EL NUDO GRUPAL
A. Lo grupal como campo de problemáticasPuede observarse que en cualquier grupo humano se producen movimientos muy diversos: resonancias fantasmáticas, procesos identificatorios y transferenciales, intensos sentimientos de amor-odio en todos sus matices, juegos de roles (chivos emisarios, líderes, etc.); se construyen producciones lingüísticas que disparan múltiples inscripciones de sentido; se generan apropiaciones de sentido en diferentes grados de violencia simbólica; se instituyen mitos, ilusiones y utopías; sus reglas de funcionamiento organizan redes de significaciones imaginarias que inscriben al grupo en su posición institucional y dan forma a sus contratos.
¿Son solo los organizadores fantasmáticos aquellos que hacen posible que el sujeto haga "nudo"? ¿Cómo operan las variables institucionales para transformarse en organizadores grupales?
Para responder a estos interrogantes, se orienta la indagación hacia la necesidad de abordajes transdisciplinarios para la teorización de lo grupal.
Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En primer lugar, un trabajo de elucidación crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, que desdibuje una intención legitimante de lo que ya se sabe para poder desplegar la interrogación de hasta dónde sería posible pensar de otro modo. Implica asimismo el abandono de cuerpos nacionales hegemónicos de disciplinas “reinas" a cuyos postulados, códigos y orden de determinaciones se subordinan disciplinas satelizadas.
De esta forma los cuerpos teóricos funcionan como "cajas de herramientas” es decir, aportan instrumentos y no sistemas conceptuales; instrumentos teóricos que incluyen en su reflexión una dimensión histórica de las situaciones que analizan.
En función de lo aquí esbozado es que se ha propuesto pensar los grupos, más como campos de problemáticas que como campos intermediarios entre lo individual y lo social o como eventuales objetos teóricos; en ese sentido es que se los enuncia como "nudos teóricos", aludiendo al des-disciplinamiento disciplinario que se vuelve necesario instrumentar para su conceptualización. De tal manera, una eventual teoría de los grupos tendrá que bascular permanentemente, en un doble movimiento, investigando en la especificidad de lo que en un grupo acontece y trabajando -al mismo tiempo- el entramado de tal especificidad en inscripciones más abarcativas.
B. Un número numerable de personas (cuerpos discernibles)
Los agrupamientos tienen la particularidad de producirse entre un número numerable de personas; los enlaces identificatorios presentes en todo fenómeno colectivo adquieren características propias. El carácter numerable del grupo introduce peculiaridades de los procesos identificatorios, en tanto los cuerpos de los otros se hacen discernibles; algo hace nudo (en esto está muy relacionado la distribución circular de los sujetos y las posibilidades de interacción en los que entran en juego los procesos identificatorios y transferenciales). Todo lo recién mencionado, establece las condiciones para la organización de redes identificatorias y transferenciales. Tal peculiaridad hace del pequeño grupo, un nudo, el cual se constituye en la alternancia de enlaces y desenlaces de subjetividades. El grupo en tanto espacio tácito, genera efectos singulares e inéditos, despliega la producción de sus formaciones, la generación de multiplicidades imaginarias, intenciones simbólicas y fantasmáticas; es decir, el grupo inventa sus formaciones, inventa las formas o figuras de sus significaciones imaginarias.
Cada grupo construye sus ilusiones mitos y utopías; construcciones que se realizan en un doble movimiento; aquel por el que se despliegan los atravesamientos socio-histórico-institucionales y aquel de su singularidad como pequeño colectivo; tales construcciones son únicas e irrepetibles de cada grupo
Estas producciones colectivas son componentes siempre presentes en los grupos, orientan muchos de sus movimientos. Estas significaciones imaginarias grupales, por ejemplo las ilusiones, mitos y utopías de un grupo, operan como cristalizaciones o puntos de condensación en la producción de múltiples sentidos, constituyendo el camino obligado por donde los flujos productivos del grupo transitan la construcción de su historia.
C. La relación texto-contexto grupal
¿Cómo puede ser pensada la articulación entre todo aquello que sucede en un grupo y el acontecer social en que tales actividades se desarrollan?
En este sentido, que el llamado contexto es, en rigor, texto del grupo; es decir que no hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que tal realidad es parte del propio texto grupal, en sus diversas modalizaciones; es por ende fundante de cada grupo; más que escenografía, drama grupal.
¿Qué son esos textos, esas "escrituras", en un grupo? Se hace referencia a las formas propias que el grupo construye desmarcando el término texto de su connotación estrictamente lingüística y rescatando -en forma subrayada- su sentido más amplio, aquel que lo refiere a su productividad. Al rescatar la dimensión productiva del texto se quiere resaltar, en lo que en un grupo acontece, las formas propias que un grupo produce (en ese sentido, sus escrituras).
