de estos criterios.
Esto a su vez implica diferencias en la técnica. ¿Cuál es tu pensamiento respecto de estas posiciones, y cuál tu posicionamiento teórico en relación a lo grupal?
-Creo que estamos en tierra (casi) virgen. Los intentos de Bion, Slavson, Lemoine, K. Levin y Ezriel son meritorios, desbravaron el terreno. Nos falta un Freud de los Grupos. Mientras tanto, piedra libre.
-Respecto de tu libro El Antiyo-yo, el que nos translada a la historia de una pareja que se multipsicoanaliza a sí misma ¿qué vigencia le das a estas letras?
-Ese libro, para mi es un divisor de aguas. es ahi donde nace una forma biográfica y un estilo cruel de escribir que cubre La leccion de Ondina, Ondina supertramp, Gigante por su propia naturaleza y el Libro de las separaciones. Es un ejercicio en ser verídico.
-¿Cómo pensarlo respecto de la "Técnica activa" propuesta por Sandor Ferenczi?
-Nunca lo había pensado pero, ahora que lo pienso, existe un parentesco. Las sesiones intensivas, que los argentinos llaman de Shampus, los cariocas de Saunas y los madrilenos de Emilios buscan desconstruir las biografias oficiales de cada uno.
Fuente: El Sigma
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