Se afirma así que más allá de sus dimensiones expresiva y comunicativa, el texto grupal tiene un poder generador de sentidos.
Así, al desdibujar el adentro-afuera, el arriba-abajo, los nudos grupales pueden ser pensados como complejos entramados de múltiples inscripciones. Nudo. Múltiples hilos de diferentes colores e intensidades lo constituyen: deseantes, históricos, institucionales, económicos, sociales, ideológicos, etcétera. Pero en realidad, lo efectivamente registrable no son los hilos que lo constituyen sino el nudo. Complejo entramado de múltiples inscripciones: todo está ahí latiendo; todas las inscripciones están presentes en cada uno de los acontecimientos grupales; variarán sí sus combinatorias en cada momento grupal como también su nivel de relevancia en tal momento; pensar la cuestión de esta manera implica, obviamente, aceptar que en un grupo se están generando muchísimas más producciones que aquellas que pueden leerse o anunciarse.
D. La latencia grupal
Se intenta pensar lo latente como lo que late -ahí- todo el tiempo, insistiendo en la escena grupal; una latencia en los pliegues de la superficie más que en las profundidades.
Entonces, todo está -ahí- latiendo. Sin embargo, no todo acontecer cobra igual grado de visibilidad, ni toma forma de enunciado; tampoco sus insistencias son registradas por todos los integrantes de la misma manera.
No se trata de orientar la reflexión hacia un indeterminismo, o hacia el mero azar contingente del acontecer grupal, sino de poder pensar los juegos de múltiples marcas; no referir a lo incausado, sino a la coexistencia de cuasi-causas.
E. Lugar del coordinador
El acontecimiento no representa ni expresa; está todo ahí, en tal inmediatez que suele volverse invisible. Si se acepta que el nudo grupal está atravesado por múltiples sentidos y más de un sinsentido, siempre excederán aquellos que desde la implicación intepretante se pueden puntuar; el coordinador sólo podrá puntuar algún sentido, interrogar una rareza, resaltar una paradoja, indicar alguna insistencia y ya no será quien descubra la verdad de lo que en el grupo acontece. Por ende, función interpretante realizada desde un lugar de ignorancia.hay una renuncia al saber de la certeza.
De esta forma la coordinación hace posible aperturas a nuevas producciones de sentido. El coordinador no es el poseedor de una verdad oculta, sino alguien interrogador de lo obvio, provocador-disparador y no propietario de las producciones colectivas.
F. La dimensión institucional de los grupos
Una de las formas de relación entre lo grupal y lo social es la dimensión institucional. Esta Tiende a normativizar el tipo de enunciados que es pertinente en cada una de ellas autorizando algunos y excluyendo otros.
Una institución es una red simbólica socialmente sancionada en la que se articula junto a su componente funcional un componente imaginario.
Desde esta noción de institución, puede pensarse a los grupos desplegándose en lo imaginario institucional donde inscriben sus prácticas; lo imaginario institucional tanto puede promover como dificultar las actividades de grupo.
Las instituciones forman parte de las redes del poder social. En circuitos macro o micro, la institución constituye un factor de integración donde las relaciones de fuerza se articulan en formas: formas de visibilidad como aparatos institucionales y formas de enunciabilidad, como sus reglas.
La institución será un lugar donde el ejercicio del poder es condición de posibilidad de un saber y donde el ejercicio del saber se convierte en instrumento de poder.
G. Algunos impensables
Normas de funcionamiento
Hace referencia a los efectos implícitos que laten-insisten, produciendo significaciones imaginarias donde se atraviesan diversas inscripciones
La coordinación
El tema de la coordinación rebasa ampliamente el nivel explícito funcional, operando desde múltiples eficacias simbólico-imaginarias. Este punto invita a re-pensar dos problemas:
• la relación entre las formas de coordinación y sus posibles lugares de poder;
• la caracterización de los movimientos transferenciales en los grupos.
El contrato o la edad del capitán
Nunca está todo dicho en un contrato. Sus dimensiones no dichas, implícitas, operan sus efectos en latencia. A partir de allí puede inferirse que en el contrato grupal -podría hacerse esto extensivo a los contratos "psi"- se instala también una cierta concepción de las cosas que no son las mismas fuera de ese mundo, es decir se produce un sistema de significaciones que construye -y da sentido- al contrato grupal.
Ana María Fernández
Otros capítulos publicados
Capítulo 1: EL VOCABLO GRUPO Y SU CAMPO SEMANTICO
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